Voy hacer de abogado del diablo, además apelando de alguna manera al pedido del Papa Francisco, quién pidió que: “se le dé la oportunidad de gobernar a Trump”. “Hay que ver qué hace, no podemos ser profetas de calamidades”, ha precisado.
Y la verdad es que tiene razón el Papa, pues es la mejor manera de saber hasta dónde va cumplir sus provocativas promesas, como las de construir el muro en la frontera de México y expulsar a millones de indocumentados. Es cierto que es lo que hace todos quienes ejercerán la política pura y dura; vale decir: “Construir al Enemigo”, en éste caso el indocumentado, “el ilegal”; y que con toda razón el presidente Evo Morales ha puesto los puntos sobre las íes, al reclamar; ¿cómo es posible que en pleno siglo 21 existan todavía los ilegales?
Es en ese sentido que Trump, con una escasa legitimidad social -pues perdió por más de dos millones votos en el conteo del voto ciudadano, y cuenta con escaso 35% de apoyo-; no sé hasta qué punto podrá cumplir su palabra, y que además la empeñado en el cumplimiento y respeto de la Constitución norteamericana, jurando; no sólo sobre la que juró Abrahán Lincoln, si no la biblia que le regaló su mamá.
Es por esa razón que se puede entender, porqué Trump tiene hoy a los ciudadanos norteamericanos en las calles; incluso incurriendo en el delito de sedición, oponiéndose a reconocer a su gobierno con el que no se sienten representados por el nuevo mandamás de la Casa Blanca. Es a estos sectores a quienes debería prestar atención Trump, y no para reprimirlos, si no para que él mismo frene sus anacrónicos anuncios, como el de la construcción de un muro, contra quienes fuera uno de sus socios comerciales más importantes para el esplendor económico estadounidense en la década de los 90.
Vale decir que el cerco sedicioso de quienes se oponen a reconocer como presidente a Trump; evidentemente no significa ningún peligro para Trump, pues se lo disuelve enviando a la policía a reprimirlos; si no que el verdadero peligro para Trump, es el de su suicida decisión de llevar a delante su política de encierro.
¿Será tan torpe Trump de mantener su decisión de encerrarse?, pues volviendo hacer de abogado del diablo, me quedo con el dicho. “El diablo no sabe para quién trabaja”, ya que los demócratas han debido poner el reloj en reversa para contar; cuánto tiempo tarda en caer el nuevo inquilino de la Casa Blanca.