Los tratamientos médicos de Trump

Sálvese quien pueda. Esta parece ser la cruda realidad para el pueblo norteamericano al tener que enfrentar cada familia, casi en solitario, la terrible pandemia del Covid-19. Principalmente, la población es víctima del voraz sistema depredador capitalista que ha convertido el derecho a la salud y el acceso a los más elementales servicios médicos, en un lucrativo y provechoso negocio para corporaciones y grupos financieros.

Cómo se frotan las manos los dueños de los más grandes laboratorios fabricantes de medicamentos (Pfizer, Johnson & Johnson, Inovio Pharmaceuticals, Moderna Inc), que están en un competencia feroz por desarrollar raudamente la vacuna contra el Covid-19. No por un tema loable y de solidaridad con la humanidad. No. La primera que desarrolle, patente, fabrique y distribuya comercialmente las millones de vacunas que se requieren, tendrá garantizados ingentes ingresos por las ventas de sus onerosos productos. Estas empresas no han sufrido pérdida alguna en sus valores accionarios, por el contrario durante la pandemia se han disparado sus ganancias. Los insaciables especuladores de Wall Street las han puesto a la cabeza del apetitoso mercado bursátil.

Entre tanto, la sorpresa de la semana la dio el preclaro "científico y sabio", el cuasi doctor Donald Trump, al afirmar públicamente en rueda de prensa para todo el planeta que "recomendaba inyectarse desinfectante y usar luz ultravioleta para acabar con el coronavirus". El resultado de sus desequilibradas palabras es que docenas de norteamericanos resultaron intoxicados al ingerir toda clase de productos de limpieza para el hogar. Una demostración más de la falta de prudencia y responsabilidad del criminal que dirige de la Casa Blanca; que ya previamente había generado varias intoxicaciones y roces con los expertos médicos, al recomendar imprudentemente el uso masivo de la hidroxicloroquina.

A este terrorífico comportamiento se suma el tema de la falta de comprensión para escuchar y asumir las alertas expresadas por los expertos. Como el defenestrado almirante Brett Crozier, quien alertó el alto riesgo de contagio de los marinos bajo su mando en el portaviones Theodore Roosevelt, el cual ya lleva más de 840 casos positivos de Covid-19 y un marinero muerto. El inmenso portaaviones aún está varado fuera de servicio con todo su personal en la isla de Guam, en el Océano Pacífico.

Al caso del portaviones se le suma también el "Destructor Uss Kidd", quien ejecutaba "operaciones humanitarias" por el Mar Caribe a las órdenes del Comando Sur. Sin embargo, tuvo que retornar súbitamente a su base por tener 18 tripulantes enfermos que dieron positivo al Covid-19. Cabe destacar, que esta noticia en particular afectó mucho la moral y el estado de ánimo del diputado golpista Juan Guaidó. Quien con lágrimas a flor de piel anda como alma en pena, pues soñaba frenéticamente con ver al destructor disparando sus misiles y desembarcando sus tropas en las costas venezolanas. Todo de acuerdo a su maquiavélico y oprobioso plan diseñado para arrasar violentamente con sus adversarios políticos y tomar Miraflores por asalto. A esta derecha maltrecha le crecen los enanos y le pare la abuela. De manera karmática todas sus malas acciones se les devuelven irrefragablemente.

La pandemia del Covid-19 ha obligado a Estados Unidos a mantener acuartelados a sus tropas en las más de 800 bases militares que tienen diseminado por todo el planeta, contando allí con más de 200.000 soldados, aviones, misiles, armas nucleares y demás juguetes a disposición del maniático Trump. Para beneplácito de toda la humanidad, con esta cuarentena se ha detenido temporalmente la maquinaria de muerte del imperio norteamericano. De seguro esto redundará en la preservación de la vida de miles de personas ("daños colaterales", lo llaman ellos) que, por ahora, están protegidas de las mortíferas e inescrupulosas acciones de estos criminales de guerra.

Pero alerta. El peligro no se detiene. Trump está en campaña y su incompetencia no tiene parangón y se va superando cada día. Está obsesionado con los dos únicos temas que le interesan, la reelección presidencial y el bussines. Hacer dinero solo en beneficio de los más ricos. Por eso su obcecada tendencia a negar la importancia de la pandemia. Su máxima prioridad es la apertura de los mercados, de las fábricas y comercios, aún por encima de los cadáveres de unos cuantos cientos de miles de muertos.

Por eso, su beneplácito cuando exacerba las acciones de violencia de los grupos neofascistas (la superioridad blanca ante todo), los cuales repiten en coro las locuras de su líder Trump. Para nada les importa que "mueran los más débiles". Así de complicadas están las cosas en el seno del decadente imperio norteamericano. Un vergonzoso ejemplo para el resto de la humanidad.



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Richard Canán

Sociólogo.

 @richardcanan

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