Guaidó, lo que no fue no existe

Afirman los lingüistas que lo que no tiene nombre no existe, esto vale tanto para lo concreto como para lo abstracto. Conocemos de la existencia de la mesa porque hay una palabra que la designa y cuando se nombra de inmediato nos viene a la pensadora la imagen de una tabla sostenida por cuatro patas. Para designarla existen vocablos en todos los idiomas que nos aseguran de la esencia de la mesa. Esto en cuanto un objeto concreto, lo mismo se puede explicar sobre los hechos abstractos, como por ejemplo el odio, el amor, el calor, la fe, entre tantos elementos que no se ven pero que existe el vocablo para designarlo. Nadie los ha visto pero se conocen sus efectos, es decir existen porque todos sabemos sus consecuencias. Todos los humanos sienten frío o calor, todos hemos experimentado un sentimiento, bien sea de odio o de amor y los apreciamos porque conocemos sus secuelas. Uno de los elementos abstractos presente en todas las religiones es dios, designado con nombres diferentes, bien sea Alá, Jehovah, Ganesha, Brahama, Buda, Ahura Mazda…entre tantas nomenclaturas. Esto es una prueba de su apariencia etérea, independientemente de su aspecto físico, ya que nadie ha visto tales divinidades. Una deidad existe solo en la mente de los feligreses, a pesar que nadie la ha mirado y tampoco hay una prueba palpable de su aspecto, la gente cree. Se reconoce a dios por un mecanismo esgrimido por la teología, la conocida fe. Es esta es la que les dio nombre a las deidades y cuando se nombra, los feligreses están perfectamente al corriente de lo que se está hablando.

De acuerdo con el párrafo anterior, lo que fue designado hace tiempo con una palabra, bien sea un elemento concreto o abstracto, que se pueda reconocer o no físicamente, existe, bien ante los ojos o bien en la pensadora. En todo caso, aun cuando el objeto no se vea o no se palpe, su existencia no genera duda cuando su presencia se hace sentir, bien en nuestro cuerpo como el frío, el calor, el miedo, el aire y la energía o bien se mantenga en la imaginación.

Lo anterior me permite concluir que aquello que no fue, lo que no fue designado por un nombre y que no interactúa con el ambiente, es porque no existe, así de simple. Uno de estos extraños fenómenos, presente en la política, es Juan Guaidó.

Juan Guaidó fue designado por arte de birlibirloque como presidente interino o presidente encargado, mediante una autoproclamación en una plaza pública, algo que no está contemplado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Y si no fue nombrado presidente es porque no es, es decir, si no es presidente interino y tampoco presidente encargado, mucho menos es presidente. Así mismo, la Carta Magna contempla que la única forma de ser elegido presidente es mediante el voto popular, directo y secreto durante una gesta electoral, si esto no se cumple se concluye que no fue elegido. Por lo tanto, por esta razón tampoco se puede considerar presidente. Se deduce que, si no fue, tampoco existe esa presidencia interina.

No cabe duda, cualquier país que tenga un presidente o un primer ministro debe tener un despacho desde donde dirige la gestión, el de EEUU la Casa Blanca, el de Brasil el Palacio do Planalto, la Casa Rosada en Argentina y en Venezuela el Poder Ejecutivo reside en el Palacio de Miraflores. En ninguna oficina de este establecimiento se lee en alguna tablilla con la designación de Juan Guaidó con un cargo y si no se nombra es porque no existe.

Es costumbre en la Republica Venezolana de Venezuela que quien preside el poder ejecutivo debe presentar una Memoria y Cuenta de su gestión frente a la Asamblea Nacional, también elegida por el voto popular, directo y secreto. Desde que se designó a Nicolás Maduro como presidente, este concurre al Capitolio venezolano para cumplir con su obligación. Es harto conocido por todos los venezolanos y los no nacionales radicados en el país, que el presidente de la AN invita a Nicolás como jefe del Poder Ejecutivo a presentar su Memoria. Desde que se instaló el congreso nunca ha llamado a Juan Guaidó para explicar su gestión y si no se nombra, es porque no existe.

Y si no existe Juan Guaidó qué es lo que lo hace presente en la política nacional. Hoy 2 de noviembre, el día de los muertos me trae a mi memoria el malhadado personaje. Juan Guaidó es un difunto, es decir un muerto político que lo abortó, que lo engendró el fascismo y la derecha internacional para apoderarse (robarse) los activos del país colocados en el exterior. Por fortuna, el hermoso viajero globo azulado gira y se traslada por el universo, esto permite que las cosas cambien y sobre todo, lo relativo a los asuntos políticos y económico. La situación actual del planeta, consecuencia del problema energético causada por las sanciones aplicadas por EEUU y la UE a ciertos países; la guerra que mantiene EEUU, la UE, la OTAN y Ucrania contra Rusia; la inestabilidad del Medio Oriente engendrada por las injerencia de USA; los actos terroristas contra el gasoducto ruso de Nord Stream; la agresión de EEUU y la UE contra China, con relación al asunto de Taiwán entre otros aspectos, generó la desaparición del nombre Juan Guaidó de la prensa intencional y de la redes sociales. Se puede reiterar que los mismos que lo parieron, al poco tiempo lo exhumaron, le vertieron la tierra encima de su cadáver político y si no se nombra es porque ya no existe.

Es que Juan Guaidó no existe desde hace tiempo, su muerte política estaba anunciada desde el momento que se autoproclamó. Este aciago personaje es producto del imaginario colectivo de la derecha y del fascismo internacional para ponerlo a su servicio y de sus intereses. De esta manera les posibilitó a todos los comprometidos en su apoyo el robo del patrimonio público nacional depositado en el extranjero, además de las crueles desgracias por las que está pasando el pueblo venezolano. Actualmente para sus negocios políticos la derecha y el fascino internacional ya no necesita a Guaidó y por eso lo enterraron en una zona inmarcesible de donde no saldrá más nunca.

Guaidó no existe ni como presidente interino, tampoco como presidente encargado, el que existe el taimado, el tahúr que se apoderó, junto con un grupo se secuaces, de los recursos y propiedades de los venezolanos; el traidor que pidió sanciones e intervención militar de naciones extrajeras para invadir a Venezuela; el canalla que expresó ante los medios de comunicación que los emigrados de Venezuela constituían una plaga y ponían en peligro la seguridad del país que los acogiera; el pusilánime al servicio de potencias extranjeras; el criminal, responsable de los miles de venezolanos muertos en diversos países, víctimas del racismo y del odio engendrado por él a través de los medios de comunicación; el canalla, comprometido con las diversas mafias mundiales quienes intentan comerciar con nuestras adolescentes para incorporarlas a la prostitución; el mafioso que pacta con los paracos de Colombia para conspirar contra Maduro y el bobo, porque no se da cuenta que no cuenta con un pueblo que lo respalde en sus estupideces.

Guaidó no existe porque su presencia no causa y nunca ha causado un sentimiento determinado dado que no ha sido capaz de tener un pueblo que lo respalde. Este canalla un producto made in USA y ahora, con su muerte política se convirtió en material de desecho, ni siquiera reciclable porque después de su muerte política no le encontrarán, dada su ineptitud, un desempeño en la política nacional y muchos menos en la internacional. Quizás el presidente de Ucrania, el comediante Volodímir Zelenski, que al igual que el taimado Guaidó es otro producto made in USA, podrán formar un grupo para cantar regatón en Miami. Para eso tienen bastante dinero manchado con la sangre de sus connacionales. Para recordar la infausta infamia de Juan Guaidó es bueno recurrir a un viejo adagio vinculado con tus nefastas acciones: "Cuando nadie te recuerda en el mundo de los vivos desapareces de este mundo, le llamamos, la muerte final". Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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