Donald Trump pudiera optar por manejar el mercado a “coñazo limpio”. ¿Le dejarán?

Trump bien debe ser llamado rompe grupos. El tipo ha optado por romper con la tradicional conducta y reclamo de la economía de Estados Unidos, sus empresarios y los conceptos de sus academias y universidades con respecto a esa área de la vida humana.

Desde los tiempos del liberalismo económico, EEUU asumió la prédica del "Laissez faire, laissez passer"; por eso mismo se empeñaron en imponernos el ALCA. Para los economistas de la escuela capitalista monopólica y en consecuencia adherentes de las políticas de los países que concentran grandes capitales, el Estado debe mantenerse oculto, ajeno a todo intento de regular la economía. Según ellos hay unas sacrosantas "leyes del mercado" que actúan con la misma libertad y fatalidad de la de Gravedad. Tanto que los precios se regulan al nivel deseado por "la libre competencia" entre productores y distribuidores. Pese que hasta el más común de los ciudadanos venezolanos de hoy sabe que a eso no puede llamársele un cuento de hada, ni siquiera tenebroso, sino un simple embuste. Las escuelas de economía del sistema siguen repitiendo esa cantaleta que sirvió para justificar el ALCA y hasta barbaridades contra los países más pequeños. Plantean que todo país debe dejar que la producción de otro u otro llegue a competir con la suya como si fuesen iguales, para que quien tiene mayor capacidad de producción o es más eficiente arruine al débil. Hasta permita que un país de esos aplique al débil lo que llaman "Dumping", o sea vender hasta por debajo del costo de producción por un tiempo breve hasta arruinar a las empresas del ramo de los países que de esa manera invadan, para luego elevar los precios al nivel que les permita recuperar rápidamente lo perdido en la maniobra cruel. De esa manera y a través de la fuerza y engarzando en su red a sectores improductivos pero ansiosos de ganancias fáciles, fortalecieron a los grupos importadores de los países sometidos y hasta llegaron a controlar al Estado y ponerle a su servicio.

Pero el mundo da muchas vueltas. En buena medida por la iniciativa de Juan Pablo Pérez Alfonzo y esas contradicciones, que como las liebres "en cualquier parte saltan", nació la OPEP, un cártel propio del pensamiento capitalista destinado a controlar los precios, en vista que el "libre mercado" y por ello la competencia entre productores tendía a deprimirlos. En este caso, a las grandes economías consumidores de petróleo le dieron de su propia medicina y le supo amarga.

Como dice el tango, el mundo siguió andando y ha sido tanto el cambiar, aunque no sea en el sentido que uno quiere, que unas de las economías más pobres y atrasadas del mundo, como China, en los comienzos del siglo XXI, en menos de cuarenta años, se ha convertido en la más poderosa. Ahora aquel "Laissez faire, laissez passer", de los franceses que adoptaron los EEUU para someter a los más débiles, se ha vuelto contra su economía. La capacidad de producción de China y la necesidad del mercado interno de EEUU, que va desde empresas intermedias y finales hasta el consumidor, está llevando a Trump a poner a su país jugar un rol contrario al de antes. Ahora con él y por el poderío chino y hasta la competencia de sus socios de la OTAN, EEUU se atrinchera en el proteccionismo, como que si estuviésemos viendo a las carretas correr por delante de los caballos.

Estamos viendo a EEUU, bajo Trump, aplicar altísimos aranceles a los productos importados de China y de la Comunidad Europea. Y a estos, sus socios de hacer la guerra en cualquier parte del mundo, les amenaza. Pero los chinos se dsan el lujo de devolver cada golpe con uno más efectivo y reclamarle a EEUU respete las normas que por años fueron sus banderas, las de la libre competencia.

Esa conducta de Trump no es el resultado de un presunto "loco", el mismo que acosa y manosea mujeres, según las persistentes denuncias, sino de una economía que en el marco mundial ha entrado en decadencia. Su fortaleza, la capacidad de producir dólares de manera inorgánica, en virtud que es la divisa de referencia mundial para el intercambio, también anda en declive, tanto que muchos países parecieran estar llegando a acuerdos para ponerle fin a esa hegemonía. Su otra, la de la capacidad militar, su enorme arsenal armamentístico, en lo que han invertido sus recursos primordialmente, poco valor tiene si se pierde el sentido de lo político.

Ahora Trump, después de amenazar y desafiar a todo el mundo, con lo que no ha podido impedir que las dos Coreas continúen acercándose, como tampoco que países de Europa, aliados de EEUU en la OTAN, continuasen manteniendo el acuerdo anti nuclear con Irán, opta por amenazar a la OPEP con medidas contra ella en caso de no proceder a bajar los precios al nivel que convenga al capital de su país.

¿Qué dirán ahora los economistas y sus escuelas que por años estuvieron y han estado defendiendo las tesis del libre mercado y por ello adheridos a las políticas de EEUU y su clase dirigente? ¿Qué dirán quiénes proponían un Estadio al margen de las actividades económicas? ¿Qué quienes defendieron siempre las políticas anti arancelarias y contrarias a aquellas que aplicaban algunos países cuyos gobiernos intentaban proteger la industria nacional, empleo y la construcción de una economía soberana?

Los EEUU hasta ahora manejaron las dos manos. La de la intervención directa, con las armas y el terrorismo; el chantaje y la compra de conciencia. Pero también usó la de la persuasión a través de sus escuelas y mecanismos de convencimiento, donde el temor y amedrentamiento entraban en juego.

Contra Rusia y China, por sólo nombrar esos dos países, no les son pertinentes a EEUU sus viejos mecanismos de la guerra y el abordaje. Ni siquiera, por ahora, han podido aplicarle eso a Venezuela, cuando le fue fácil en Panamá, Granada, República dominicana. El propio Trump y no es por cosa de loco, acaba de reconocer que las invasiones a Afganistán e Irak fueron disparates y debe saber que también lo fue en Libia e introducir terroristas en Siria.

Pero inevitablemente perro ladra y late "echao". Las políticas proteccionistas de EEUU de ahora, son una revelación para cualquier incrédulo que su economía, sujeta a periódicas crisis, esas que suelen llamar "cíclicas del capitalismo", ha entrado en plena y definitiva decadencia. Por eso apela a discursos ajenos en su historial. Está armado y no hay nada más peligros que una grande fiera herida. Por eso, no es descartable que Trump pretenda ordenar el mercado al interés del capital y capitalistas de su país a "coñazo limpio". Eso es propio de quien se siente perdido. No hay contradicción. ¿Pero podrá salir victorioso



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Armando Lafragua


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