Lo sabemos, pero hay que recordárselo al mundo: las defecaciones del rey Juan Carlos de Borbón son recogidas en finísimas toallas de seda para luego ser colocarlas en microondas especialmente confeccionadas para lograr un grado de secado perfecto. Luego son convertidas en polvo mediante trituradoras eléctricas. Con este polvo se hacen toda clase de milagros, y mezclado con almizcle, ámbar y benjuí, se pulveriza en una pasta que la colocan en cajas de oro y las envían a las iglesias de más importantes de España. Este excremento, como resulta escaso, sólo se utiliza para procesar las hostias más sagradas pero también se espolvoreadas sobre los productos más emblemáticos que se hacen en España, como los vino finos de Andalucía y el norte de España, y los jamones pata negra.
En ocasiones se sufren escasez de este producto porque no pueden servir para tantos usos, para tantas personas e instituciones que las solicitan en América Latina. Entonces estos excrementos reales son engrosados con los de la reina, sus hijos y nietos. Algunos son adulterados colocándoles los de los criados de estas casas reales que son procesados con un poco de cloro y algo de vinagre muy fino, cuando ya, claro, no se dan abasto para todas las peticiones que se hacen en los antiguos reinos del viejo imperio.
Si el rey viaja, como cuando acudió recientemente a la cumbre Iberoamericana en Chile, el equipo de “secado y procesamiento inmediato” de la Casa Real, se traslada con él, y el país que le acoge tiene la gracia de recibir en una caja de oro de manera totalmente original y se agregado de ningún químico, este maravillosa plasta. Por normas reales se debe colocar en las bóvedas de los bancos centrales de cada país. El rey Juan Carlos ha ido dejando sus sagradas plastas en cada país que visita, y en el último censo realizado se comprobó que cada país latinoamericano ya tiene de este polvo “milagroso”. Y se llama también milagroso porque es muy estimado por ciertas virtudes curativas y depurativas de ambientes: se emplea como colirio para los que no ven las realidades de sus propios países, como elemento esencial en las fumigaciones de lugares altamente empavados o donde las encuestas no favorecen los deseos de los amigos y admiradores del rey. También son muy positivos como estomático para los intestinos de personas de alcurnia y de abolengo.
Del rey, además nada de lo que expele se pierde: sus emanaciones internas son igualmente absorbidas por delicadas aspiradoras que las comprimen y licuan en el acto. Estos gases licuados se pasan a ampolletas que luego se refrigeran. Son mucho más apreciados que las defecaciones reales. Se registran los decibeles con que son expulsados los excrementos, se miden también las coloraciones del producto, el peso real y el peso específico in situ; el PH (alcalinidad, claro), la acidez, densidad, y por ende la presencia o no de parásitos. Los parásitos reciben un análisis especial, porque deben ser todos de raza castellana.
Cuando el rey se incorporó en esta pasada cumbre en Chile, lo hizo para ir al baño. Inmediatamente su equipo de “secado y procesamiento inmediato” se ubicó en los lugares estratégicos. Se extendieron en el mismo lugar las toallas de seda, se activaron las aspiradoras y el resultado fue estupendo. Según el reporte real, se obtuvo una plasta muy blanda, casi líquida, y con emanaciones de alto nivel de pureza.
La Presidente Bachelet fue muy afortunada, porque de aquella sublime plasta recibió una buena parte. Pero hubo otros afortunados, entre ellos el Presidente Alan García y el presidente de El Salvador.
Ahora nos hemos enterado que parte de estas defecaciones reales fueron enviadas a Venezuela por la especial situación que afronta con las elecciones para ratificar o no la Reforma Constitucional que ha propuesto el Presidente Hugo Chávez. Ha llegado en cajitas de chicles, es decir pasta con plasta masticable; los polvos reales fueron suficientes para ser colocados en tres conteiners enormes, que deben dar para lo que se ha llamado la “Marcha sin Retorno” (contra Chávez) que se piensa realizar el 21 de noviembre de 2007. Tal cantidad de polvo real, fue posible en esta última cumbre, afortunadamente, en Chile. Considerable y sorprendente masa excrementicia. Los actuales expertos en materias fecales de las Casas Reales europeas acaba de emitir un informe, admirados de lo que el rey Juan Carlos logró expulsar en Santiago de Chile. Se dice que fue así, como se pudo satisfacer toda la demanda de Venezuela, en los requerimientos urgentes de este momento. Felices está el denominado Comando de la Resistencia con estas cajas más que energizantes. Felices las fuerzas de oposición. Menos mal.