Reviviendo los peores años de la IV República, cuando además de bandas armadas, existían mafias, tribus judiciales y fuerzas de choque, salen de nuevo a la palestra los comunicólogos de otoño, los encuestadores tarifados, los opinadores bien pagados y toda una pléyade de supuestos “expertos” en la materia quienes, tal como lo hicieron en los años dorados de la hegemonía adeco-causaerrista, han convertido el quehacer político en el estado Bolívar en un asunto rastrero, banal y hasta pudiera decirse asqueroso.
Los delitos comunicacionales están a la orden del día. Hablan sin medir el impacto de sus palabras o quizá sí?...acusan sin fundamento, aplicando tan solo la vieja práctica de la descalificación para mellar conciencias...hacen del chisme una crónica y de la crónica un chisme…usan el twitter y la internet a su antojo, no temen forjar un correo ni utilizar el nombre de otros para sus bajas acciones…ni el contralor municipal se salvó de ello y fue blanco de las andanzas de estos inescrupulosos formados en la vieja escuela adeca.
Al contralor municipal le inventaron o le hackearon su correo. Desde un falso correo a su nombre me enviaron insultos y descalificaciones involucrando a un funcionario que tiene altísimas responsabilidades en materia de control de la gestión pública local. La cosa no es una broma aislada, tiene un claro objetivo político. Hay quienes ejercen funciones en la administración pública y no quieren controles. La víctima no fui yo. Tampoco fue el Doctor José Luis Contreras, contralor del municipio Heres, la víctima de estos esbirros comunicacionales es otra. Su víctima es la verdad. Debe haber castigo. Debe haber culpables.
La distracción como herramienta de desinformación…
Así como la ciudad espera se determinen responsabilidades en el caso del terrible suceso ocurrido el pasado sábado cuando mentes enfermas pusieron a circular por distintas vías un mensaje anunciando un terrible accidente en el Puente Angostura con la falsa caída de un autobús repleto de pasajeros a las aguas del río Orinoco. Querían desestabilizar la ciudad la víspera de su aniversario. No es aislado que precisamente cuando la Ciudad Bolívar de hoy, maltratada y descuidada, se preparaba para cumplir 247 años de su fundación, algunos “cerebros políticos” pretendieron distraer la atención de un pueblo que reclama la falta de gerencia de un alcalde que ha sido incapaz de asfaltar sus calles, recoger la basura, alumbrar sus calles y avenidas o de culminar obras paralizadas desde la gestión anterior.
Un alcalde que permanece ausente a la realidad de los mercados municipales, a quien le importa un pepino la especulación o el acaparamiento del cual es víctima su pueblo, que no tiene planes en materia de salud y que tampoco pega una en cuanto a economía informal, evidenciándose más bien como promotor de la política del famoso Eudomar Santos, aquel célebre personaje de novela cómodo y carente de visión que ante cualquier problema se conformaba con la prédica que reza “como vaya viniendo, vamos viendo”. Por eso la estrategia de distracción es su única salida.
Noam Chomsky, en su libro “Armas silenciosas para guerras tranquilas” recordó las 10 estrategias básicas de manipulación mediática. La distracción es una de ellas y eso fue lo que intentaron hacer los autores intelectuales de la vil matriz de opinión que ocupó la atención de la tranquila población bolivarense. Describe Chomsky la estrategia de la distracción como elemento primordial del control social. La distracción perversa generada con la falsa caída por el puente Angostura de un autobús con 52 pasajeros a bordo fue concebida como una estrategia para desviar la atención de los habitantes de la capital cumpleañera.
Se movilizaron todos los cuerpos de seguridad y de rescate. Eso llenó de furor el morbo de los autores intelectuales quienes quizá querían también desviar la atención de los organismos responsables de la seguridad para cometer fechorías libremente en una noche de sábado. Si esa fue la motivación tampoco funcionó. Lo cierto es que la ciudad aún está perpleja ante tanta maldad. Y nosotros nos preguntamos si sabremos alguna vez el origen de la macabra estrategia que llenó de pánico a cientos de familias bolivarenses. Nos preguntamos también si habrá castigo para ellos. Sin lugar a dudas hay que trabajar en una legislación que regule ciertos mecanismos de comunicación como la telefonía celular, la mensajería de texto, internet y el twitter que parecen inofensivos o divertidos y han resultado ser armas perfectas para la desinformación, herramientas para el crimen organizado, instrumento para crear caos, en fin, escudo para esconder la ignominia.
Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto. Una verdad bien dicha.
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