La reacción venezolana esta replanteando la reclamación territorial ante Guyana en una manipulación para desacreditar el régimen político imperante

El denominado “Foro Democrático Parlamentario”, al criticar el uso de la FAN para el culto a la personalidad, acusa al Alto Mando Militar de no ocuparse de la petición guyanesa, que solicita la renuncia venezolana a su reclamo territorial en el Esequibo. En principio, tal tarea no es un oficio del aparato de defensa del Estado. Es una actividad relacionada con la política exterior, cuyos fines y estrategias han cambiado dentro del proceso revolucionario adelantado por el pueblo venezolano. No es el propósito del gobierno nacional, ni es un fin constitucional, el empleo de la fuerza para el logro de objetivos políticos en el entorno externo. No se pretende poner a luchar a los proletarios venezolanos, quienes proporcionarían la “carne de cañón”, con sus equivalentes en los países vecinos, para beneficio de las élites, y principalmente de una industria bélica que apuntala el imperialismo. La defensa militar venezolana no es ahora una tarea corporativa, es una función social destinada a la protección de la soberanía nacional, entendida como el poder de los venezolanos, y los extranjeros que han escogido el país como hogar, para buscar su realización plena como seres humanos.

En el caso concreto del diferendo venezolano-guyanés, es obvio que, en virtud del derecho internacional, nuestro país fue despojado por Gran Bretaña del Territorio Esequibo, con el aval de la oligarquía conservadora local. No lo fue por el pueblo que hoy conforma la República de Guyana. Lo curioso del cuadro proyectado, es que el planteamiento del diferendo solo ocurre cuando ese pueblo esta a punto a liberarse del colonialismo, con un movimiento de orientación socialista, en pleno desarrollo de la guerra fría. No reconoció Londres el derecho venezolano sobre el espacio timado. Dejó el problema, con el beneplácito de los aliados en el puntofijismo, para un “acuerdo político” entre Venezuela y el nuevo Estado, a sabiendas, que dado el nacionalismo imperante en nuestro régimen político, de inspiración positivista, ello implicaba un mecanismo de presión contra una comunidad potencialmente hostil al neoliberalismo.

Fue sabio el cálculo del viejo imperio, aliado estrecho del nuevo impulsado desde Washington. Fue constante la presión política y militar de Caracas sobre Georgetown. Una coacción que llegó a su cenit durante el gobierno de Luis Herrera, cuando Venezuela asumió un papel subimperial en el Caribe y Centro América, con la preparación de una invasión al vecino país. Una acción a realizarse cuando justamente Guyana facilitaba su espacio para la labor cubana de cooperación con el movimiento independentista de Angola. Un acto que hubiese sido paralelo al realizado por el régimen militar argentino sobre Las Malvinas, con el mismo destino de esa aventura del militarismo fascista. Un belicismo propio de los conservadores abiertos, o encubiertos bajo las máscaras de la socialdemocracia y la democracia cristiana.

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Alberto Müller Rojas


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