Uribe destruye la CAN con el TLC

Ocurrió lo que tenía que ocurrir como consecuencia inevitable del ALCA, ahora llamado Tratado de Libre Comercio (TLC). Los intereses del TLC o mejor “Tratado de Libre Imperialismo” (TLI), son totalmente antagónicos con cualquier política integracionista de los países Latinoamericanos.

La decisión del presidente Chávez de retirar a Venezuela de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), por iniciativa propia, sin la reunión del organismo para discutir la situación surgida con la firma del TLC por parte de tres miembros de la CAN, es muy acertada. Después de treinta y cinco años de dimes y diretes, de idas y venidas, para crear el organismo de integración entre países con vínculos históricos y geográficos muy estrechos, la actitud asumida por los gobiernos de Colombia, Perú y Ecuador de firmar el TLC, a espaldas de sus pueblos, en abierta contradicción con sus mayorías nacionales, es la expresión más clara del poco o nulo interés que tienen estos gobiernos (oligarquías) en la integración Sudamericana.

Para ubicarnos en el tema es necesario preguntar:

¿Qué es la integración?

¿Para que sirve la integración?

De la respuesta a estas dos preguntas debe salir la explicación de porqué aplaudimos la decisión del presidente Chávez de retirar a Venezuela de la CAN.

Por integración se entiende la unión o articulación de las economías de varios países acordada sobre la base de ventajas recíprocas que se realiza en diferentes etapas: intercambio preferencial; zona de libre comercio; unión aduanera; mercado común; unión económica o integración total.

Las primeras experiencias de integración en Latinoamerica las realizaron: la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC) y el Mercado Común Centroamericano (MCCA) en 1960. El Grupo Andino en 1969. El Mercado Común del Caribe (CARICOM) en 1973: El Sistema Económico Latinoamericano (SELA) en 1975 formado por 25 países con el fin de buscar la convergencia de los otros organismos de integración. La Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) en 1980: Y por último MERCOSUR.

Si ante tantos fallidos intentos la integración no se ha concretado, nadie puede afirmar que es por falta de voluntad de gobiernos y pueblos Latinoamericanos.

Entonces, la razón debe ser otra. El presidente Chávez lo ha expresado de manera muy explícita, “falta de decisión política”. “Que la política arrastre la carreta de la economía y no al revés,” dixi Chávez.

¿Por qué? ¡Ah! Porque en todos los intentos de integración lo que priva es el interés de las oligarquías supeditadas a las transnacionales y el imperialismo. El interés de los pueblos, el interés de las mayorías nacionales no figura por ninguna parte en los organismos de integración. Las mayorías populares como no tienen empresas ni entidades bancarias ni cotizan en la bolsa, no son tomadas en cuenta. La integración ha sido para ampliar negocios de las oligarquías al servicio de las transnacionales y el Imperio.

La otra pregunta ¿Para qué sirve la integración?

La integración sirve para muchas cosas, en consecuencia no puede tener la economía como único objetivo. Lamentablemente, así ha funcionado y los resultados están a la vista: no sirve, es una integración bobalicona por cuanto no tiene claro el objetivo: lucha contra la dependencia, dominio y sumisión impuestos por el imperialismo que, aun cuando en el transcurso de nuestra historia republicana haya tenido diferente gentilicio, sigue siendo el “mismo musiú...” que en doscientos años de historia republicana, saquea nuestras economías, transfiere las riquezas, impone la explotación a nuestros pueblos. Si en los procesos de integración este objetivo no está claro ¿Para qué la integración?

La integración que tenga como objetivo la lucha por la defensa de la soberanía de nuestros países, la defensa de sus riquezas naturales, de su economía, de su cultura, ¡está en lo cierto! Ese mecanismo, como dixi Chávez, “debe ser la política, que debe ir por delante para que arrastre el carro que transporta las luchas y aspiraciones de las mayorías nacionales.”

La guerra de independencia contra España fue un acto esencialmente político. La lucha de la Cuba Revolucionaria y Socialista ha sido un hecho esencialmente político. La guerra es un hecho esencialmente político. Y la lucha actual por la independencia económica de Latinoamérica es una guerra, en consecuencia un hecho esencialmente político. Y en ello el presidente Chávez ha demostrado tener claridad.

Entonces, ¿Quién está en la posición cierta frente al proceso de integración Sudamericana? ¿El presidente Chávez o los presidentes Toledo, Palacio y Uribe? Si los intentos de integración de nuestros pueblos - empezando por el Congreso Anfictiónico de Panamá - han sido boicoteados, saboteados: primero, por el naciente imperialismo de los Estados Unidos que, convertido en potencia mundial, pretende asfixiar, aplastar la justa aspiración de soberanía e independencia de nuestros pueblos.

Si Toledo, Palacio y Uribe se alían con el Imperio en detrimento de los intereses de sus aliados históricos y naturales, los países Sudamericanos, tal actitud constituye no sólo una traición a dichos países, sino algo peor, una traición a sus respectivas mayorías nacionales, que han gritado el rechazo al TLC o ALCA, en multitudinarias manifestaciones, cortes de carreteras y enfrentamientos en las ciudades con la Fuerza Pública.

¿De qué democracia hablan estos presidentes lacayos del Imperio, que no acatan ni escuchan la voz de sus propios pueblos que, de múltiples maneras, han dicho no estar cerrados al diálogo, que exigen la discusión del TLC de cara al pueblo, no en círculos cerrados, y que la decisión final surga de un Referéndum? ¿Por qué le temen a sus propios pueblos, en lugar de temerle a las patrañas y argucias del Imperio?

Es en atención a estos análisis que aplaudimos la decisión del presidente Chávez de retirar a Venezuela de la CAN. En el seno de dicho organismo no hay en este momento nada que discutir. Es una necedad sentarse en una mesa con Toledo, Palacio y Uribe, lacayos del Imperio. ¿A discutir qué? ¿Acaso estos presidentes no han asistido a las cumbres convocadas para firmar acuerdos de integración Sudamericana (Cusco)? Allí, el señalamiento principal es la situación de pobreza en países que disponen de inmensas riquezas. La solución del problema de la pobreza extrema está en la solución de la riqueza extrema. Pobreza y riqueza son antagónicas. Siempre la una crece en detrimento de la otra. Pero la hora de los explotados ha llegado y sus puños de ira se levantan por todo el continente, señalando al Imperio, a las oligarquías y a los gobiernos lacayos como el de Toledo, Palacio y Uribe.

El TLC es instrumento de dominación y sumisión imperialista que se encuentra en fase de culminación luego de un largo proceso que se ha desarrollado en varias etapas:

Primera etapa. La transferencia (pillaje) a entidades bancarias de Estados Unidos y de la Unión Europea, de miles de millones de dólares procedentes de fondos latinoamericanos. Por ejemplo, de México 100 mil millones; de Ecuador cuarenta mil millones; de Argentina sesenta mil millones. En Venezuela, con la quiebra de las entidades bancarias (1994), más la cobertura financiera entregada por el gobierno, también robada ¿qué cuantía tuvo el pillaje? Estas transferencias, saqueos, pillajes, trajeron empobrecimiento masivo de la clase media, devaluación de la moneda, eliminación de programas sociales vitales para los sectores populares, disminuyó la financiación de los sectores productivos, y aumentaron las tasas de interés.

Segunda etapa, de desindustrialización para volver a la anterior “división internacional del trabajo”. Volver a ser países vendedores de materias primas (agrominerales)

Tercera. etapa. Aumentan las exportaciones estadounidenses con subvenciones y tarifas protectoras no sólo sobre productos agrícolas, también industriales. Crece el Libre Comercio sustentado en el proteccionismo para importantes sectores económicos, o sea, se profundiza el “Tratado de Libre Imperialismo.”(TLI).

Cuarta etapa. Provocar la quiebra de empresas para privatizarlas. De manera especial las empresas estatales (electricidad, teléfono, aerovías, etc.) y entidades bancarias tanto públicas como de la banca privada nacional.

Quinta. Es la etapa de la explotación que, unida a las etapas de pillaje mencionadas, completan el cuadro con las reformas de la Ley del Trabajo (Caldera/Petkof); aparecen los campesinos arruinados y desplazados; obreros desempleados que forman el ejercito de miseria para la maquila, bajos salarios, esclavitud de niños y mujeres, sin horario de trabajo, sin seguridad social, sin salud ni educación. Para imponer estas condiciones de explotación, el Imperio instaura gobiernos de fuerza: dictaduras militares (Chile, Argentina, Uruguay); o gobiernos de fachada democrática (la Venezuela adeco/copeyana). Se instalan bases militares gringas en zonas ricas en minerales, petróleo o biodiversidad: Manta en Ecuador; Iquitos en Perú y otras. Con el pretexto del “terrorismo” y el “narcotráfico”, el Imperio selecciona a Colombia como instrumento de agresión imperialista contra otros países; le financia la carrera armamentista y mantenimiento de un ejército de 400 mil efectivos. Es posible que en poco tiempo hasta la dote de ojivas nucleares para que cumpla a cabalidad un papel semejante al que realiza Israel en el Medio Oriente.

Sexta etapa. Preparado el campo de dominio, explotación y sumisión, el Imperio acordó que para el 01.01 2005, arrancaría la Alianza de Libre Comercio para las Américas (ALCA). Pero surge un escollo en Venezuela con Chávez y la Revolución Bolivariana, que denuncia las perversiones del ALCA. Es así como, la “torta” cocinada y lista para ser servida por el Imperio, se comienza a partir, a “mojosiar” y paulatinamente la bandera de la rebeldía y el rechazo se levanta en Brasil, Argentina, Uruguay y despierta el sentimiento de los pueblos latinoamericanos contra el ALCA y enfrentan a sus respectivos gobiernos por su actitud servil. Ante la imposibilidad de imponerla para arrancar su aplicación el 01.01.2005 en toda América, como estaba acordado, el Imperio inventa el TLC, fórmula adoptada para la firma al graneo, país por país, lo cual facilita ejercer presiones y amenazas sobre aquellos gobiernos lacayos que desoyen el grito de rechazo de las mayorías nacionales.

La séptima etapa viene con la aplicación del TLC. Ocupación por las transnacionales de las áreas de cultivo que vayan abandonando los campesinos arruinados y desplazados hacia las ciudades. Entran en posesión de esas tierras las transnacionales de los trasgénicos, de los cultivos intensivos y extensivos, de las tecnologías exhaustivas. Otras industrias nacionales que no superen el desafío de la “competitividad”, también quedan condenadas a desaparecer o ser absorbidas por capitales extranjeros. Con el saqueo total de las riquezas, la pobreza y miseria alcanzará límites inimaginables en el continente que posee las mayores riquezas naturales.

Es a este macabro plan, ya cumplidas casi todas las etapas de su aplicación, al que dan la bienvenida Uribe, Palacio y Toledo con la firma del TLC. ¿Pero cuál es la angustia y desesperación que los motiva a firmar? Ver cumplido el período de su mandato sin poder reclamar al Imperio el pago por su lacayo servilismo. (Que tal si el pago sea el recibido por Noriega, Montesinos Pinochet o los generales argentinos. Parece ser éste el destino de los lacayos).

Veintidós meses estuvieron los delegados de Uribe discutiendo el TLC y ocho días antes de las elecciones parlamentarias en Colombia, se fue a Washington, violando normas del protocolo establecidas para la visita de un Presidente, y ordenó firmarlo. De igual manera, obedeciendo ordenes del amo imperialista, firmó Toledo. En Perú y Colombia hay elecciones en un par de semanas, pero los candidatos del Imperio no tienen seguridad de salir electos, ante la arremetida de los pueblos contra el TLC. De allí la desesperación y premura de Uribe, de Toledo y del Imperio. El presidente Palacio permanece en el “dogaut”, por cuanto el pueblo indígena lo mantiene sitiado en el palacio de Carondelet.

Es elemental entender que tan macabro plan imperialista es para liquidar todo intento nuevo o viejo de integración Sudamericana. De manera que el desmoronamiento de la CAN, no es consecuencia de la decisión sabia, patriótica, bolivariana, integracionista y latinoamericanista del presidente Chávez de retirar a Venezuela, y la de Evo Morales de no firmar el TLC, sino, de la actitud lacaya de Uribe, Palacio y Toledo.

La actitud de Uribe merece capítulo aparte. Lo que ocurra en Colombia en las próximas semanas marcará el destino del TLC, de la CAN y de la marcha lenta o a paso de vencedores de la integración. El gobierno colombiano es el lastre de la política en América Latina. Por tradición carece de solidaridad con sus países hermanos (recordar la guerra de Corea, la guerra de las Malvinas, el respaldo a la invasión de Irak). La oligarquía colombiana siempre mira con devoción al Imperio de turno. No en vano en Colombia se libra una guerra que ya cumple cincuenta años. El Imperio tiene muy clara esa situación y no escatima dólares para financiar la guerra con el pretexto del “narcotráfico” y el “terrorismo”.

Desde siempre la oligarquía y jerarquía católica imponen en Colombia sus designios. El pueblo colombiano tiene doscientos años en guerras continuas contra esas oligarquías económicas, políticas y clericales. El odio del pueblo colombiano contra ese instrumento de dominio, quedó patentizado con la muerte de Gaitán. Las muchedumbres enfurecidas no se fueron a tomar la sede del gobierno ni buscar venganza en los adversarios políticos, dirigieron su furia contra las iglesias y las incendiaron, contra los conventos para asaltarlos y violar monjas y contra los santuarios de la oligarquía. Y ese fenómeno no ocurrió sólo en Bogotá , sino, en otras ciudades y pueblos de Colombia. De allí surgió la actual guerra, que ya lleva cincuenta años y que Uribe prometió acabar en el primero de su gobierno. Para ello vendió la soberanía del país al imperialismo que lo ha dotado de tecnología militar avanzada, la misma que utilizó en Vietnam, ahora en Irak y que según los resultados fue derrotada allá, está siendo derrotada en Irak y también por la guerrilla colombiana.

La tragedia de Uribe es su fracaso en la guerra, aun con el apoyo gringo Esta angustia lo llevó a la desesperación y premura para firmar el TLC, incumpliendo las pautas trazadas por la CAN cuando dio el visto bueno a los países que quisieran firmar el TLC: “no firmar nada que lesione la integridad económica de los países andinos”. Pero, ni Uribe ni Toledo cumplieron esta advertencia y traicionaron la integridad de la CAN.

De manera que son ellos con su actitud lacayuna hacia el Imperio, enemigo de la integración, quienes mataron a la CAN; y no Chávez con su posición digna, bolivariana, integracionista y latinoamericanista.

Pero en unos meses la CAN puede renacer, con inusitada fuerza, libre del lastre oligarca, cuando se conozcan los resultados de las elecciones en Perú, en Colombia y los indígenas de la CONAIE y el PACHACUTIC echen a Palacio del palacio de Carondelet y los pueblos le pongan fin al “Tratado de Libre Imperialismo” (TLI).

Email: leonmoraria@cantv.net


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León Moraria

Nativo de Bailadores, Mérida, Venezuela (1936). Ha participado en la lucha social en sus diversas formas: Pionero en la transformación agrícola del Valle de Bailadores y en el rechazo a la explotación minera. Participó en la Guerrilla de La Azulita. Fundó y mantuvo durante trece años el periódico gremialista Rescate. Como secretario ejecutivo de FECCAVEN, organizó la movilización nacional de caficultores que coincidió con el estallido social conocido como "el caracazo". Periodista de opinión en la prensa regional y nacional. Autor entre otros libros: Estatuas de la Infamia, El Fantasma del Valle, Camonina, Creencia y Barbarie, EL TRIANGULO NEGRO, La Revolución Villorra, los poemarios Chao Tierra y Golongías. Librepensador y materialista de formación marxista.

 leonmoraria@gmail.com

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