La injerencia en la vida de los Pueblos por parte de países cuyos gobiernos se creen policías del mundo, es una de las evidencias históricas de la alienación política, la existencia de enemigos internos capaces de aliarse con quien sea para favorecer sus propósitos, así sea despojando al país de sus capacidades y riquezas, amén de afectar su dignidad. En el caso venezolano, es repudiable el paseo que se dan algunos opositores incapaces de motivar el voto y movilizar a su gente para llegar a lo que siempre han pedido, saldar las diferencias con elecciones, abiertas y transparentes, como siempre han sido las que se realizaron en nuestra Patria desde 1998.
Desde antes que se programara el proceso que conduce a las elecciones del 20 de Mayo del 2018, algunos diarios venezolanos, entre otros El Nacional, amenazaban con la posibilidad de una abstención tan grande, por encima del 60 %, que Maduro quedaría ipso facto deslegitimado; la coincidencia con lo que han venido señalando algunos países de Europa y otros de América, encabezados y tutelados por los EEUU, no es casualidad, es parte de una artimaña compartida y no sabemos si financiada. De allí que, el temor principal de las fuerzas de la izquierda que apoyan a Maduro fue garantizar un acceso adecuado al voto. Facilitar la movilización de unos y otros, pro gobierno y de la oposición, al menos la más sensata, la que se pregunta y le pregunta a la MUD que van a hacer el 21 de Mayo si pierden por escaso margen, o si ganan por escaso margen.
En la izquierda estamos claros como han sido los procesos electorales ocurridos en América Latina en los últimos años, cuanta ha sido la abstención y cuál es el desagrado de la población con los proyectos políticos que se llevan a cabo en sus países. La menor abstención se ha conseguido en Panamá (23,23 %), seguida de Brasil (25,28 %). Con la inmensa votación a favor de Dilma Russeff, su mandato fue demolido por una conspiración de la derecha, incruenta, pero dolorosa para América Latina. A Michel Temer no lo eligió nadie, absolutamente nadie, fue un mecanismo para-constitucional que todavía está en análisis y es rechazado, como lo evidencia la intención del voto por Lula por la mayor parte de la sociedad brasileña.
En el extremo de alta abstención electoral está Chile (43%) y Colombia (59,98 %), y allí están sus presidentes, Piñera y Santos, hablando por la cloaca de la derecha sobre nuestro proceso eleccionario ¿Cuánta preocupación nos puede causar que esos dos representantes de adefesios de democracia se disparen a hablar y amenazar a nuestra Patria? La primera, Chile, es una democracia tutelada por los residuos dictatoriales de Pinochet. En su política está desalentar el voto de los jóvenes, que en gran mayoría no participa en elecciones, son apáticos a lo que ven, a la falta de programas sociales, a la educación confiscada y paga. En Colombia, nuestros hermanos vecinos son sometidos a hostigamiento durante los procesos electorales; la muerte ronda por quien haga oposición, comunidades enteras son amenazadas con exterminio si votan contra el Uribismo y sus residuos. En la historia colombiana se registra la mayor cantidad de asesinatos de América entera a candidatos presidenciales y candidatos a instancias legislativas, regionales y municipales.
Argentina con 39,37 % de abstención eligió a Michelle Macri que tiene el país sometido a las más enconadas prácticas del neoliberalismo. El pueblo argentino está alzado, rechaza todas estas políticas y aun así, Macri como voz de un gobierno alienado y entregado a los EUU, lanza sus improperios contra nuestra Patria, y le muestra al mundo que su suelo puede ser horadado cuando quiera el ejército de EEUU.
¿Esos son nuestros látigos hirientes? Por favor, los vemos como malvados y malintencionados, y esta opinión se respalda con las cifras venezolanas de participación política. Es importante recordar que la abstención electoral comenzó a incrementarse en 1993, cuando gana Rafael Caldera las elecciones (39,84%). Desde 1998, año del primer triunfo de Chávez, la participación política recibió en las elecciones el impacto regresivo de la participación que se estaba conformando en la IV República pero a partir del año 2000 la abstención fue de 25,3% (2006); 19,51%(2012) y 20,32 % (2013). A los venezolanos nos gusta el sexo, la parranda, las hallacas y nos gusta votar. Siendo así, es un exabrupto que la recalcitrante MUD invite al electorado a una salida violenta no electoral, con escenarios de invasión y fustigamiento de la derecha internacional.
En ese ambiente, y en el marco de la crisis generada por la guerra económica sumada a unos cuantos errores de gestión política la abstención estimada en estas elecciones de Mayo 2018 contabiliza la gente que se nos ha ido al exterior que suman 1, 6 millones; los ni ni que siguen existiendo, que no apoyan al gobierno ni a la oposición, y que prefieren mantenerse alejados de la diatriba (2,4- 3,2 millones) y unos 2 millones que mordieron el peine de la ultra derecha. Todo eso suma para una expresión relativa cercana al 30 % de la base electoral, cifra que es inferior a la de los gobiernos que se comportan como enemigos de la Patria. De manera que la torta electoral disponible es de unos 15 millones de votantes, de los cuales Maduro aspira 10 millones. Es una aspiración que probablemente no se satisfaga, pero tiene la mayor probabilidad de triunfar en estas elecciones y demandar al mundo su reconocimiento; lograr primero el reconocimiento de la mayor parte de los países pertenecientes al Movimiento de los no Alineados.
Todos estos análisis recalcan que la voluntad política de la revolución de ser pacífica, de resolver nuestras diferencias con el voto y de reconocer los resultados electorales es a su vez la cultura politica en la que tanto insistió el Comandante Chávez.
Votaremos y vencerá la Patria entera.