Solo algunas voces de la oposición venezolana, de manera aislada, se pronunciaron asumiendo la reciente derrota electoral como consecuencia de sus errores, por ejemplo, el llamado a no votar. En general, sus integrantes retomaron el discurso del fraude, que responde a un guión internacional de deslegitimación del Gobierno nacional.
Lamentablemente, en Venezuela no existe una dirigencia política opositora, si no un grupo de personas con intereses particulares que cumplen órdenes del Gobierno estadounidense y sus aliados, por eso la mayoría de los líderes opositores arguyó que las pasadas elecciones de gobernadores no fueron transparentes.
Seguidamente, los presidentes de Colombia y Costa Rica se pronunciaron desconociendo los resultados, pidiendo elecciones generales y un Consejo Nacional Electoral "independiente", lo cual revela que, desde la Organización de Estados Americanos, instalarán un CNE paralelo e ilegítimo, como hicieron con el Tribunal Supremo, bajo la supervisión del secretario Luis Almagro, operador de los Estados Unidos.
Asimismo, la coalición opositora se ha sumado a la guerra promovida desde el exterior, pidiendo las sanciones financieras de Donald Trump y promoviendo la guerra económica en el presente manifestada en el aumento desproporcionado de los precios, que resulta de la inflación inducida a causa del incremento irracional del dólar paralelo representado en la referencia impuesta de Dólar Today.
Finalmente, los mismos opositores piden otro liderazgo, mientras su dirigencia desde los sectores más radicales demuestra su ausencia, esperando las órdenes del Departamento de Estado de los EEUU, lo cual les impide avanzar en el diálogo. Esto lo aprovechan otros para sacar ventaja, mal llenando ese vacío, mediante el Frente de Resistencia, que operará en Miami y desde donde continuarán legitimando la injerencia estadounidense como estrategia política.
