La Revolución Cubana, en el contexto de la “guerra fría”, marcó la agenda de la política exterior de Estados Unidos para nuestra América, que creó un antro de torturadores y asesinos conocida como la Escuela de las Américas, hasta el programa económico-ideológico anticomunista que se llamó La Alianza para el Progreso.
Pero la acción más cruel –que debe ser juzgada como crimen de lesa humanidad– es el “bloqueo económico” a Cuba Socialista.
No solo es el daño económico que sobrepasa los 120 mil millones de dólares, es el daño a la sociedad cubana, a su cultura humana, el daño moral, físico, el deterioro biológico, la pobreza; ese daño solo se cuantifica con una frase: el bloqueo ha sido un abominable crimen.
El bloqueo ha dejado profundas cicatrices en la memoria histórica del pueblo cubano, y ha causado serios daños a la economía cotidiana, contra los que luchan los esfuerzos de “flexibilización económica” impulsada por Raúl Castro.
El bloqueo no doblegó al pueblo cubano, a la Revolución Cubana, pero el Gobierno de Estados Unidos, las élites del poder imperial saben del “cansancio social” que han causado 52 años de las acciones criminales contra la patria de José Martí.
El imperialismo yanqui ha reconocido su humillante derrota; pero sabe que ha abierto una grieta, hace control de daños y cambia su táctica.
Ahora sueñan con hacer de Cuba una “Cubalandia”, sembrarles “el sueño americano”, y para ello movilizan toda su armada mediática, tecnológica, cultural, entretenimiento, moda, consumo, aumentos de remesas, préstamos, asesorías para emprendedores y empresas privadas, televisión satelital, telefonía celular, etc.
El imperialismo pronto instalará una base militar, ¡perdón! una Embajada en Cuba, para “el uso de toda una gama de medidas que Estados Unidos puede utilizar para promover un cambio positivo en Cuba” (Obama).