La situación es de tensa calma en Venezuela, donde hay un pueblo consciente que, de aquí hasta el 20 de mayo, fecha de las megaelecciones, pudiera suceder desde intentos de golpe militar, invasión a través de la frontera con Colombia o desde islas caribeñas, incremento del bloqueo comercial y financiero… o absolutamente nada.
Las candidaturas presidenciales lucen apagadas, inconsistentes e intrascendentes, sin excepción, en una competencia presidencial mediocre y aburrida. Internamente, no pasa nada nuevo, la tensión está fuera del país: no se puede descartar cualquier otra agresión temeraria ordenada por el presidente estadounidense Donald Trump. En las elecciones presidenciales, Maduro se enfrentará al opositor Henri Falcón, exgobernador del estado Lara, el principal contrincante.
EEUU ha dirigidos todos sus esfuerzos y mucho dinero para terminar con la Revolución Bolivariana y parece decidido a echar el resto para impedir que se realicen las elecciones, sobre todo las presidenciales, donde se da por descontada la reelección del presidente Nicolás Maduro.
El segundo objetivo de Trump es impedir que una misión de la ONU certifique las elecciones, pues esta se vería obligada a reconocer el triunfo de Maduro, lo que sería grave para Trump, pues le quitaría sustento a la política de sanciones y al bloqueo. Lo único que obstaculizaría que la ONU mande una misión es que se cree un caos, aparentemente “incontrolable” y el Secretario General sea “convencido” de aplicar la “Responsabilidad de Proteger”.
Ésta establece que, si el Estado soberano resulta incompetente para garantizar el orden, la “comunidad internacional” se vería obligada a intervenir. Pero no es suficiente la opinión del secretario general. Y comenzaron a funcionar las repetidoras de Trump. Panamá fue el primer país latinoamericano en imponer sanciones a Venezuela y no se descarta que varios otros hagan caso de la voz del amo. Mientras, el nuevo canciller de Perú, Néstor Popolizio, ratificó al asumir su cargo, la decisión de retirar la invitación al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, para que asista a la octava Cumbre de las Américas, que se celebrará en Lima la próxima semana.
Trump pide una pequeña ayuda a los amigos
El presidente francés, Emmanuel Macron, afirmó que las condiciones de organización de los comicios presidenciales del 20 de mayo en Venezuela no permitían una elección “justa y libre”, al reunirse el martes por la noche con una delegación de la oposición venezolana, integrada por Antonio Ledezma, Julio Borges y Carlos Vecchio, quienes sostuvieron que “con dictaduras ni se dialoga ni se va a elecciones”. También el ministro de Asuntos Exteriores de Holanda, Stef Blok, anunció una gira por las dependencias coloniales de su país en el Caribe, tales como Aruba, Curazao y San Martín, para tratar la crisis en Venezuela y la creciente migración.
Los esfuerzos se dirigen a financiar la capacitación en inteligencia de otros países de la región, como Colombia, Brasil, Perú, Chile y México para que apliquen ellos también sanciones contra funcionarios venezolanos, a quienes podrán acusar, con o sin pruebas –eso no importa- de terrorismo, narcotráfico, lavado de dinero o cualquier otro delito, que pudieran abrir juicios internacionales. Pero el panorama no está tan despejado, señala la privada agencia estadounidense de inteligencia Stratfor: Colombia y Brasil, muy pronto tendrán elecciones presidenciales, con posibles triunfos centroizquierdistas.
El Grupo de Lima, una organización de países creada por EEUU para presionar al gobierno de Caracas, seguirá presionando, aun cuando le ha sido demasiado difícil convencerlos de tomar medidas directas contra Venezuela. La reciente reunión del G-20 en Buenos Aires también fue oportunidad para buscar más apoyos a las posiciones de Trump, y conminar al funcionariado brasileño presente en la reunión a aplicar sanciones financieras y económicas contra Caracas y poner a disposición del Grupo de Lima sus recursos en inteligencia.
Juguemos a las elecciones
La opinión dominante es que las elecciones se realizarán, pese a que un sector de la oposición llama a la abstención, que se transformará en boicot, en violencia, en la opción de Trump. La última encuesta de Consultores 21 (vinculada a la oposición) indica que 7 de cada 10 venezolanos estarían dispuestos a votar bajo el argumento que el voto es la única arma. Para el constituyente Julio Escalona –quien pregunta en Últimas Noticias si ¿Llegaremos al 20 de mayo? -, el primer objetivo del gobierno estadounidense –expresado por algunos dirigentes de la oposición- es radicalizar la abstención y el boicot, las sanciones, el bloqueo, el deterioro de la situación social mediante la guerra de precios y la escasez, para que la crisis social pueda llegar a un clímax “incontrolable”.
¿Qué hacer para impedir la humillación de la derrota y que triunfe el “adversario” al cual desprecia? Hasta ahora ha hecho todo lo posible, contando con la oposición interna que le sirve de instrumento. Y salvo trastornos en la economía venezolana por el bloqueo y los intentos de golpe de Estado, el resultado es desastroso, señala el ex vicepresidente José Vicente Rangel. Los antes verborrágicos y amenazantes dirigentes de la oposición hacen mutis por el foro. La dirigencia que no se fue al exterior (muchos de ellos por los caminos verdes hacia Colombia), vive atemorizada luego que los organismos de seguridad capturaran a quienes participaran en las últimas intentonas golpistas y se muestran dispuestos a dar los nombres de los dirigentes que los mandaban y financiaban.
Y mientras tratan de reinstalar la necesidad de diálogo (que ellos sabotearon dos meses atrás), tienden puentes con las autoridades y hacen promesas de que no participarán en nuevas aventuras.
El frente externo
Pareciera que el frente internacional contra Venezuela, muestra grietas, sobre todo por la casi desaparición de la oposición interna, en desbandada y sin planes propios, sin posibilidad de organizarse para participar en una campaña electoral o para sabotearla. Algunos gobiernos de la región se niegan ya a acompañar el suicidio opositor, bajan el tono de la crítica y dudan de participar en la Cumbre americana de Lima, sin Kuczynski, pero con Trump. Convencido de que los numerosos actos de solidaridad no alcanzan, el ministro venezolano de Comunicación Jorge Rodríguez, realizó una gira internacional para llevar “la verdad de Venezuela” y desmontar las mentiras que difunden los medios de comunicación europeos. Rodríguez denunció la existencia de “una verdadera operación de guerra mediática, de guerra psicológica, casi que de linchamiento en contra de Venezuela”, con “las corporaciones mediáticas como uno de sus aliados”.
Parece que recién ahora el gobierno toma conciencia de una realidad que tiene más de tres lustros: el país sigue sometido desde 2002 a un cerco mediático internacional, donde la opinión público-mediática, trasnacional y provista de un carácter supramoral, apela a los derechos humanos, la libertad de expresión, la crisis humanitaria, la ilegitimidad del Gobierno, poderes públicos y próximas elecciones presidenciales del 20-M. Para la experta Maryclén Stelling, resulta algo tardío, por cuanto se enfrenta a una operación psicológica internacional, concertada, de larga data y de carácter permanente.
Críticas internas
Las críticas de sectores chavistas a Maduro y su gabinete también crecen, mientras los Papeles de Panamá y las investigaciones de fiscales estadounidenses salpican ex altos funcionarios bolivarianos, algunos de ellos muy vinculados la pareja presidencial. Las críticas alcanzan a los asesores extranjeros que convencieron a la dirigencia a deschavizar el país. Primero trataron de imitar a Chávez –jugando béisbol, bailando, incluso “regañando” públicamente a sus ministros, y al pueblo, luego trataron de echarle la culpa de su ineficacia, ineficiencia, devaneos, incompetencia y corrupción.
“Sus nuevos ministros, acariciando su ego, sostenían que había que resaltar su figura (la de Maduro y la propia), y que, ante la escasez de virtudes, entonces, hacer descender la política al terreno de la peor conducta: la trampa, la componenda, la deslealtad, el cinismo, el irrespeto, el show, la indolencia”, señala el exministro de Petróleo y presidente de Pdvsa, Rafael Ramírez, acusado de corrupción por el gobierno Mientras Maduro centra cada vez más su campaña en las expectativas generadas por la emisión de El Petro, Falcón insiste en la dolarización de la economía, asesorado por Francisco Rodríguez, el principal lobista de los tenedores de deuda venezolanos a través de su firma financiera transnacional Torino Capital.
Seis días después de la muerte de Chávez, hace ya más de cinco años, se dio inicio –con la publicación del artículo El fallecimiento de Chávez… ¿y su moneda?, escrito por economista estadounidense Steve Hanke- a la campaña contra el bolívar y a favor de su reemplazo por el dólar. Ya en m2rzo de 2013 el economista Simón Zúñiga había alertado: “Nos quieren dolarizar a toda costa”.
Los sucesivos ataques especulativos contra los precios y la moneda, sumado a la incapacidad institucional para hacerle frente, posicionaron el tema, cuyo caldo de cultivo fue el empobrecimiento generado sobre la gran mayoría de la gente por la devaluación y la inflación inducidas. Sin embargo, la novedad actual radica en que nunca como ahora se habían dado pasos tan claros para la sustitución definitiva del bolívar. Pero tampoco había pasado que buena parte del desenlace electoral pasa por decidir con respecto a ambas propuestas.
Los venezolanos no le tienen mucha confianza al mes de abril, desde el golpe del 11 de ese mes, hace 17 años. La pregunta que se hacen muchos es qué podrá cambiar en el país después de los comicios del 20 de mayo. La opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) dejó de existir sin que sus dirigentes dejen de huir hacia adelante con denuncias trilladas y esperando que Trump, Uribe, Santos, Macri y Temer les hagan el trabajo -con invasión esperada, añorada, por los más insensatos-, soñando que los llamen a Miraflores a jurar la Presidencia de la República.
Los militares
Los militares no solo tienen el poder de las armas, sin que coparticipan -desde el inicio del proceso bolivariano- del gobierno (ministros, gobernadores, presidentes de empresas y bancos estatales) y, en los últimos años el presidente les ha entregado operaciones trascendentales de gran poder y gestión de dinero como la importación de alimentos y la dirección de la petrolera estatal PDVSA, la casi única fuente de ingresos del país. Desde el exterior se habla –casi permanentemente desde el 2001- del descontento castrense. Se pide directamente un levantamiento que podría justificar una invasión. “El mundo apoyaría a las fuerzas armadas en Venezuela si deciden proteger al pueblo y restaurar la democracia derrocando al dictador”, escribió sin tapujos el senador estadounidense Marcos Rubio, financista de la oposición venezolana, en Twitter. Hoy son 34 los oficiales detenidos y presentados ante tribunales militares desde el inicio de año, según el abogado Alonso Medina, que defiende a seis de los nueve altos cargos arrestados el 2 de marzo. El 13 de marzo también fue detenido Miguel Rodríguez Torres, mayor general retirado, ministro del Interior de 2013 a 2014, desde hace algunos años crítico con el gobierno de Nicolás Maduro.
“Por primera vez hemos visto de manera clara y diáfana cómo está repercutiendo la crisis política en el ámbito militar”, le dijo a BBC Rocío San Miguel, presidenta de la ONG Control Ciudadano. San Miguel asegura que “el generalato” sigue cerca de Maduro, quien el 28 de febrero firmó dos decretos en los que degrada o expulsa a 4 miembros del Ejército.
En marzo último, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) también ratificó la condena de ocho años por delitos como “instigación pública” a Raúl Baduel, otro exmilitar y exministro de Defensa, por “haber intentado por medios violentos cambiar la forma republicana de la Nación”.
Y el dirigente opositor Leopoldo López, que cumple condena en arresto domiciliario por ser autor intelectual de actos de terrorismo, aseguró al diario The New York Times que deben aumentar “las formas de presión (…) Hubo golpes de Estado que convocaron elecciones. Entonces no quiero descartar nada, porque la ventana electoral se ha cerrado”, afirmó”. Las esperanzas de los dirigentes de la oposición están depositadas (como sus cuentas bancarias) offshore, fuera del país. En Venezuela, en tensa calma, el pueblo espera elegir presidente. Pero también espera un poco de aire a la situación que la agobia, con soluciones que parecen lejanas a este debate electoral.