Justamente el día en que el niño del Alba cumple años, Evo Morales que asistió como padrino a presenciar su nacimiento, vuelve ahora como presidente de Bolivia a unirse a los padres, Venezuela y Cuba, para constituir un triunvirato.
Estamos habituados a estos rituales mayores cuya ceremonia simboliza el principio de una nueva etapa de vida. Para la gran mayoría de nosotros no hay ese inicio sin una ceremonia nupcial con toda su pompa, acompañada de la posterior gran celebración. Necesitamos estos principios y fines claramente contrastados. Si no existen pues los inventamos y los fechamos.
Y es que hemos convertido la vida en una especie de reality show. Los presidentes se reúnen en continuas cumbres, como los reyes de antaño con sus cortes. Todo es lujo y luminosidad, banquetes. Allí cientos de representantes discuten con otros tantos traductores simultáneos.
Luego de firmar acuerdos, salen y hacen la representación para las cámaras que ya los esperan ansiosas. Las imágenes se reproducen para todo el planeta, cientos de millones de personas las ven simultáneamente. Una vez terminada la representación se desmonta el escenario de utilería, se apagan las luces y cada cual para su casa. Aquí no ha pasado nada.
Y en efecto, nada pasa. Porque todo es una representación para el circo. Las reglas que rigen el juego ya las conocen todos y nadie las discute. Y si las discute vienen las amenazas, los bloqueos y finalmente la invasión, directa o intermediada. Las cosas son simples. Siempre han sido simples. A nivel de hechos e intereses todo está muy claro.
Podemos si estamos aburridos, buscarle las cinco patas al gato y tejer todo un mundo secundario alrededor. Pero en el centro de la casa desde tiempos ancestrales, siempre han estado el fuego, la cocina y la mesa en torno a la cual nos reunimos todos. Enfrente el baño, o los arbolitos para completar el circuito. A los lados las camas o pieles, para el reparador sueño después de un día de trabajo. Y a veces para ayudar un poquito a la especie.
Lo demás es entretenimiento, adorno estético, plantitas, cuadros, algún animalito para engañar el encerramiento entre muros de concreto, tal vez estatus, todo ello prescindible. Antes de que me pregunten si soy enemigo de la comodidad y la vida moderna, les digo que a veces me parecería más sencillo llevar la comodidad al campo que traer este a la ciudad.
Pero no, no estoy en contra. Digo que decir ser humano es decir trascendencia innata. ¿Hablo del cielo, paraíso y todo eso? Si, también de eso. Pero sobre todo de ir más allá de las necesidades y su cíclica satisfacción. Nunca estuvimos conformes con sobrevivir. Siempre buscamos “ese algo más” que cada época pintó a su modo.
Por eso vivimos buscando identidad y dirección y somos tan sugestionables a la crítica, a la pérdida de prestigio, reconocimiento, aceptación. O dicho al revés, por eso siempre han tenido tanta fuerza la excomunión, la expatriación, el temor a convertirnos en parias, en don nadies. Por eso nuestra atención resulta tan fácilmente atrapable y direccionable y pueden hacernos creer lo que deseen. Pero todo eso tiene cual contracara la posibilidad de elegir como queremos vivir. Todo eso nos convierte en seres históricos en lugar de naturales. Ha construido un camino desde la época del pitercantropus erectus hasta aquí.
Y si por todo eso hay que aprender, andar a los tumbos y darnos algunos golpes, yo creo que vale la pena. No, no estoy en contra de nada, sino a favor de “ese algo más”. Y digo que ya podríamos organizar las cosas un poquito más sencillas y sobre todo más disfrutables. ¿Porque de qué nos va a servir una revolución, si seguimos siendo miedosos y amargados?
Volvamos pues a lo simple, sincero, preciso, efectivo. Eso me recuerda un buen amigo que dice que a veces las cosas no son tan sencillas. El por ejemplo concuerda con el señor Bush en no firmar el protocolo de Kyoto, y confía más en invertir en investigación de fuentes de energías alternativas.
Yo estoy totalmente de acuerdo con mi amigo. El señor Bush invirtió, investigó y resultó que tales fuentes estaban en Afganistán, Irak, Irán, Libia, Venezuela, etc. Así que se fue para allá decido a tenerlas. Pero claro, a veces las cosas no resultan tan sencillas.
Estamos claros entonces en que necesitamos una dirección. Necesitamos saber qué queremos, como queremos vivir y como dirigirnos hacia ello, como conseguirlo. Pues las opciones están muy claras. Por un lado tenemos la del señor Bush. Que no es ninguna novedad. Y por otra tenemos algo bastante difuso que llevaba mucho tiempo en la atmósfera.
Hasta que la revolución cubana la fijó, la trajo a tierra, la encarnó, la hizo historia. El señor Castro sentía confianza en el ser humano y decidió explorar esa posibilidad, decidió dedicar su vida a ese sueño. La historia y el precio de tal experiencia ya lo conocemos todos.
Cuando los tiempos estuvieron maduros, apareció el señor Chávez con su boina roja y su revolución bajo el brazo. Y todos saben más o menos el precio que hemos pagado desde entonces. Pero el plan mayor ha avanzado, se ha ido abriendo camino.
Cuba ha puesto generosamente sus frutos al servicio de Venezuela. Gracias a ello el camino de tierra se convirtió en carretera de asfalto. Y ahora, Alba mediante, estamos punto de vencer la gravedad o inercia de la historia y despegar. A este proceso se suma el señor Morales y en sus propias palabras, ya son tres generaciones comprometidas a liberar América.
¿Un sueño? Bueno puede ser. Si Cuba y Venezuela son un sueño, si toda la historia humana es un sueño. Si la dignidad humana es solo un animal que se sueña diferente a lo que es, entonces puedo aceptar que este también es un sueño. Pero que quita el hambre, sana enfermedades, devuelve la vista, alfabetiza, hace accesible viviendas, educación, participación social, llena los corazones de entusiasmo, enciende una luz cada vez más potente a futuro.
En los diez años previos al gobierno bolivariano, hubo solo dos aumentos de sueldos con 80% de inflación, al cabo de los cuales se derogaron todos los beneficios sociales para “flexibilizar las leyes laborales, atraer capitales y crear puestos de trabajo”.
Los últimos siete años en Venezuela los sueldos aumentan por encima de la inflación, este año 40% con la inflación en un dígito, y esperamos que igual la desocupación. Se derogaron todas las leyes neoliberales y se crearon nuevas. Se multiplicaron las fuentes de trabajo privado y hay inamovilidad laboral que se renueva cada seis meses.
Aparte de ello están las misiones. Comida básica 40% por debajo de la inflación, salud en todos los niveles, educación en todos los niveles, sueldo para las madres a cargo de sus hijos que no tienen trabajo. Créditos al alcance de todos, vivienda digna a precio de costo y a pagar según lo que ganas y con bajísimos intereses. Crecimiento sostenido del país, el mayor de América en los dos últimos años. Sabotajes y golpes de estado de por medio.
¿Es simple no? ¿Hay motivos para la participación entusiasta? ¿Será este un gobierno interesado en el pueblo? Como dije, si estás aburrido o amargado puedes empezar a buscarle las cinco patas al gato y crear todo tipo de adornos secundarios, pero los hechos hablan por si mismos. Y si los hechos no hablaran allí está el rostro sonriente y hospitalario del venezolano.
La complementación de economías sociales cubana y venezolana que hizo esto posible en tan pocos años, dio lugar al ALBA, que en solo cinco años multiplico por cinco el intercambio entre ambos. Forjó infinidad de empresas entre ambos estados, complementando las capacidades y recursos y potenciándolos, abriendo el estricto bloqueo de 40 años.
Este dinámico y alegre crecimiento es lo que desborda las fronteras y lleva a ambos países a compartir su proceso con los pueblos hermanos. Alfabetización, salud social, ayuda en catástrofes climáticas. Pero también acuerdos similares con gobernaciones, la de Paraná en Brasil. Con alcaldías en Nicaragua. Con cooperativas y asociaciones sociales en toda América.
Venezuela termina de comprar la cooperativa de ahorros sociales COFAC en Uruguay, para reiterar la política de préstamos sociales al campo y a la pequeña industria. Un porcentaje del superhábil se invierte en obra social, reproduciendo las misiones. Ahora se apresta a hacer lo mismo en Bolivia. La lista es interminable pero para muestra alcanza un botón.
¿Quieren otro botón? Perú se negó a permitir que un vuelo de personas de bajos recursos camino de ser operado gratuitamente en Venezuela, dentro de la misión Milagro, atravesara su espacio aéreo. El gobierno de El Salvador se niega a exonerar impuestos de uso del aeropuerto a las naves venezolanas que vienen a recoger 600 personas para operarlas de la vista, así como impuesto de salida a tales personas. ¡Vaya salvador!
Este proceso simple, sincero, preciso y efectivo, desemboca en el tercer socio del ALBA. Ahora Venezuela y Cuba se comprometen a reproducir su proceso en Bolivia, a crecer los tres juntos en todos los ámbitos. No esperaron a que Bolivia se integrara. Hace meses que la misión Milagro, Robinson de alfabetización, la ayuda solidaria para las inundaciones están en Bolivia.
No hay chantaje, presión, competencia, amenazas, agresiones. Simplemente creatividad que se abre caminos, solidaridad que sobrevuela temores y alambradas de púas. Los medios de comunicación y los que actúan para ellos siguen representando sus guiones para el circo. Pero el pueblo está mirando para otro lado, está sintiendo el calor y la sustancia de los hechos.
Porque no es lo mismo ver un banquete por TV con el estómago vacío, tragándote la rabia y la indignación, que invitar a los amigos a casa y sentarse alrededor de la mesa, la familia contenta, el pan ganado con dignidad. Tal vez la dieta sea humilde, pero sabe a gloria.
Este es el camino de los simples hechos, de alguien que un día apostó al valor del ser humano y dedicó su vida al servicio de ese sentimiento. Lo convirtió en hechos, en carne, sangre y huesos, en historia. Alguien que no creyó el cuento de la barbarie, que pese a que todo jugaba en contra, decidió confiar en lo que su corazón susurraba.
Esta es la simple historia del ALBA, que hoy cuenta ya con tres generaciones que comparten un mismo sentir, confían en sus sueños, los convierten en hechos y traen al mundo eso tan difuso de hermandad, justicia, libertad, igualdad.
Esas son las simples, sinceras, precisas y efectivas opciones que tenemos a futuro. Sumar nuestras fuerzas a esta amplia avenida de pueblos, plena de colores, canciones, entusiasmo, creatividad multiplicativa. Concentrar nuestra atención y fuerzas con decisión y firmeza, en esa corriente de hechos y vida crecientes, expansivos.
O permitir que el reality show nos hipnotice otra vez, nos haga creer que somos impotentes para vivir como elegimos hacerlo, para construir juntos nuestro futuro. Poniéndonos a nosotros, que siempre hemos sido los constructores, otra vez a competir unos contra otros como fieras enardecidas, al ritmo de canciones de guerra y destrucción de todo lo hermoso.