En los 18 años que lleva instaurado el período bolivariano en Venezuela, el estado Miranda es, si acaso, la entidad estatal que ha estado menos tiempo gobernada por las fuerzas bolivarianas. Pero, si miramos un poco más allá, adentrándonos en el largo período puntofijista nos encontraremos que, en esas cuatro décadas, nunca tuvo Miranda un gobierno de perfil de izquierda; es decir, en 58 años, sólo durante 4 los mirandinos han contado con un gobierno distinto a lo que representan los sectores no propensos a cambios estructurales.
Interés estratégico
Dato este del cual debemos partir a la hora de abordar la realidad política de un estado que como Miranda representa la segunda circunscripción en densidad ( cerca de 4 millones de personas en tan sólo 7950 km.2), que dispone de un plantel industrial y de servicios bien importante con relación al aparato productivo nacional y, por tanto, con una masa laboral altamente significativa y donde, además, existe la mayor concentración de las llamadas capas medias y, por si fuera poco, tiene la mayor de las cercanías al Dto. Capital que es donde está centrado el poder político del país; todo un compendio de factores que revisten y hacen al estado Miranda de gran interés estratégico.
Por tal razón el reto a plantear no debe ser, según nuestra opinión, recuperar a Miranda, puesto que realmente nunca ha sido plaza bolivariana, (el dato arriba señalado es muy ilustrativo al respecto), habría que hablar, más bien, de ganar una plaza que nunca se ha tenido porque salvo el corto espacio en el que gobernó Diosdado Cabello (2004-2008) el resto del tiempo los mirandinos hemos estado bajo el (des)gobierno de militantes cuarto republicanos o de la contrarrevolución.
Bien cierto es que en varias de las distintas elecciones que se han realizado en el país en estos últimos 18 años, el electorado mirandino ha favorecido la opción bolivariana pero no así cuando ha estado en juego la gobernación, excepto, como ya hemos apuntado, el interruptus del 2004-2008. ¿Será este un hecho casual?, que no amerita que nos detengamos en él, o, por el contrario, es un indicador, que bien vale tomar en cuenta a la hora de trazar una estrategia política destinada a construir una nueva hegemonía político-cultural.
Nudos
Por supuesto que nos anotamos entre los que pensamos que si hay que detenerse en la ponderación de este hecho, pero, no para regodearnos en él sino para esforzarnos en el análisis escrutador de la realidad socio-ideo-cultural mirandina, orientado, a su vez, a detectar y destrabar los nudos que amarran a buena parte de la sociedad mirandina a posiciones adversas a toda posibilidad de cambio y de avance social.
Si revisamos los resultados de Miranda en las últimas elecciones que se han realizado en el país, sin adentrarnos, en esta oportunidad, en los guarismos electorales, observamos que las fuerzas bolivarianas, en las municipales (2013), ganaron 15 de las 21 alcaldías pero perdieron la elección a la gobernación (2012), las presidenciales (2013) y la de la Asamblea Nacional (2015), aún cuando, en esas confrontaciones, sin dejar de ponderar el contexto concreto en que se realizaron cada una de ellas, lo cierto es que las fuerzas opositoras contrarrevolucionarias, obtuvieron mayor cantidad de votos, en términos absolutos y siempre en tendencia ascendente, a diferencia de las fuerzas revolucionarias que, electoralmente, presentan una tendenciosa caída descendente.
La fortaleza de la derecha opositora está, como es ostensible, en la gran influencia que ejerce la ideología burguesa conservadora en amplios sectores de la sociedad mirandina, particularmente, en las crecientes capas medias que están mayoritariamente concentradas hacia la Zona Metropolitana Mirandina de Caracas y en los Altos Mirandinos pero que también están en franca expansión hacia el eje Plaza-Zamora, condición esta que sirve de caldo de cultivo para ejercer la hegemonía cultural que se sustenta, claro está, en una base económica que, al permanecer, sustancialmente, inalterable, la favorece y reproduce constantemente.
Para ello cuentan con un poderoso aparato reproductor de ideología que se expresa de múltiples maneras en todo el tejido social, teniendo a su disposición un complejo sistema informativo-recreativo-cultural y las redes sociales que manejan con aviesa eficiencia, la mayor concentración de universidades privadas del país y de colegios religiosos, una estructura eclesiástica de clara orientación derechista, una plataforma de grandes, medianos y pequeños empresarios y comerciantes que se solazan con la especulación económica e ideológica, una gama de ONGs que gozan de cuantioso financiamiento externo, una amplia red de consultorios y oficinas de profesionales liberales que día tras día atosigan a pacientes y clientes con su distorsionadora narrativa contrarrevolucionaria, y un largo etc.; y, por si fuera poco, con la embajada estadounidense, ubicada en predios del Este de Caracas, ejerciendo su acción articuladora.
Desencuentro
Mientras el bloque social burgués mantiene su pertinaz práctica ideológica, que hace casi innecesaria el trabajo de las organizaciones políticas opositoras, las fuerzas bolivarianas, suplantando lo importante por lo urgente, persisten en desplegar, fundamentalmente, una labor asistencialista en el seno de los sectores populares obviando el trabajo político concreto en la masa trabajadora y postergando el diseño de una política específica hacia las capas medias mirandinas, trayendo como resultado la merma progresiva de influencia electoral y, lo que es peor, la ausencia de un mensaje concientizador y el desencuentro con la cotidianidad de ingentes sectores de la sociedad mirandina. En estas condiciones la construcción de un bloque social alternativo es, cuesta arriba, haciendo imposible, casi, ganar Miranda. Por su importancia, insistiremos en el tema, como decía Kotepa Delgado, escribe que algo queda.