Desde hace algún tiempo he sostenido que en Maturín los actores dirigenciales de la oposición han venido estructurando un plan conspirativo que se inició antes de las pasadas elecciones municipales y que ha venido escalando en sus pretensiones.
Ya advertimos, en la antesala de los comicios municipales, que la reiterada presencia de Leopoldo López, María Corina Machado y Henrique Capriles en la ciudad de Maturín pretendía asumir a esta importante ciudad como punta de lanza para el ensayo conspirativo y golpista; sin embargo, pese a que la presencia de estos portadores de violencia y muerte fue recurrente, no logró encender los ánimos de la destrucción y en Maturín sólo lograron trancar de manera esporádica algunas vías. Hubo motines de presos y el recrudecimiento de un sospechoso número de homicidios, lo que, como era de esperarse, soliviantó ánimos ciudadanos y cultivó iras y descontentos que son propiciados precisamente para producir resultados negativos en la valoración de los ciudadanos con relación al desempeño gubernamental.
En la agenda de estos ya nombrados personajes de acerada insensibilidad se tenía previsto establecer alianzas tácticas con sectores desideologizados que finalmente se prestaron para dividir la votación chavista y propiciar con ello la derrota del psuv en Maturín.
Lo cierto es que el neofascismo venezolano acreditado en el partido Voluntad popular obtuvo la victoria electoral en la más importante alcaldía del estado Monagas y luego de esa desafortunada circunstancia el proceso conspirativo adquirió nuevos ribetes. El alcalde, ahora santificado como nuevo jefe de la oposición en Monagas, se ha sumado al golpe progresivo que los sectores antidemocráticos han articulado contra el gobierno de Venezuela. Reiteradamente han cerrado calles y avenidas, quemaron un módulo policial y se han dedicado a intentar multiplicar la violencia aunque no han logrado trascender el ámbito del foquismo pues carecen de apoyo en la población.
Cometieron el error de creer que todo el que votó por ellos estaba en disposición de acompañarlos en el golpe de estado que pretendía el establecimiento de una dictadura fascista en Venezuela.
Transcurridos cuatro meses de gestión del fascismo en el municipio Maturín, ya puede notarse un desempeño claramente antipopular y absolutamente insignificante desde la perspectiva de los logros.
Son funcionarios entregados por completo a los planes golpistas del partido voluntad popular, que en el sumun de la hipocresía no participaron en la organización del carnaval en Maturín, argumentando cínicamente que no lo hacían porque estaban “de luto” por las personas que sus mismos copartidarios asesinaron.
Como en el resto de los municipios donde la oposición controla las alcaldías, el desempeño de la policía municipal es de franco apoyo a las violentas y desenfrenadas minorías que agreden el derecho de los ciudadanos a vivir en paz.
En la gestión del actual alcalde de Maturín, la política esencial pareciera ser sembrar el caos y en esa dirección su más reciente acción la constituye la alteración del sentido del tráfico, ocasionando un caos vehicular de dimensiones dramáticas.
Con esta decisión queda muy claramente establecido el concepto de ciudad que maneja este alcalde y en el cual el ciudadano parece ocupar el último lugar en la manifiesta valoración que se expresa en este tipo de decisiones que incorpora automóviles y locales comerciales como grandes protagonistas de la cotidianidad urbana y que arrincona al ciudadano en el miedo y en la periferia tornándolo extraño y huérfano de todo aquello que le pertenece y a lo que tiene derecho.
El ciudadano de Maturín está siendo arrinconado en una ciudad ahora trocada en ámbito para pasar, para sufrir, para correr, para enfurecerse y nunca para estar o sentirse en casa.
Se está intentando convertir a Maturín en una ciudad bestial, ajetreada y violenta.
Las decisiones de reorientación del tráfico en Maturín parecen tener como objetivo el cultivo consuetudinario de la ira y de la irritación para tratar de propiciar reacciones explosivas en la ciudadanía y engrosar de esa manera la fila de los violentos contra el pueblo y contra el gobierno.
Desde hace algún tiempo, en Maturín disfrutábamos de un eje hermoso, verde y adecuado para compartir y recrearse. Tan bonito eje lo conforma el tramo de la avenida Bolívar desde la redoma Juana la Avanzadora hasta el parque La guaricha.
Como muestra de respeto a la ciudadanía el transporte público había sido desviado hacia calles y avenidas laterales, lo que trajo como resultado que disfrutáramos de un espacio para estar tranquilos, para dialogar con la ciudad y para ser beneficiarios de magníficos atardeceres.
Todo esto acabó drásticamente debido a la decisión irresponsable e irrespetuosa del alcalde al autorizar que el transporte de pasajeros nuevamente invadiera la avenida Bolívar y trajera consigo toda la irritación y el hastío que se produce como consecuencia del constante embotellamiento.
Con esta decisión se pone de manifiesto el verdadero talante de este emperador de la ira que es el alcalde de Maturín.
Es evidente que las decisiones que se han tomado desde la alcaldía de Maturín tienen como objetivo producir y profundizar niveles de insatisfacción en la población para tratar de producir molestias y reacciones políticas negativas contra la gestión de la gobernadora Yelitze Santaella pero por fortuna el pueblo de Maturín una vez más ha demostrado su madurez política y no ha hecho caso de estas intentonas golpistas pues se mantiene firme al lado de la revolución bolivariana.