En lo absoluto nos sorprende la posición del General Baduel sobre la reforma constitucional hecha pública esta semana en rueda de prensa desde un hotel capitalino, pues ya él había asomado alguna inquietud en sus últimas apariciones públicas todavía como activo militar de alta jerarquía. Por otra parte, su retiro del ejército e incorporación a la vida civil le coloca en plena libertad de opinar como mejor le parezca sobre cualquier asunto que tenga que ver con el país y su destino, sin que nada ni nadie se lo impida, pues el gobierno del Comandante Hugo Chávez Frías ha sido respetuoso de la libertad de opinión como nunca antes lo fue alguno en la historia de este país, al menos, en sus últimos cincuenta años.
Lo que sorprende, más allá de comunicar su oposición a la reforma constitucional quien pocas semanas antes la defendía e, inclusive exhortaba a votar en favor de su aprobación en foros realizados en el estado Aragua, es haber seguido para hacerlo el mismo guión de los golpistas del año 2002 y de los actos terroristas de diciembre de ese mismo año y enero del 2003, como fue su sorpresiva aparición en las cámaras de la televisión para hacerle un llamado a sus compañeros de armas a reflexionar sobre la reforma que la calificó como artero un golpe de Estado si la misma resultaba aprobada el 2 de diciembre, argumentado una supuesta componenda tramposa entre los poderes Ejecutivo y Legislativo para dar ese zarpazo, lo cual sugiere, a todo evento, que ese llamado es, ni más ni menos, a la rebelión castrense contra el gobierno, lo cual constituye, además de un grave delito, una conducta traicionera, en primer lugar a los principios institucionales que se ufanaba de defender con una perorata jurídica que tanto a tirios y troyanos llamaba la atención y, en segundo término, al propio presidente, a quien debió haberle comunicado su decisión como un civil más que por haberle servido a su gobierno en cargos de altísima responsabilidad en el estamento militar por varios años, le ofrecían como a ningún otro venezolano del común todas las posibilidades para mantener cuando lo quisiera con él un diálogo sin limitaciones de índole alguna.
De manera que estamos ante un personaje que decidió saltar la talanquera de una forma sumamente extraña y que por ello nos hace pensar que no anda solo, sino que es parte y bien activa de la gran conspiración de la derecha venezolana para impedir que la reforma y el mismo proceso de cambios que lidera Chávez continúe su exitosa marcha hacia la construcción de la Venezuela de justicia y de igualdad que el pueblo reclama. Sus antecedentes como militar formado en la Escuela de las Américas en el Fuerte Benning, de donde salieron todos los gorilas que mancharon de sangre y de ignominias a nuestras patrias durante décadas del siglo pasado, pudiera explicarnos el camino que Baduel optó por transitar a partir de ahora.
Que su discurso fue ambiguo en esa comparecencia con los medios, porque a la par de hacer ese llamado a sus compañeros de armas, dijo que había que acudir al proceso electoral y votar por el no, ciertamente pudiera pensarse que allí cometió una pifia, pero no creemos que sea el caso. Baduel fue muy claro cuando afirmó que la reforma era una trampa y que su aprobación significaba un golpe de Estado, con lo cual sólo es posible deducir de allí que se vendió al enemigo de la revolución y en la nueva misión que tiene ha dispuesto empeñar todos sus esfuerzos hacia el objetivo de derrocar al gobierno, pues para nadie es un secreto que la reforma será aprobada por la mayoría del pueblo el venidero diciembre.
No tenemos otra lectura de su mensaje al país
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