Mario Silva en Carabobo

A pesar de lo que muchos puedan creer, incluyendo a miembros de su comando, las probabilidades que tiene Mario Silva de ganar en Carabobo son altas. Y no se trata de la fantasía de algún fanático sino de la conclusión a la que puede llegarse luego de escudriñar en los resultados electorales que se han producido en el marco de la "polarización aguda", desde 2002, luego del golpe de abril y el paro petrolero, hasta el presente. Cuatro comicios se han llevado a cabo, tres nacionales (el referendo revocatorio del 15/08/2004, las presidenciales del 6/12/2006 y el referendo del 2-D de 2007) y uno para elegir gobernadores y alcaldes (el 31/10/2004). En los nacionales, los promedios de las votaciones que han obtenido ambos polos en esta entidad son, en cifras absolutas, los siguientes: 37,96% de Chávez, 30,07% de "la oposición" y 31,56% de abstención.

El último de estos actos, el referendo constitucional del 2 de diciembre de 2007, significó la incorporación del tema ideológico a la confrontación bipolar. Todos los "antichavistas" y antisocialistas -ninguno se quedó en su casa- sumaron el 32,22% de la población electoral (P.E); los "prochavistas" y prosocialistas más comprometidos, el 28,77%, y el nivel de abstención se situó en 39%. Hurguemos en estas cifras.

1. Dentro del porcentaje de opositores convivieron, siquiera por ese día -y aquí entramos en particularidades estadales-, los "salistas", los "antisalistas", los militantes de los partidos tradicionales y los "antichavistas" y antisocialistas puros.

A. Los "antisalistas" -"antichavistas" que, a su vez, son enemigos acérrimos e históricos de Henrique Salas Romer- han sido cuantificados en varias oportunidades y se aproximan al 7% de la P.E.  En 2004, una fracción de este segmento (2,51%) se apoderó de la candidatura de Luis Felipe Acosta Carlez e hizo la diferencia para que éste ganara por poco margen. 

B. Gran parte de los "antichavistas" y antisocialistas puros y los militantes de los partidos tradicionales (en 2004, las tarjetas de estos últimos totalizaron el 6,36% de la P.E.) pudieran votar por el candidato de Proyecto Carabobo y Proyecto Venezuela; sin embargo, hay varias circunstancias "negativas" que, con respecto a los partidos de Salas y su "dirigencia", están evaluando:

a. Que por primera vez se presentan a una contienda electoral fuera del ejercicio del poder ejecutivo estadal. Ambas organizaciones (PROCA y PROVE), nacidas en 1995 y 1998, respectivamente, se gestaron y desarrollaron como partidos de gobierno. Es decir, su maquinaria se estructuró con decenas de miles de trabajadores del ejecutivo regional y, a partir de su derrota en 2004, todos los equipos partidistas fueron desmantelados.

b. Que, luego de perder en el proceso del 31 de octubre de 2004, no ejercieron el rol opositor durante más de tres años.

c. Que en las elecciones presidenciales de 2006 decidieron no respaldar al "candidato unitario de la oposición", Manuel Rosales.

d. Que en algunos municipios, como Valencia y Los Guayos, han presentado candidaturas propias que "quiebran la unidad opositora".

C. Los salistas. A través de "las tarjetas del sol" -y esta ha sido una constante desde 1995- el 19,85% de la P.E. carabobeña respaldó a los Salas hasta 2004. Durante ese período, siempre se presentaron a las contiendas electorales desde el poder, con 45.000 empleados conformando su maquinaria -según informaciones extraoficiales- y abundantes recursos publicitarios. Seguramente, y ya que perdieron el control de esa nómina, en esta oportunidad mermará su porcentaje.   

2. El "chavismo". El 28,77% de la P.E. que participó el 2-D constituye el "voto duro" de los socialistas y "chavistas" en Carabobo. Sin la maquinaria partidista conformada -recordemos que aun no había sido constituido el PSUV- y cometiendo varios errores tácticos de efectos irreversibles (que reconocerían posteriormente), sólo contaron con los seguidores más comprometidos. Doce meses antes, en las presidenciales de 2006, Chávez había logrado la reelección con el 46,04% de la P.E.

Para esta oportunidad no contará con el apoyo de los partidos PPT y MEP que, en 2004, aportaron a la alianza bolivariana 0,92% y 0,45%, respectivamente, aunque, según información no verificada, dos tercios de sus seguidores se habrían adherido al PSUV.

El daño que le infligió Acosta Carlez al proceso socialista, tanto por presentar su candidatura para fracturar la base popular como por haber gobernado imbuido en una orgía de corruptelas, testaferros y arbitrariedades, se va a determinar este 23-N. Al parecer, de acuerdo a los últimos estudios, ha sido minimizado.

3. La abstención. 39% de los carabobeños no votaron el 2-D. En las elecciones regionales de 2004, 43,78% dejaron de hacerlo. En los cinco primeros comicios regionales (1989, 1992, 1995, 1998 y 2000) el nivel de carabobeños que se abstuvieron (57,40%, 54,26%, 59,56%, 40,62%, y 42,11%) promedió 50,79%. Por lo tanto, y si se mantiene la tendencia, este índice podría rondar el 45% el muy próximo 23-N.

De la revisión de todas estas cifras se concluye que el crecimiento del nivel de abstencionistas siempre ha afectado más al "chavismo" que a "la oposición". No obstante, quienes participaron a favor de la propuesta presidencial el 2-D constituyen "el piso", el nivel mínimo de la población electoral que respalda a Chávez y a sus candidatos y proyectos. En contraste, quienes se opusieron a la reforma tuvieron diversas motivaciones o intereses; su cohesión en esa coyuntura no implica la existencia de "la unidad permanente". Por el contrario, las luchas internas han sido públicas y notorias. Y quizás, para estos comicios, el aumento de este indicador se relacione más a la desmovilización de bases antichavistas, arrechas con su "dirigencia".

 

En fin, saquen ustedes sus cuentas. Posiblemente coincidan con este humilde escribidor.

 

feolacruz@gmail.com



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Luis Salvador Feo La Cruz P


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