¡Cuánto duele patria!

Según definición, la patria es el país o el lugar donde se ha nacido o al que se pertenece por vínculos históricos jurídicos, o también, lugar o comunidad con la que una persona se siente vinculada o identificada por razones históricas y afectivas. Según su etimología, esta palabra, que proviene del latín "patris" o tierra paterna, designa la tierra natal adoptiva con la una persona se mantiene ligada por vínculos de diversas índoles, que pueden ser afectivos, culturales, históricos o sencillamente, el lugar donde se nace. Es decir es nación donde se expide la partida de nacimiento.

Evidentemente, una definición es una asociación de palabras para expresar un concepto. Juzgo que los conceptos vinculados con la parte afectiva de las personas no revelan su verdadero alcance. Es como pretender definir la palabra madre con una frase sencilla, como por ejemplo: "es la mujer que carga el feto durante nueve meses, lo amamanta y lo cría hasta que pueda valerse por su propio esfuerzo". Tengo la certeza que una madre es más que esto. Igual podría pasar con la palabra "amor". De seguro que si a mil personas les preguntaran ¿qué es el amor? cada una tendrá su propia apreciación. Y cuando existen miles de apreciaciones sobre un concepto es porque es indefinible. Todo el mundo lo siente o lo ha sentido, pero nadie sabe lo que es y no dónde se asienta.

Pienso que aquellas definiciones de patria le falta algo de calor para que pueda expresar su verdadero sentido. Por ejemplo, en el 1809 apareció en un periódico de México la declaración de una sencilla señora yucateca, quien, sin presunciones de literata, afirmó: "si hijos míos, la patria, la amable patria, no es otra cosa que la dulce unión que ata a unos ciudadanos con otros por los indisolubles vínculos del mismo suelo, una misma lengua y unas mismas leyes..." Quizás por estos sentimientos que unen a las personas es que se han enarbolado consignas o frases como: "sentimientos patrios"; "morir por la patria"; "patria o muerte"; "amor a la patria"; "la madre patria"; "patria libre"; "nadie es patria, todo lo somos"; "la patria no es la tierra, los hombres que la tierra nutre son la patria"; "la patria no existe sin el amor de sus hijos"; "yo quiero patria libre o morir"; "ninguno ama porque es grande, sino porque es suya", "amar a la patria es nuestra ley"; "el que no ama a su patria no puede amar nada"…como se observa, muchos personajes históricos sintieron su país de diferentes maneras, pero todos tiene en común: el amor por la patria.

Cada persona tiene el derecho de tener su apreciación sobre la patria, desde la patria chica, como la provincia, el pueblo o la urbanización donde pasó parte de su vida; también consideran su patria el país que lo vio nacer; o tal como lo pensó Simón quien nos habló de la patria grade, es decir nuestra América; otros consideran su patria el país que le presta la ventajas para trabajar, adquirir propiedades y criar a sus hijos, y otros como yo, quien me considero un ciudadano del mundo, pienso en el planeta como mi patria. En cada uno de estos casos, los amantes de su patria están obligados a no destruirla y trabajar para el engrandecimiento del lugar que lo acogió y del cual obtiene beneficios, tanto para él como para su familia. Quién no trabaja para esto u obra para la destrucción de su patria, le niega a sus hijos y a los habitantes del lugar a tener la posibilidad de una vida digna.

Los traidores a la patria abundan en la historia de la humanidad; sin pretender hacer una historiografía de estos personajes me permitiré enumerar a unos cuantos y cada uno de los lectores podrá investigar en que consistieron sus felonías: Brutus, Robert Hanssen, Antonio López Santana, Benedict Arnold, Vidkun Quisling, Guy Fawkes, Philippe Petain, Robert Ford, Heinrich Himmler y aquí en América del Sur, imposible no nombrar a Francisco de Paula Santander, Manuel del Castillo y Rada, Joaquín Mosquera, José María Obando, José Antonio Páez, Santiago Mariño, Uribe, Santos entre tanto individuos que fueron y son capaces de vender su patria a cambio de dinero, o por ambiciones personales o simplemente, por locura.

Para muchas personas nos es difícil encontrar las razones por la cuales se puede traicionar a la patria. Es decir, la comisión de un delito que involucra al conjunto de crímenes que engloban los actos más extremos y más viles sobre cada uno de los habitantes de una nación. En este caso, engaña a su familia, a sus amigos y compatriotas, actuando a favor de los intereses de otro estado o nación que perjudica a los cuidanos del país donde él vive y del cual denigra. Por esta razón merece el calificativo de traidor a la patria.

Ciertamente, la patria no es una noción natural, las patrias fueron construidas por los hombres, por diversos criterios, algunas veces por ambiciones personales como fue el caso de Ecuador, Venezuela y Colombia. Estas se crearon una vez que se produjo la ruptura de la Gran Colombia según los intereses de Juan José Flores, José Antonio Páez y Francisco de Paula Santander. Pero no podemos olvidar que tales países surgieron consecuencia de una feroz guerra contra el imperio más ambicioso y más cruel de la época, como fue el imperio español. Fueron miles de hombres y mujeres que entregaron sus vidas para que hoy millones de suramericanos tengan una tierra independiente, desde el punto de vista político, para que sus hijos crecieran sin la condición de vasallos de un colonizador. Quien conoce la historia de Venezuela sabe que nuestra patria Venezuela costó mucho y cuando vemos las actuaciones de algunos tunantes, parecen desconocer que a otros si nos duele la patria.

La lista de tunantes no se acaba y el mejor abanderado de esta casta de traidores es el diputado Julio Borges, quien continuamente viaja a diversos países del planeta ofertando a Venezuela a precio de saldo. Millones de venezolanos estamos soportando las acciones de este villano, solicitando a los gobernantes de EEUU y a los de la UE sanciones económicas y políticas contra el pueblo venezolano. Tales acciones se revelan como una crisis que impide la compra de alimentos, de medicinas, de diversos productos entre estos, los de aseo personal, además del encarecimiento de todos los servicios como clínicas, talleres mecánicos, seguros hospitalarios… No existe ningún renglón de la vida diaria de un venezolano que no haya sido afectado por las sanciones económicas solicitadas por Julio Borges, cara visible de otros secuaces, como María Corina Machado, Fredy Guevara, Luis Florido, Diego Arria, Ricardo Hausmann, Ramos Allup, Ramón Muchacho, Capriles Radonsky, Nutu Pérez Osuna…Entre tanta cáfila, quienes en alianzas internacionales están solicitando una invasión militar contra Venezuela. Ciertamente, la mayoría de estos individuos tienen cuentas bancarias en otros países y como no les importa, no saben ¡cuánto nos duele la patria!

El peor daño que estos apátridas le están causando al país, producto de la guerra económica, es la hiperinflación y como consecuencia, la devaluación de nuestra moneda. Parece que el único interés de aquellos traidores a la patria es llevar a Venezuela a la época de la Primera Guerra Mundial, cuando en Alemania, en 1923, 500 gramos de pan costaban la bicoca de 3.000 millones de marcos; cuando 10.000 coronas suecas equivalía catorce centavos de dólares y para esta mismo período, la moneda germana pasó de 17.9972 marcos alemanes por un dólar a 4.200.000.000.000. Parece que este es este panorama, en esta economía de guerra, que Julio Borges y su cofradía quieren para Venezuela, simplemente porque a estos traidores ¡no les duele la patria! Cárcel para estos felones.

La construcción de nuestro país le costó mucho a miles de venezolanos, quienes entregaron hasta su vida para hoy tengamos patria. No podemos permitir, bajo ninguna circunstancia, que aquellos esperpentos le donen el país a las grandes corporaciones internacionales, simplemente para que tales apátridas se metan en sus faltriqueras unos cuantos dólares. A pesar que aquellos indolentes no sienten dolor por su patria, es bueno recordar las palabras que Bolívar le escribió a Pedro Briceño Méndez en 1828: "Mi único amor ha sido el de la patria, mi única ambición, su libertad". Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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