Por aquello de “quien paga la música escoge las canciones”, los gringos impusieron a Diego Arria en el falso debate de los precandidatos de la oposición. Buena escogencia porque, aunque siempre quiso ser presidente, no tiene intención de competir y se limitó a cumplir con el mandado, que no es otro sino el lanzamiento de la “justificación jurídica” que necesita la diplomacia gringa y la canalla mediática, con miras a una agresión (tipo Libia y Siria) contra Venezuela.
La presencia de Diego Arria en el debate era, como todo en su vida pública, mentira. Los otros lo sabían pero la orden vino del Norte y no les quedaba otra sino ser cómplices, sin querer queriendo, de una tétrica payasada. Después de todo, para él, para ellos y para aquellos, la mentira es la forma “natural” de la política.
Diego Arria es tan bajo que no merece ni adjetivos, pero como no debo discriminar a nadie, tengo que decir que este esqueleto maquillado, miserable payaso de la Cuarta, repugnante corrupto descarado y compinche de Carlos Andrés, es una sabandija. Y una vez recitados algunos (no todos) los títulos del portero, pasemos a los dueños del burdel, el Departamento de Estado y su hermano mayor el Pentágono.
DESENGAÑO IMPERIAL
Quienes diseñan la política exterior y la doctrina militar de Estados Unidos saben a ciencia cierta que la base política de Chávez es tan sólida, y la de la oposición tan endeble, que una derrota electoral del Presidente es, a mediano plazo, improbable, y absolutamente imposible en el corto tiempo que falta para las elecciones. Para colmo, de la misma manera que la mala gestión de algunos gobernadores y alcaldes chavistas hizo que la oposición ganara esos espacios, hoy es casi seguro que en 2012 muchos de esos espacios volverán a los bolivarianos. Para los gringos es obvio que el alcance electoral opositor se ha reducido a menos de 30 % de los votos, y para la oposición el anunciado fracaso del 2012 será el penúltimo de una década de fracasos.
GOLPE HUMANITARIO
Ni siquiera durante la revolución francesa se había visto a una “elite” recibir tal paliza moral por parte del pueblo. Siguiendo el ejemplo de Miranda, los “tierrúos” chavistas han ganado sopotocientas batallas de Valmy. Por eso el Imperio está armando, con la gente de la calaña de Diego Arria, un expediente “legal” contra Hugo Chávez, parecido al que montaron contra Gadafi por el atentado contra el vuelo 103 de Pan Am explotado sobre Lockerbie, con “pruebas” que la justicia escocesa luego descubrió falsas.
La hoja de ruta sería: Diego Arria acusa a Chávez por “delitos de lesa humanidad” (para el burgués la única humanidad es la suya y cree que se la quitan cuando le quitan propiedades). A la demanda de Arria se sumarían gremios derechistas nacionales e internacionales, el Colegio Nacional de Periodistas CNP, la Sociedad Interamericana de Prensa SIP, Colegio de Abogados de Venezuela, la CTV y todo bicho de rabo y uña de la derecha exógena y endógena.
Antes, durante e inmediatamente después de las elecciones aparecerán guarimbas armadas que los medios llamarán “protestas”, y todo intento del gobierno bolivariano de restaurar el orden público se llamarán “represión de la protesta”. Como hoy en Siria, donde las víctimas de ambos bandos en los choques del ejército con grupos paramilitares bien armados son, para las agencias, “muertos por la represión gubernamental”. Preparación del terreno para una intervención.
CHOQUE Y ESPANTO
El resto del guión es conocido pero no por eso menos real: OEA, Consejo de Seguridad, OTAN…apoyarán a los Estados Unidos en su deseo de “evitar el derramamiento de sangre”. También se sumarán Inglaterra, Francia y España, buscando cambiar su decadencia por la “recadencia” del “un dos tres - un dos tres” de sus tropas neocoloniales. Lo demás es lo de menos porque lo sabemos: destrucción y muerte.
Entonces y sólo entonces, destruida Venezuela y diezmado su pueblo, concluirá la campaña electoral exógena de Diego Arria con su nombramiento, previamente decidido en Washington, para el cargo de presidente del gobierno de transición de Venezuela
PARA LA TRANSICION
Diego Arria no es el primer corrupto embojotado que Washington tiene para imponerlo como “!presidente” en un país invadido. Primero fue el corrupto exilado iraní designado presidente de Irak con la tutela del Embajador de la Muerte en Bagdad, John Negroponte. Otro corrupto formado en Washington fue presidente de Afganistán, otro dirige el CNT de Libia. Lo mismo en Nicaragua, en Panamá, en Grenada. Diego Arria es el que tienen reservado para Venezuela.
La casta dirigente gringa no puede reconocer como democrático a un presidente que no trabaje para ellos, ni puede rechazar como pillo a cualquier bandido criollo que siga sus instrucciones. Como en el incidente famoso cuando alguien le dijo al presidente Teodoro Roosevelt que Anastasio Somoza era un “verdadero hijo de puta” y el primer mandatario replicó: “Si, pero es nuestro hijo de puta”. Si alguien le dijera a Obama que Diego Arria es una mierda…
El trabajo de Arria ahora es hacer lobby, formar parte de “consejos de análisis” sobre Venezuela, dar conferencias, ir a fiestas, publicar algún libro con planes imaginarios para el futuro inexistente de una Patria que lo desprecia. El debate sirvió para presentárselo a los lacayos nacionales para que se vayan acostumbrando a la máscara mortuoria que tiene por rostro.
LA HAYA
La presencia de Diego Arria en el debate de la MUD tuvo ese propósito. Los otros candidatos eran actores de reparto, prescindibles, intercambiables, indistintos. Solo Arria representaba el “Plan B”, y por eso sonó más real que las babosadas de los premajunches. Arria “salió ganador” entre los escuálidos porque en el fondo del pensamiento opositor hay racismo, clasismo y deseo de venganza contra un Chávez culpable de alebrestar al pueblo que tanto temen.
La denuncia contra Chávez ante la corte penal de La Haya le da al insignificante Diego Arria una importancia que no tiene, y a nosotros nos alerta sobre los planes de destrucción, dolor y muerte que prepara el Imperio en decadencia contra un pueblo en pleno renacimiento.
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