Más allá de los discursos llenos de optimismo con los que se quiere aprovechar el escenario de la victoria del chavismo, indiscutiblemente en lo nacional, se hace menester dentro de l@s militantes y las organizaciones revolucionarias que creemos ahora en el liderazgo de Nicolás Maduro, que se analice en frio y concienzudamente, lo que pasó y viene pasando en Valencia, en ocasión del recién 08/D.
Esta interrogante tiene por objeto aportar algunos elementos que pudieran despejar las incertidumbres generadas por la derrota en la capital de Carabobo, luego de haberse desplegado una campaña inmemorial en cuanto a lo costosa, cantidad y tipo, no vista ni cuando fuera candidato el Comandante Chávez, eso sí, sin discursos con contenido ideológico o histórico en la perspectiva bolivariana y chavista, es más, hasta el rojo lo borraron.
Empiezo señalando que todo comenzó con la forma de escogencia de candidatos a la alcaldía y concejo municipal: Primero: En esto, ninguna participación colectiva y pulcra de la militancia fue tomada en cuenta, pues, a criterio de la gran mayoría y no tienen cómo probar lo contrario, solo privó la opinión y decisión del jefe del comando de campaña nacional y jefe estratégico nacional para designar a Miguel Flores, candidato a la alcaldía de Valencia, habiendo sido éste, en su condición de presidente del CLEC, pero no hizo nada contra el Pollo Gobernador para ponerlo en su sitio por una gestión antipueblo bolivariano y depredadora de los recursos de todos los carabobeños. Ver Informes de Contraloría Estadal.
Segundo: El gobernador Ameliach asumió personalmente, cual tratarse de un interés particularísimo, la estrategia de campaña con anuncio de cualidades generacionales de él, llamando a las familias valencianas originarias de abolengo colonial (ver avisos de publicidad toda página y en colores en la prensa diaria de la derecha y conspiradora como Notitarde y el Carabobeño, así como en Venevisión, donde aparecen Ameliach en rol protagónico y Flores expuesto como capataz de confianza) dando da a entender que él representa los mismos valores de la valencianidad goda de hace 300 años.
Por ejemplo, Ameliach en sus mensajes de campaña señaló que nació en la maternidad del Hospital Central de Valencia, la misma que lleva sin servicio más de 10 años a consecuencia de la quema atribuida a los Salas Rômer y la dilapidación de recursos dispuestos por el Gobierno Nacional para su restauración, sin que él, habiendo sido constituyente, diputado nacional y presidente de la Asamblea Nacional, ministro del despacho, “hombre de confianza” del Comandante Chávez y por ende con poder de ventilar ante el alto gobierno, ahora flamante gobernador, haya hecho ni dicho japa (nada), en favor de las mujeres que debieron parir en este emblemático centro de salud carabobeño.
Tercero: Miguel Flores, sin hacer mención de su recién pasado como legislador de Carabobo en una gestión complaciente con los Salas, asimismo, como secretario general de gobierno con Ameliach, negó las justas reivindicaciones y los derechos a los educadores estadales tan igual o peor, que lo hizo el Pollo Salas, se presentó con una consigna electoral que a todas luces, nadie se la creyó, “por la Valencia de Todos” mientras iba de comunidad en comunidad siempre acompañado (a juro) de las mismas personas, casi siempre empleados de la gobernación y la saliente alcaldía y los fieles integrantes de algunas ubch, ofreciendo solucionar lo que pudo resolver por lo pronto, siendo el segundo, muchas veces primero por ausencia injustificada del otro (recordemos a Radonsky en Miranda) hombre del gobierno regional.
Cuarto: La figura y el apellido de Cocchola en boca de gobernador fue catapultada tanto que fue a parar a Miraflores para que el Presidente Maduro, se hiciera eco de una tormenta mediática que favoreció al empresario de origen italiano. Inicialmente lo martirizaron cuando la oposición lo convierte en “otra víctima” de los “abusos del gobierno”, casi en cadena nacional, es llamado ladrón, ladrón, ladrón, sin que se oficie al Ministerio Público para que éste inicie la respectiva investigación, cuando todavía, a un año de haberse ido el Pollo de la gobernación, nadie haya dicho “se robó esto o aquello”.
Quinto: La jugada imperfecta. Cuando se revisan las encuestas para saber cuál de los precandidatos para la alcaldía de Valencia de parte del chavismo, se percatan que Edgardo Parra (alcaparra en créditos del amigo Yuri Valecillo) tiene la mejor ubicación entre la militancia de base, lo que se convertía en un obstáculo para las pretensiones de quienes manejan las decisiones política en el PSUV., en Carabobo; alguien ingenioso, con mucha estrategia en materia electoral y el mayor interesado en esta campaña para su objetivo estratégico, se le ocurrió, y todo el mundo en los distintos burós políticos, les dijeron amen, “como sabemos Parra tiene bastante cables pelao, metámoslo preso (y lo metieron) para que sus seguidores se vengan con nosotros”. Esta situación, independientemente de la conducta delictiva de Edgardo Parra, lo que trajo fue un descontento mayor porque esa acción fue considerada a destiempo y sin justificación moral ni ética de quienes lo llevaron a cabo, por lo tanto, muchos de los votantes chavistas prefirieron abstenerse o quizá, votaron por el italiano en voto cruzado, para mostrar algo vean la composición del Concejo Municipal.
Entre tanto, no tardaron en aparecer los jalabolas que se disfrazaron de leales y disciplinados, para señalar que la derrota en Valencia fue por culpa de los que no acataron la línea de Chávez, mientras los verdaderos responsables, se encargaron de tapar los ojos del Comandante.
Que cada quien saque sus propias conclusiones y en consecuencia actúe.