La enmienda, aún concebida para resolver el problema puntual del liderazgo de la Revolución Bolivariana, restituye la capacidad real de sujetar el poder a la voluntad popular y no de someterla a un marco jurídico ideado por los intermediarios entre el poder popular y el poder del estado: los partidos. Pero si las limitaciones respecto a las duraciones de los mandatos y el mal usado principio de alternabilidad son parte de esos mecanismos de la democracia burguesa para mantener el poder, ¿una enmienda que busca resolver un problema de liderazgo no será tambien otra manera de mantener el poder? Si lo es, pero la diferencia principal es que ese nuevo poder reside plenamente en la voluntad popular, ese nuevo poder que se gesta y se proteje en Venezuela es el Poder Popular.
La Revolución Bolivariana no busca hoy, ni buscó ayer, negociar un pacto con quienes detentaban el poder político, y aún detentan el económico. Asume su responsabilidad junto con la necesidad de cambio de nuestra realidad social, y afirma que el único instrumento para conseguirlo somos nosotros. El movimiento opositor, luego de fracasar en sus intentos de salir de Chávez "como sea", ahora espera que el tiempo genere una crisis en el liderazgo bolivariano que le lleve a cometer errores, fragmentarse y retroceder. Su entender de la "alternabilidad", una norma jurídica que súbitamente les devolvería el poder, priva para ellos sobre la voluntad popular, sólo reconocida y alabada cuando les es favorable.
Ya un día votaron contra la constitución y la alternabilidad que ella establece. Hace 10 años el discurso del cambio y la transformación social les era ajeno y trasnochado; "con la constituyente no se come" nos decían; hoy no sólo se han hecho parte de, y defienden, el proceso constituyente que llevó adelante el pueblo venezolano, sino que tampoco se atreven a hablar mal de las misiones o de los consejos comunales, se afanan por presentar iniciativas de pretendido alcance social y se muestran amigos del poder popular. La misma revolución que siempre han querido destruir les ha enseñado a trabajar con el pueblo y olvidar, al menos temporal y superficialmente, la creencia de que existe una clase o raza superior.
El pueblo continuó transitando y construyendo el camino constituyente, el de la construcción, y si hoy ellos estan en el punto en el que estuvimos hace diez años, les invitamos a seguirnos el paso: su evolución es prueba de la capacidad de cambio de la sociedad y de que el proceso siempre ha sido incluyente.
Lo que esta planteado entonces es reafrimar el camino popular de la democracia en Venezuela, reafirmar el compromiso de que colectivamente resolveremos los problemas. Para los revolucionaros votar por el sí es confiar en nosotros mismos, es reafirmar la voluntad de construcción del Poder Popular y es anticipar la solución ante un eventual problema de liderazgo. Quienes votan por el no se niegan como pueblo y desconfían de quienes supuestamente son o deberían ser la razón de sus políticas.
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