Petróleo: Recurso de poder

Para los pueblos revolucionarios del mundo está bien claro que los enemigos de Dios no buscan el reino de los cielos sino el de las entrañas de la tierra para embadurnarse del poder de Satán y así encender los fuegos del odio y la dominación sobre la faz de la tierra. De allí se entiende su obstinado empeño en querer destruir la fe de los pueblos, sus gobiernos y modelos políticos que son contrarios al sistema capitalista.

Precisamente, ante esta arremetida del imperio norteamericano, terrorista por lo demás, que pretende torcer el destino insoslayable de los tiempos, debemos prepararnos con una determinación de relámpago, clave y decisiva a la vez, pero también ofensiva y defensiva, tal como lo exigen las circunstancias, para defender con las fuerzas del alma nuestra soberanía y nuestros recursos energéticos que más que eso, son recursos de poder y apetecibles como un manjar para las mentes maquiavélicas del imperio.

A través de estas palabras quiero plegarme al llamado que ha hecho nuestro comandante en jefe y líder revolucionario de prepararnos para la defensa de la patria momentos cuando soplan los vientos secos de la advertencia irracional y agresiva del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica. Desde este espacio clamo para que no dejemos que ningún gobierno extranjero, ni poder foráneo aplique recetas de chantaje y de freno a nuestra soberana decisión de transitar y postular un nuevo marco de relación entre el Estado y la sociedad, fundamentada en otros códigos de convivencia y desarrollo económico y político. Si algo está claro para los pueblos bolivarianos es que la esencia de esta revolución que se impulsa, por su misma naturaleza, es anti-imperialista y contraria a las prácticas hegemónicas del modelo capitalista. Su carácter es otro y su bagaje teórico se sustenta en las ideas del gran proyecto de Simón Bolívar, el de Francisco de Miranda, el de Antonio José de Sucre y otros tantos que soñaron con una patria grande, donde los pueblos de Suramérica fueran realmente libres y soberanos y no sometidos a ningún tutelaje, ni imperios saqueadores de nuestros recursos, quienes no conformes con eso, terminaron aniquilando a millones de aborígenes. Más que una matanza eso fue un genocidio.

La gran verdad de todo esto es que en el trasfondo de los trasfondos Estados Unidos constituye una amenaza cierta y real para el desarrollo de los pueblos. Sus medidas y sanciones son peligrosas y nefastas para el futuro político de América Latina y el resto del mundo, porque no solamente está en juego la posesión y el dominio de los recursos energéticos, sino la perdida de la soberanía de los Estados-Nación, lo que vendría a configurar un poder ultraimperial, cuyo dominio perduraría cientos de años, miles tal vez, como ocurrió con el modelo político-económico del Feudalismo.

Por ello, en el caso nuestro es necesario salirle al paso a cualquier pretensión del imperio norteamericano de querer pisotear la dignidad de nuestra patria y saquear nuestro petróleo, tal como lo ha demostrado con sus decisiones. En sentido y con pasión revolucionaria le decimos a nuestro comandante que siga adelante. Aquí no hay miedo, porque tenemos un pueblo, unas Fuerzas Armadas y petróleo, este último un autentico recurso de poder. Ya lo dijo Andrés Bello en 1836, que la única manera de consolidar las repúblicas nacientes era usando los recursos energéticos como fuentes de poder. Y por el bien de la patria así lo ha hecho nuestro comandante Chávez.


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Eduardo Marapacuto*


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