Se suele decir que "los opuestos se atraen". En nuestro caso, gobierno y oposición pudieran estar en lados extremos. El primero está aquí y el otro de aquel lado; es decir se trata sólo de una manera de ocupar espacios. Pero pudieran atraerse, tanto como que uno se declara plantado en la idea de la guerra económica y el otro en lo del fraude, que ambos les lleva a embelesarse en lo suyo y quedarse plantados, como si el mundo se hubiese detenido o uno y otro estuvieran en lo mismo.
Esta mañana de domingo escuché, en el programa de Croes, al Chúo Torrealba, a quien le dicen algo así como Coordinador de la MUD, aunque por su discurso político, en exceso barato, quincallero, uno no entiende el nombre del cargo ni el por qué al tipo en eso le tienen.
Sus comentarios, en exceso grisáceos, abundan para afirmar que aquí habrá fraude. Se hace más oscuro e incomprensible porque si algo pudiera lograr con eso es desestimular a sus potenciales electores. O ¿no será eso justamente lo que busca? ¿No intentará, creyéndose derrotado, fortalecer en su gente el odio, el fervor por la aventura o las salidas ilegales?
Si eso busca el Chúo, como vocero de la MUD, no es un signo de inteligencia. Pues sería un volver sobre lo mismo o continuar transitando la senda que le ha sido esquiva a la tendencia que se supone coordina. Cuando mucho, estaría preparando el terreno para justificar ante los suyos una vergonzosa derrota que avizora. Claro, es bueno insistir que, eso no es cosa del Chúo. No tiene autoridad para, siendo vocero de la MUD, fijar una posición tan comprometedora. Además, por lo que se sabe, por lo menos en este momento, las cosas no están de lo mejor para ese mundo con los gringos. Aunque parezca mentira, el asunto Cuba, donde la diplomacia gringa pareciera entrar triunfante, pudiera exigir, por un tiempo, aunque breve, aflojar sólo un poco, mientras se desliza y acomoda la carga.
Cuesta entender como la oposición, ante un gobierno que pareciera estar confundido e indeciso para afrontar la situación económica, caracterizada por una inflación desmedida, por las razones que fueren, no es capaz de hilvanar si no un programa, por lo menos una pequeña sarta de ideas, para ofertarlas para encarar ese cuadro, sino que recurre a un huir hacia adelante diciendo que le harán fraude. ¿Acaso el elector, agobiado por la escasez, inflación y dentelladas del bachaqueo, ese que no ha atendido los anteriores llamados de la MUD, votaría ahora en su favor atraído por una denuncia de fraude, de paso sin fundamento alguno?
Dijo Chúo, como si en este país todo estuviese bajo el control del gobierno y viviésemos en un oasis, que el fraude lo harían en las pequeñas localidades donde ellos no tienen representación. Lo de oasis lo decimos, porque lo convalida el mismo Chúo, al no hacerse portavoz de las inconformidades. Se dice que todo ladrón juzga por su condición; el representante de la oposición apela a sus recuerdos y habla de la Venezuela pasada, aquella del acta mata voto, proceso manual y el repartimiento de los votos ajenos entre los dos viejos partidos del puntofijismo. La mediocre y hasta ridícula historia, según la cual, el gobierno les derrotaría en las perdidas aldeas mediante el fraude, sirve para engañar yo no sé a quién, porque los gringos no son tan pendejos para comerse ese cuento. Tampoco creo que esa ridícula historia les sume votantes.
Lo cierto es que el Chúo, como casi todos ellos, que juegan con varias cartas y marcadas, insiste en su torpeza de no hacer política de la grande, como presentar un programa para resolver las calamidades que bastante son y con él unir voluntades, sino en la de sólo hablar de fraude. Actitud que deja a la mayoría de los venezolanos abrazados a la esperanza que sea el gobierno, por los mecanismos y recursos de los cuales dispone que, aunque parezca, como dicen en Cumaná, "cosa de chanza", son muchos, quien nos aclare el panorama y tome las medidas pertinentes. Por eso se dice que lo mejor del gobierno es la oposición que se gasta y ¡vaya que en verdad lo parece!
Después del "Chúo", en el programa de José Vicente, estuvo Samuel Moncada. Dijo cosas tal como si las dijese cualquier inconforme militante del proceso. Estuvo, sin excederse, ni tremendismos, tan sugerentemente crítico que me asombró, hasta que, por un cintillo puesto por los productores del programa, supe que era exministro y también exembajador.
Moncada, en su discurso, crítico de la conducta de la MUD, de esa misma actitud que antes hemos comentado, la asumida por Torrealba, que como hemos dicho sólo se limita a hablar de fraude en un país complicado y afectado por serios problemas sobre todo en el área económica, también señaló, como solemos hacerlo nosotros, las deficiencias del gobierno.
Lo que ahora diremos no es exclusivamente lo que opinamos sino, como lo hemos advertido y lo volveremos hacer, lo que piensa y expresó en el programa "José Vicente hoy", Samuel Moncada.
Admite, no sé exactamente hasta dónde, que el gobierno es víctima de una guerra económica, pero advierte que ella se debe enfrentar aumentando la producción. Al respecto dice, palabras más o menos, estamos en Mercosur, pero nuestro rol no puede ser solamente el de consumidor en esa relación. Tenemos que vender lo nuestro en ese mercado. Es decir, reconoce que hemos por lo menos descuidado bastante, por no decir abandonado, el área productiva y reclama un cambio de actitud. Para abundar sobre este asunto, que no lo hacemos nosotros, leamos a través del link http://www.aporrea.org/actualidad/a211311.html, como lo aborda Eleazar Díaz Rangel, siempre comedido, en la nota en la cual se pregunta ¿Tienen idea cuánto cuesta el kilo de caraotas negras?
También es procedente agregar aquí lo denunciado por José Vicente en ese mismo programa de este domingo; dijo el destacado periodista poco dado a hacer críticas al gobierno, que el asunto de la harina de trigo se tornaba grave, pero no habló de "guerra económica", sino señaló que a los importadores no les han aprobado las solicitudes de divisas para importar el insumo.
Pero también reclamó Moncada, como lo viene haciendo medio mundo, una revisión de la política cambiara que, en su opinión, permite que estemos subsidiando el consumo de productos básicos en los países fronterizos, de los cuales mencionó Colombia y hasta a la inefable Guyana. No recuerdo bien, si lo hizo, pero pudo mencionar el bachaqueo que sustrae aquellos del alcance de la mayoría de los venezolanos y los usa para una especulación desmedida y hasta grotesca. Moncada, lo sabemos, como nosotros, no cree necesario desmontar el control cambiario.
Para Moncada, la oposición, eso lo dijo él sin duda alguna, pareciera no tener otro asunto del cual preocuparse que el presunto fraude que monta el gobierno. Lo que, según él, no la favorece en nada porque el interés de la mayoría de los venezolanos está centrado en otra cosa y tampoco es, sólo lo económico, lo que determinaría la preferencia del votante. De allí que no crea que, pese al grave cuadro económico, necesariamente el votante mayoritariamente se incline por la MUD.
Pero dejó entrever – para buen entendedor – que el gobierno, al no asumir la gravedad de la crisis, la impactante y agobiante inflación, desenfrenada especulación, abona poco en su favor. Por eso reclama, como lo hacemos nosotros, del gobierno que abandone ese discurso triunfalista, que parece ignorar las calamidades y hable al venezolano con claridad; exponga como abordará el asunto, qué medidas habrá de tomar y sobre todo que las tome. Como nosotros, pareciera, decimos así por comedidos, exigir al gobierno no seguir dándole vueltas al asunto y menos haciéndose el desentendido, lo que no beneficia al proceso, ante las serias dificultades que confrontamos.
Es muy malo para la oposición que sólo se le ocurra hablar de fraude. También lo es para el gobierno que se limita a señalar las posibles causas de la actual situación, mientras ignora los efectos y lo que es peor, pareciera estar como indeciso y proyecta la imagen de ineficiente o incapaz para dar respuestas adecuadas. Producir es la clave y el gobierno está obligado, contra viento y marea, a determinar el cómo sin distracciones.