Finalizando el primer trimestre de 2019, Estados Unidos sigue librando una guerra económica contra Venezuela, que se caracteriza por ser multidimensional, multifactorial, multilateral, además de injerencista y violatoria de los tratados internacionales, cuyas consecuencias económicas ya alcanzan los niveles de agresión calificados como crímenes de lesa humanidad de acuerdo con el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.
Ese país soporta su accionar injerencista y de agresión con base en la aprobación del Decreto del expresidente Barack Obama del 09 de marzo de 2015, que considera a nuestro país una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional de la primera potencia militar e industrial del planeta.
Además del bloqueo y las sanciones contra funcionarios e instituciones públicas, uno de los escenarios de la agresión imperial es la guerra comercial que se da en el mercado de bienes y servicios nacional, debido a fallas estructurales de nuestra economía, entre ellas el predominio de los monopolios entre los productores de bienes primera necesidad y consumo masivo, y por la dependencia de insumos y productos importados de marcas transnacionales, la mayoría de origen estadounidense.
Los empresarios que dominan ese sistema de producción y distribución se declararon enemigos de la revolución bolivariana desde su llegada al poder en 1999, e incluso, lideraron el golpe de Estado y el Sabotaje petrolero del año 2002.
¡Claro que las sanciones y el bloqueo imperial nos han hecho daño! Han afectado las finanzas públicas debido a la caída de los ingresos fiscales petroleros, debido a la restricción en el uso del sistema de pago internacional que ellos dominan.
De manera descarada, nos han robado cerca de 30 mil millones de dólares en activos líquidos y físicos en varias partes de Estados Unidos y Europa. Nos han aplicado una política de persecución y hostigamiento al libre acceso a los mercados financieros, de insumos, alimentos y medicinas a nivel internacional.
Seguimos escuchando a Donald Trump amenazando ya no sólo a Venezuela, sino también a Cuba y a Nicaragua, de desestabilizarlos para erradicar el Socialismo en el mundo. Como vemos, es un proyecto político ideológico lo que mueve al imperio del norte y sus transnacionales contra los países que decidieron ser libres y no seguir entregándoles sus riquezas a los extranjeros, sino más bien invertirlos en sus poblaciones.
La cancillería venezolana, de manera digna, continúa denunciado ante la comunidad internacional esa serie de agresiones del gobierno de Trump, que insiste en amenazar con una acción militar contra nuestro país, en clara violación de los principios del Derecho Internacional y la Carta de la Organización de las Naciones Unidas.
En plano nacional, ahora queda que los venezolanos en funciones de gobierno jueguen bien, de manera inteligente pero honesta, con base en el principio del socialismo bolivariano: trabajar por llevarles la mayor suma de felicidad posible a los venezolanos. Que todo lo que hagan los gerentes públicos vaya en función de aumentar los niveles de productividad nacional, a partir de la creatividad, del impulso innovador, del emprendedor, de sacarle el mayor provecho a nuestros recursos naturales: los energéticos, los minerales; que consoliden de una vez por toda una economía sólida, independiente e industrializada.
Evidentemente que necesitamos buenos gerentes públicos que garanticen el reimpulso de un nuevo modelo productivo originario, no dependiente de las importaciones ni de los monopolios de origen transnacional. Gerentes eficientes que levanten de una vez por toda la industria petrolera nacional. Que manejen de manera eficiente los recursos escasos, que se le de mantenimiento preventivo o rehabilitación a toda la infraestructura energética e industrial del país. Que se blinde contra ataques externos que de seguro seguirán impulsando para intentar acabar con la revolución bolivariana.
Lo cierto es que, no estamos sólo en el mundo. Tenemos buenos y grandes aliados estratégicos como China y Rusia, la otra cara de la moneda, totalmente antiimperialista y respetuosos del derecho internacional. Con esos países hay que cerrar filas y no permitir que la posición antisocialista de Donald Trump nos lleve a una confrontación bélica.
Es perentorio resolver el tema de la inflación inducida por los monopolios dominantes y abiertamente opositores como lo son las Empresas Polar y otros afiliados a gremios hostiles como Fedecámaras, Consecomercio, Venanchamp, Fedenagas, Fedeagro, Conindustria y Cavefar, entre otros, que han manifestado desconocer a Nicolás Maduro como Presidente de la República y juegan todos los días a la caída de su gobierno por la vía que sea.
Muchos de estos empresarios opositores son ejecutores de las políticas de agresión imperial a nuestra economía. Son muchas las evidencias que demuestran que el desabastecimiento y la inflación son inducidas por los monopolios privados. Que manipulan los precios de los bienes y servicios esenciales para hacer perder el poder adquisitivo del trabajador a fin de generar insatisfacción social.
No negamos fallas en la ejecución de políticas estadales y problemas gerenciales. Que tenemos varias empresas estatales de bajo desempeño como la petrolera, la eléctrica, el transporte público y el agua. Últimamente, muchos de estos problemas han sido inducidos por sectores conspirativos y terroristas como los recientes ataques al Sistema Eléctrico Nacional con las secuelas sociales que ha ocasionado; y otros, develados luego de gestiones corruptas, de falsos revolucionarios, que terminaron siendo traidores a la patria. De eso tenemos mucha tela que cortar. Pero estamos consciente que esos males son superables con la mano dura del sistema judicial venezolano, que deseamos acaben pronto con la impunidad económica existente.
Finalmente, creemos en la necesidad de una armonía entre el Estado y el empresariado privado patriota, porque las empresas privadas juegan un rol fundamental para superar la crisis y hacernos independientes del Imperio. Hace falta un acuerdo nacional por una gobernanza económica patriótica, para revertir errores cometidos, para reactivar la industria petrolera, recuperar el nivel del salario y aplicar programas de subsidios directos a la población, que sean de aplicación inmediata para hacer crecer la demanda agregada interna como condición necesaria para salir de la recesión económica actual.