Todavía recuerdo aquellas discusiones acaloradas a principio del 98 en el seno del MAS, y en ellas la imagen de Ismael García, casi gritándoles improperios, a los masistas que no acompañaban la formula del precandidato Hugo Chávez. Más fresca en la memoria conservo aquellas lágrimas plañideras que soltó Ismael, cuando a los pocos días del golpe de estado vino a Maracaibo, a echar el cuento de cómo logró entrar por los túneles secretos de Miraflores, junto al negro Aristóbulo. No salgo del espanto, que me ha producido el Ismael de la segunda discusión de los Títulos y Capítulos de la Reforma Constitucional.
Ni en los tiempos del parlamentarismo cuarto republicano, se había visto tal desenfado y apresuramiento en una bancada, para negar y salvar sus votos en contra de una reforma, que por haberse opuesto a ella, ni bambarito los salvará.
Yo mismo he venido realizando observaciones sobre aspectos muy puntuales de la propuesta del Presidente, y lo más apretado de este asunto, es que los seguiré haciendo.
Y allí está el meollo del punto de los artículos revisables, ¿quien dijo miedo?, pero también ¿quien dijo apresuramiento? Los camaradas parlamentarios de PODEMOS, y más allá, lo que queda de esa militancia, está obligada a desacelerar el carro mato conducido por Ismael rumbo al barranco opocisionista.
Tiene razón la presidenta Cilia Flores, y que conste que a este personaje del aburrido parlamento, pocos atributos le arrimo; salvo los femeninos, y eso con el permiso de su consorte. Ismael y su bancada han debido esperar la tercera discusión, y allí en plena faena parlamentaria, agarrar articulo por articulo, opinar y aportar sobre los entuertos y los derechos a los cuales estaremos sometidos todos los venezolanos una vez aprobada la reforma.
De allí, que el show mediático presentado por Ramón Martínez; que de constitucionalista tiene lo poco que sabrá de medicina, tiene un tufillo parecido a los aullidos de Petkoff, Julio Borges y Rosales juntos. Lidiar con un jefe de la estatura de Chávez, no es cosa para precipitados y mucho menos para jala bolas, el es el epicentro de este tsunami revolucionario que a diario vivimos los venezolanos, y junto a el, tenemos el reto de avanzar, parar, retroceder y no precisamente por un camino recto sin obstáculo. No entender esta realidad nos puede conducir al cementerio donde hoy viven atormentados, hombres como Luís Miquelena y el inefable comandante Urdaneta.
Es angustiante ver como nuestros diputados no encuentran ni una coma mal puesta, en el proyecto de reforma presentado por nuestro máximo líder; pero más exasperante aun, es escuchar los quejidos de Ismael y compañía, por una “democracia” que tampoco se parece al socialismo que dicen defender. Por eso la pregunta, ¿podrá podemos poder reformar al reformista de Ismael?, es tarea de su militancia resolver ese acertijo; mientras tanto avancemos con Chávez por el camino de la Reforma; pero con la valentía estratégica, de revisar sus artículos y donde sea necesario la observación que se haga, porque de lo que se trata es de construir la nueva sociedad socialista, sin los viejos valores de la democracia cuarta republicana, y por supuesto mucho menos, las de aquellas anquilosadas sociedades socialistas, estatistas, monocolor y antidemocráticas.
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