El candidato único

Dentro de la idiosincrasia de cada pueblo existen características e incluso comportamientos comunes que se manifiestan sin distingo de raza, credo o condición. Conductas que sobreviven la más férrea dominación, transmitiéndose misteriosamente por generaciones como si se tratara de información genética.

Los venezolanos por ejemplo, nos llenamos de júbilo y celebramos en grande cuando un compatriota logra figurar en el exterior, lo mismo nos da que sea en el concurso Miss Gay Internacional o en la triple corona de cualquier cosa. La figuración sostenida de un presidente nuestro en el escenario internacional no iba a ser la excepción; aunque unos le acepten y otros no, todos seguimos cuidadosamente sus pasos.

Igualmente, hemos hecho de la “viveza” un paradigma de vida más cercano al mito que a la realidad. Sabemos hasta la saciedad que somos súbditos del coloniaje de una selecta minoría que detenta los medios de producción, que no hay cama pá tanta gente y sin embargo buena parte de nosotros aspira obediente al anhelo individual de canjear su condición de explotado por la del patrón, a pesar del avance de la revolución bolivariana. El síndrome del lotero les ayuda cada semana a prolongar la estancia con Morfeo mientras se repiten ansiosos que esta vez si ganarán. En diciembre pasado, ni el propio Manuel Rosales creía en su propuesta, si es que así puede llamarse una tarjeta plástica sin fondos; pero más de tres millones estamparon su voto contra Chávez, temerosos por el futuro incierto de un capitalismo que les debe demasiado como para permitirle que se vaya sin pagar.

Que pensamiento ni partido único, lo que tenemos aquí y con el referendo aprobatorio de la reforma electoral ya serán nueve procesos electorales padeciéndolo, es la feroz dictadura del candidato único.

Chávez versus Chávez, verdadera tiranía impuesta por una oposición carente de opciones sustentables; falta poco para que lleguen al extremo de exigir que sea él quien presente su propio contendor, lo que no sería ni malo. Después de todo hilvanó en pocos años un país atomizado hasta unificarle en torno a dos grandes grupos que tienden a fusionarse. Al menos así lo refleja el setenta y tantos por ciento de popularidad que registra el Presidente en encuestas de Tirios y Troyanos.

La maquinaria mediática pierde audiencia y credibilidad, las mentes empacadas al vacío no responden el llamado a enrolarse como autómatas en nuevas aventuras que tanto daño inútil le han causado al país.

La reforma constitucional sorprende a la oligarquía sin convocatoria para ganar el referendo o alzarse contra las instituciones; la hora mercenaria se acerca, los cobardes encienden la hoguera de sus vanidades ordenando el baño de sangre desde la cómoda retaguardia.

Pero los hermanos en Venezuela comienzan a descubrir la causa cierta del resentimiento que erradamente han focalizado en Chávez. Van despertando de la pesadilla capitalista que beneficia a una elite y comienzan a entender nuestra lucha por ser libres.

Más les vale.


cordovatofano@hotmail.com


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Daniel Córdova Tofano


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