Definitivamente, la vida se aprende viviendo; no hay otra manera. A través de este ejercicio comprendí un aforismo que no sé si lo inventé o lo leí en un libro de algún pensador chino o árabe y reza así: “Los malos hacen bien el mal y los buenos hacen mal el bien”. Esto está referido al poder ejercido durante los fastos de la historia por ciertos gobernantes; como muestra basta varios botones. Recordemos los nombres de Darío, emperador de Persia, antigua Dāriyūsch, el griego Alejandro Magno, el mongol Gengis Kan, los romanos Julio César y Calígula, muchos de los faraones egipcios, los zares rusos, sin escapar los monarcas como los Reyes Católicos, Leopoldo de Bélgica entre tantos viles hidalgos; los emperadores europeos, como Napoleón y una cáfila de aristócratas cuyos gobiernos dejaron huellas sangrientas en los campos de batallas, en los senderos, en las ergástulas, palacios y todas los rincones del mundo donde un humano se hiciera presente. Según parece, estos protervos hicieron muy bien el mal para mantenerse en el poder por muchos años.
Pero los anales de la historia nos enseña que no sólo en la antigüedad surgieron los malos. Durante el siglo veinte y lo que va de éste, los maléficos parece seguir haciendo muy bien el mal. Por lo general, cuando los medios de comunicación se refieren a los malos el primero que sale a la palestra es Adolfo Hitler dada su política de exterminio contra varios grupos étnicos, pero las poderosos cadenas televisivas, prensa y radio tienden a olvidar al presidente genocida Harry Truman quien ordenó el lanzamiento de la bomba atómica y como secuela de tal atrocidad, la muerte de más de 250.000 personas de la población civil de Hiroshima y Nagasaki. A este par de nefandos podemos agregar al israelí Benjamín Netanyahu responsable de la muerte de miles de palestinos y de millones expatriados de su país de origen. A estos malos modernos es imperativo incluir a Nixon, los Bush, padre e hijo, al español Pepe María Aznar, los caballeros ingleses Gordon Brown y David Camerón. Imposible dejar fuera de mi pensadora al morigerado francés Nicolás Sarkozi y el dueto Barak Obama y su dama de honor Hillari Clinton, responsables de las invasiones, bombardeos y millones de muertos en Afganistán, Irak y Libia. Además de la amenazas que mantienen al mundo en tensión dado que son los únicos poseedores de un arsenal nuclear competente para destruir no sólo el planeta Tierra, sino tres o cuatro planetas similares a nuestra gran casa.
Pero los malos siguen haciendo bien el mal, ahora tienen poderosos cofrades: un aliado militar: la OTAN; un colega político: la ONU y socios financieros como la FMI. BM y la Organización Mundial de Comercio. Estas instituciones están prestas a intervenir cualquier estado cuando aparezca un líder poco complaciente y capaz de enfrentar las funestas políticas neoliberales que atentan contra los pueblos.
Imposible negar que en América si existieron prohombres que hicieron bien el bien, entre los que podemos nombrar Simón Bolívar, Martí, Artigas, Sucre, San Martín…un grupo de soñadores que vislumbraban una patria grande. Lamentablemente los malos no paran de hacer bien el mal y aquel sueño fue truncado por las ambiciones personales de los abyectos.
Pero aquí, en el ámbito nacional, tenemos nuestros malos que hicieron y hacen bien el mal. En Venezuela gobernó Gómez, quien le entregó nuestra riqueza petrolera al oprobioso yankee. Este mal ejemplo fue seguido por los líderes de la cuarta republica, entre los que podemos destacar Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Rafael Cadera, Carlos A. Pérez y Jaime Lusinchi. No cabe duda los referidos hicieron muy bien el mal, de tal manera que durante sus gobiernos la renta petrolera fue a parar a las manos de las transnacionales y la de los chulos de la oligarquía criolla, dejando que proliferara la pobreza en una nación que resguarda una gran riqueza dentro del subsuelo. Recientemente, los herederos, el sexteto de la MUD están prestos para continuar con el legado de aquellos perniciosos gobernantes.
Por fortuna, de las entrañas de América ha surgido un nuevo liderazgo empeñado a enfrentar la nociva política neoliberal destructora de los pueblos. Los nuevos hombres y nuevas mujeres están dispuestos hacer bien el bien y entre ellos podemos destacar al comandante Hugo, Lula, Cristina, Evo, Pepe, Daniel y Rafael, quienes están retomando el camino de nuestro libertadores para hacer de la América del Centro, Sur América y la naciones conformadas por la islas caribeñas, una sola patria. Pero cuidado… la canalla no descansa, sus agentes internacionales y sus vasallos criollos siempre están dispuestos a destruir el sueño de muchos. Ya lo advertí en un escrito anterior (“¿Sólo coincidencias?”), donde señalo lo mismo que hizo Hugo sobre la extraña coincidencias de las enfermedades de los líderes progresista enfrentados a los imperios de las transnacionales. Si los malos han hecho tan bien el mal, vinculados a horrendos genocidios, crueles invasiones, fabricando armas de extermino masivo para acabar con la humanidad, mortales bombardeos, utilizar poblaciones enteras como conejillos de india para probar fármacos, como es el caso de Guatemala y de los aborígenes yanomami, es viable elucubrar que el imperio procure en una forma de acabar con el nuevo liderazgo. Por todo lo anterior concluyo con una recomendación: Hugo cuídate y la obligación de los venezolanos es protegerlo y defenderlo. Debemos evitar que este proyecto tan hermoso y beneficioso para el país y América se interrumpa.
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