El COVID-19 es una de tantas pandemias que la humanidad ha tenido que afrontar a lo largo de su historia. Para no ir tan lejos en 1918 tuvimos una que se estima mató entre 50 a 100 millones de personas, infecto a la tercera parte de la población mundial y exterminó a casi el 6%. Esto sumado al hecho que terminaba una guerra mundial.
En 1957 vino otra pandemia, en ésta hubo un millón de muertes estimadas. En 1968 nos atacó otra pandemia, se estimaron entre 1 a 4 millones de muertes. En 2009 surge otra pandemia, esta vez dejando más de 1.400 millones de infectados y se estiman entre 50.000 a 150.000 muertes, muchos ni nos enteramos. Hoy nos afecta una nueva pandemia.
No tiene nada de nuevo comparado con las anteriores a excepción de un arma muy mortal: las redes sociales. Nunca antes las personas habían estado tan temerarias ante la muerte, porque nunca antes nos recordaban a diario que las personas mueren en cifras alarmantes. Jamás en la historia se había vivido una pandemia en la que minuto a minuto se contaran los muertos, las víctimas, los casos.
Todos los medios, en todos los países, están contando muertos. Todas las redes están inundadas diariamente de información en la mayoría de casos sin conocimiento o contexto. Nunca antes el planeta estuvo totalmente enfocado en el seguimiento de miles de muertos pensando que esta es una cifra escandalosa, sin poner contexto alguno al número de personas que mueren diariamente.
Para ponerles contexto ahí están cifras. En lo que va de año han muerto 100 veces más personas por hambre que por COVID-19, pero de eso muchos ni se habían enterado. En lo corrido del año han muerto 10 veces más personas por enfermedades asociadas al VIH o ETS, cerca de 390.000 personas, pero igualmente el mundo no estaba en cuarentena sexual.
La influenza había matado a la fecha más de 100.000 personas, 5 veces los muertos del COVID-19 pero eso apenas lo conocemos. 1.9 millones de personas han muerto por cáncer en este trimestre y es una realidad que tenemos que afrontar día a día, le puede dar a cualquiera y no por eso dejamos de vivir.
De allí esta reflexión: hay que respetar la cuarentena, quedarse en casa, respetarla al pie de la letra la cuarentena. Pero solo por corto tiempo, porque si la economía colapsa muchas personas no tendrán hogar, ni trabajo y no tendrán salario. Por tanto no tendrán alimentos, no tendrán como pagar nada. Ojala la cura no cueste más vidas y miseria que la misma enfermedad.
Lo que es mortal es dejar de vivir por el miedo a morir. Hay que respetar la cuarentena, prepararnos, debemos retomar las labores lo antes posible, de lo contrario las medidas tomadas para contener este virus serán mucho más desastrosas que el mismo virus. Debemos reflexionar sobre estos aspectos. Desde luego que no se debe subestimar las guerras biológicas, que es otro tema.