¿Cómo derrocar una democracia en el siglo XXI?

Hoy es Irán, mañana será Venezuela

Los acontecimientos que actualmente se desarrollan en Irán deben llamar nuestra atención, puesto a que ellos ilustran muy bien los posibles escenarios que se podrían desencadenar los próximos años en Venezuela.

En cuestión de días, las manifestaciones de la oposición iraní pasaron de una inconformidad con el conteo de votos, al cuestionamiento del árbitro electoral y las instituciones, para ahora manifestarse como una lucha por el poder político y el eventual desconocimiento de la Revolución.

El abrumador apoyo de los centros mundiales de poder político, mediático y económico, evidencian la injerencia extranjera en los asuntos internos de Irán, toda vez que el cambio de régimen promovido por Washington solo será posible en la medida en que se erosione la legitimidad democrática e institucional del gobierno, dentro y fuera de Irán.

Desde Washington, los halcones hablan de la imparable dinámica del cambio en Irán, porque ya no es un problema electoral sino sobre “libertad” y “derechos humanos”, y que por ello, se debe rechazar la presunción de injerencia e invocar la “responsabilidad de proteger” como una forma de justificar la intervención extranjera.

El 11 de abril de 2002, las fuerzas fascistas venezolanas, españolas y estadounidenses, intentaron legitimar el desconocimiento de la institucionalidad democrática bolivariana, de la misma forma en que lo hizo el imperio de manera exitosa en Haití y como ahora lo hace en Irán, hasta que las fuerzas populares tomaron las calles del país para exigir el retorno de su Presidente y la democracia.

Estas fuerzas fascistas han comenzado nuevamente su proceso golpista en Venezuela.

No es casualidad que los pseudo-intelectuales antichavistas que participaron en el encuentro de fascistas y reaccionarios de la golpista CEDICE, mucho antes de los acontecimientos en Irán, alabaran con tanto entusiasmo la ponencia de Maria Corina Machado de Súmate sobre “cómo destruir la democracia democráticamente” (29/05/09), en la cual asegura que el gobierno del Presidente Chávez no cuenta con el apoyo de la mayoría de los venezolanos y que sus sucesivas victorias electorales forman parte de un esquema fraudulento que pretende perpetuarlo en el ejercicio del poder.

El fracasado ex candidato presidencial, Mario Vargas Llosa (El País, 14/06/2009), en un panfleto amarillista donde narra sus payasadas en Venezuela, destaca la ponencia de Súmate como “una de las exposiciones más notables del encuentro”, por demostrar “con documentos irrefutables”, que Chávez no tiene apoyo popular, sino que ha implementado un mecanismo de control y terror que hasta en los barrios “no se atrevían a votar contra Chávez porque un satélite los espiaba incluso en el interior de los centros de votación.”

Otro de los idiotas neoliberales, Plinio Apuleyo Mendoza (El Universal, 08/06/2009), dice que la “excelente exposición de María Corina Machado nos permitió entender muchas cosas, porque teníamos una impresión de Chávez como personaje pintoresco y no habíamos observado el subsuelo electoral y cómo lo controla. Ahí uno se da cuenta de la situación y cuán difícil resulta que se revierta.” Incluso, se atreve a profetizar sobre el futuro, revelando la estrategia golpista en ciernes:

“(…) Puede haber descontento popular porque se van evaporando las ilusiones y el populismo asistencial pierde soporte económico, pero ese descontento no se va a traducir en un fenómeno electoral porque no hay confianza en el CNE (…) los regímenes comunistas cayeron por un imponderable. Ceausescu (ex dictador de Rumania) reunía 250 mil seguidores, pero un día 50 muchachos lo pitaron y todos terminaron haciéndolo y cayó, como cayó el Muro de Berlín. El imponderable también puede ocurrir aquí.”

Por su parte, el numerólogo Alberto Quirós Corradi (El NaZional, 07/06/2009) dedica todo un articulo a la “magnífica ponencia de María Corina Machado” para asegurar que en Venezuela “la oposición es mayoría”, pero que 5 millones de opositores de los 6 millones que votan por el Presidente Chávez, son “empleados públicos”, “jubilados”, “beneficiarios pagados de las misiones”, “personas asistidas”, “migrantes” y “pensionados”, así como “suplidores” y “contratistas” del Estado, que reciben inmensas presiones para continuar apoyando al rrrrrégimen.

¡No me jodan!

Peor fue el opositor apátrida Moisés Naím (El País, 21/06/2009) mercenario mediático estrechamente vinculado al aparato imperialista norteamericano, quien aprovecha la matriz mediática internacional de condena contra las instituciones iraníes, para establecer paralelismos entre los gobiernos “violentos, sectarios y autoritarios” de Irán y Venezuela, y arremeter contra la institucionalidad democrática bolivariana, a fin de contribuir a este proceso de erosión continuo de la Revolución Bolivariana.

Como copiado de un manual sobre cómo derrocar a una democracia en el siglo XXI, Naím afirma:

“Las imágenes de las marchas de la oposición en Teherán -multitudinarias, pacíficas, sin jerarquía clara y con la participación de gente de todas las edades y estratos sociales- son idénticas a las que solían ocurrir en Caracas antes que el Gobierno y la frustración las asfixiaran (…) ver las milicias islámicas, disparando a mansalva contra quienes marchan pacíficamente reclamando una elección limpia es volver a ver el vídeo donde las milicias chavistas -plena-mente identificadas- disparan contra opositores desarmados (…).”

Y es que hay que ser muy cínico para realizar estas afirmaciones sin un dejo de vergüenza, cuando el propio Moisés Naím fue uno de los autores intelectuales de la masacre del 27 de febrero de 1989, al formar parte del gabinete económico del gobierno asesino de Carlos Andrés Pérez que masacró a la población venezolana que salió a las calles para sublevarse contra el sistema neoliberal que estos defensores de la libertad pretendieron imponer contra la voluntad democrática de nuestro Bravo Pueblo. La propia Corte Interamericana de Derechos Humanos declaró responsable al gobierno de Carlos Andrés Pérez de crímenes de lesa humanidad por la masacre del 27 de febrero, y como Ministro de Industria y Comercio, el mercenario Naím es también corresponsable de estos crímenes, así como de de haber entregado el país al Fondo Monetario Internacional y al establecimiento imperialista mundial.

Naím miente descaradamente al asegurar que “Chávez apoya a las FARC” y controla Bolivia; “profana sinagogas y es hoy más hostil hacia Israel; es autoritario, sectario y militarista”, con lo que pretende rescatar la serie de infamias que continúan reproduciéndose en los círculos de la “intelectualidad” de ultraderecha y medios de comunicación privados, aunque hayan sido desmentidos categóricamente por los hechos que ellos mismos conocen cabalmente.

Y finaliza, afirmando que “lo esencial es entender que, en Irán y Venezuela, las elecciones no significan el posible cambio de un presidente por otro (sino) la posibilidad de sacar del poder a quienes han decidido perpetuarse en él”, dejando en clara evidencia que detrás de una supuesta protesta contra resultados electorales, se esconde una verdadera intención golpista de desconocer la voluntad democrática de los pueblos.

La promoción y publicidad que ha tenido dentro y fuera de Venezuela la tesis de la “mayoría opositora que enfrenta un sistema electoral fraudulento”, tiene el propósito de erosionar la estabilidad y credibilidad del Consejo Nacional Electoral como arbitro electoral, que en el contexto de una próxima elección presidencial, pueda ser cuestionado y desconocido. La estrategia golpista busca abrir espacios para una movilización antichavista que sirva de pantalla ante la opinión pública nacional e internacional, de las acciones paramilitares violentas que justifiquen el fin de la Revolución Bolivariana.

Este proceso desestabilizador viene acompañado del adoctrinamiento mediático y de la capacitación y financiamiento de fuerzas anti-gubernamentales y paramilitares, que hacen erupción en momentos políticos críticos, que si bien no siempre irrumpen en la toma del poder político de manera inmediata, obtienen indudables avances, que en el tiempo, contribuyen significativamente a posicionarse en el poder.

En Venezuela se ha iniciado este proceso de erosión de la legitimidad del gobierno y las instituciones del Estado, en especial del Consejo Nacional Electoral.

Y será precisamente durante los próximos procesos electorales, cuando se activará la insurrección de la derecha contra la Revolución Bolivariana.

Debemos estar preparados. Hoy es Irán, pero mañana será Venezuela.

Resulta fundamental asumir la promoción del Consejo Nacional Electoral y el sistema electoral automatizado, como política de Estado, tanto de información y comunicación, como también de seguridad y política exterior.

Requerimos superar la improvisación y someternos a una estrategia que trascienda la coyuntura para convertirla en un verdadero escudo contra las intenciones golpistas de la oposición ultraderechista.

Necesitamos tener perspectiva de tiempo, y convertir nuestros procesos en acciones permanentes, sistemáticas y perdurables, que ofrezcan resultados tangibles y trasciendan a las nuevas generaciones.

¡No me jodan!

carrascoeugenio@yahoo.com


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Eugenio Carrasco


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