Presidente Maduro, estoy incondicionalmente con usted y con los valientes soldados de nuestra gloriosa fuerza armada bolivariana en la defensa a muerte de nuestra patria. Y lo que lamento profundamente es que por razones de edad y algunos problemas de salud, no poder estar en la primera línea de combate, en los puestos más avanzados de nuestra defensa, para contribuir a la derrotas de unos delincuentes internacionales que quieren poner su sucias garras en el sagrado suelo de venezolano.
Sin embargo, ya veremos que hacemos, porque de presentarse una situación como la que se está anunciando, y que ojalá no se produzca, porque somos sinceros amantes de la paz, pero de presentarse, repito, algo tendremos que hacer. Y eso, porque ante un hecho de esa naturaleza, que decretaría la desaparición misma de nuestro país como nación libre e independiente, nadie que haya nacido en Venezuela puede permanecer indiferente. Ya que quien lo haga, no sólo se hará indigno de llamarse venezolano, sino que también se hará acreedor al rechazo de sus compatriotas y al vergonzante repudio de la historia.
Como ya lo han dado a conocer los indeseables integrantes del grupo de Lima, éstos, por disposición del amo del norte, se disponen a desconocer al gobierno del presidente Maduro. Justifican su servil actitud alegando una supuesta ilegitimidad de su gobierno, el cual, según ellos, fue electo en un proceso electoral en el cual no participaron los partidos de la oposición. Aparte de que ese argumento es falso por cuanto cuatro de sus integrantes tomaron parte en esas elecciones como candidatos, está el hecho ampliamente conocido de que si no participaron fue porque no les dio la gana; porque con esa abstención de carácter conspirativo, pretendían legitimar las acciones terroristas que la oposición misma estaba promoviendo y protagonizando en las calles de Caracas y del interior del país. Por eso fue que no participaron, pero no porque nadie, y menos el gobierno de Maduro, se los haya impedido.
Ahora, si de gobiernos ilegítimos se trata, el de Donald Trump se lleva todos los trofeos. Ya que, como también todo el mundo sabe, en ese disparatado país las elecciones las ganan, no los que obtienen más votos sino curiosamente los que sacan menos. Hecho que contradice violentamente un principio básico de la democracia como es el de las mayorías, es decir, que las mayorías prevalecen sobre las minorías. Todo este absurdo realmente extravagante, que deja a Kafka, Ionesco y a todos los surrealistas, con Andre Breton a la cabeza, en pañales, ha hecho que los votantes de un candidato dejen de votar por él, pues en la medida en que ese candidato saque menos votos, en esa misma medida aumentan sus posibilidades de ganar las elecciones. Y en cuanto a los candidatos, éstos no hacen sus campañas para que sus electores le den sus votos, como se hace en todos los países racionales del mundo, sino para que no se los den.
Pero, ¿es este absurdo inconcebible, que demuestra que la democracia norteamericana es toda una ridícula farsa, una auténtica bufonada, lo único que deslegitima a Trump y a su estrafalario y autoritario gobierno? ¿Qué lo descalifica para estar enjuiciando a gobiernos mucho más democrático que el suyo, que como hemos dicho, no es más que una payasada? Si nos molestamos para dar un paseíto por hechos recientemente ocurridos veremos que no, que se han producido hechos que sólo un tirano desalmado podía protagonizar, como la de los emigrantes hondureños, por ejemplo. Como se sabe, miles de hondureños, acuciados por el hambre, la pobreza y la represión más brutal y desenfrenada de un gobierno que, como todos los que apoya los Estados Unidos, también es sanguinario y ladrón; un gobierno producto de un alevoso golpe de estado aupado y dirigido personalmente por la Clinton, se vieron forzados a abandonar su país y dirigirse la nación del norte. ¿A qué fue esa pobre y desamparada gente a esa nación? No fue, desde luego, a mendingar ni a buscar ayuda de un régimen insensible al dolor humano, porque de esto último, de humano, no tiene absolutamente nada. Fueron a reclamar lo suyo, lo que las transnacionales de ese país les han estado saqueando desde hace muchos años, y que ha sido la causa de su tragedia y de la de muchos otros países en el mundo.
Sin embargo, ¿cuál fue el recibimiento que tuvieron por parte de Trump? Aparte de insultos y demás expresiones ofensivas que demostraban el infinito desprecio que ese sujeto siente por nuestros pueblos a los que considera poco menos que basura, le ordenó a su ejército dispararles si ponían un pie en su extenso feudo. Este solo hecho bastaría para colocar al sátrapa mencionado y, en general, a todos los gobiernos que han tenido los Estados Unidos, entre los más furibundos enemigos de la humanidad. Este solo hecho bastaría para colocar a Trump entre los personajes más furibundos e irreconciliables de la humanidad. No obstante, todavía hay otros que asombran por su increíble irracionalidad y estupidez, pero que demuestra hasta donde es capaz de llagar el demoníaco afán represivo del sistema que impera en los dominios del Tío Sam. Tal es el caso de niños de seis, siete y ocho años que fueron enjuiciados por permanecer ilegalmente en los Estados Unidos. Pero el colmo, el que llega a los máximos extremos de bestialidad y sevicia, el que demuestra de qué están hechas las entrañas -si es que las tiene-, del inquilino de la Casa Blanca y lo coloca al lado de sujetos tan siniestros y ominosos como Hitler, con el cual rivaliza en sus delirantes inclinaciones homicidas, es el encierro en jaulas, como si fueran animales, a niños de muy corta edad, a los que previamente había separado de sus padres.
Y es a los pies de esta bestia degenerada, repudiada por todo el mundo, que el grupo de Llima, que constituye una vergüenza para los países que lo componen, pues está integrado por narcotraficantes, asesinos, ladrones y traidores, es decir, por gentuza de muy baja estofa, se postra de rodillas para cometer uno de los actos más viles y deshonrosos que se hayan cometido en este continente: servir de instrumento al legendario enemigo de nuestras naciones para agredir un país hermano, integrante de la comunidad latinoamericana.
2) En una entrevista que hace poco se le hiciera al presidente del Narco Estado Libre Asociado de Colombia, Iván Duque, éste afirmó que esa cosa que él preside tiene mucho que agradecerle a los Estado Unidos por su participación en la lucha por la independencia de la nación neo-granadina. No se sabe de donde este despreciable sujeto sacó tan novedosa como embustera información. Porque que se sepa, ningún respetable autor colombiano se ha referido jamás a ese hecho. Tal vez en la mencionada declaración, haya tenido mucho que ver la cocaína. Porque sólo bajo los efectos alucinógenos de la droga se puede incurrir en semejante dislate. Sin embargo, no estaría demás que en apoyo a tan extravagante como sorprendente declaración, este desinhibido sujeto debía mencionar aunque solo fuera uno de los próceres gringos que tan heroicamente participaron en ese larguísimo proceso.
Sería interesante conocer qué diría García Márquez e Indalecio Liévano Aguirre, que escribieron sobre Bolívar y la guerra de independencia, acerca de las declaraciones de este tunante.
Con razón dicen que la droga daña tres cosas en el individuo: el cerebro, la dignidad y la moral.
APORTES PARA LA NUEVA CONSTITUCIÓN
De las ausencias del Presidente:
Cuando la ausencia del Presidente se produzca por muerte o incapacidades físicas ocurridas como consecuencia de hechos violentos perpetrados en su contra, éste será remplazado en sus funciones por el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente o, en su defecto, por el vice-presidente de la República, quienes las ejercerán hasta el final del período para el cual fue electo el Presidente fallecido o lesionado.
De las atribuciones del Presidente
Decretar la suspensión de garantías consagradas en esta Constitución cuando el orden público, la seguridad de la nación y la estabilidad de las instituciones democráticas, se vean amenazadas.