En la reunión
extraordinaria de la Unión de Naciones de América del Sur (UNASUR)
realizada en Bariloche, Argentina, a instancias del gobierno bolivariano
venezolano, para analizar la situación surgida con motivo del pacto
suscrito entre los gobiernos estadounidense y colombiano a través del
cual se instalarán siete (7) bases militares yanquis en territorio
del vecino país, quedó claramente establecido el rechazo de los gobiernos
suramericanos a dicho pacto, que entraña la sumisión del gobierno
derechista de Álvaro Uribe Vélez a la voracidad hegemonista que históricamente
ha caracterizado al imperialismo estadounidense en su relación con
Latinoamérica.
El gobierno
derechista colombiano quedo aislado en esta reunión de UNASUR. Ningún
vocero, excepto, claro está, el propio Uribe, se hizo solidario con
el propósito de instalar bases militares estadounidenses en Colombia,
fundamentado en el fallido combate al narcotráfico y al terrorismo.
Por el contrario, todos enfatizaron su rechazo al carácter injerencista
que indiscutiblemente tendrán estas bases y así fue explícitamente
señalado en la declaración final refrendada en el encuentro; en la
que se señala, además, la expresa disposición de los gobiernos suramericanos
a mantener, a través del Consejo de Defensa de UNASUR, un estricto
control del funcionamiento y operatividad de dichas bases.
Bien cierto es, que los yanquis han demostrado, fehacientemente, su vocación violatoria de la legalidad a la hora de imponer sus aviesos intereses en cualquier parte del mundo. Pero, también es cierto, y esto hay que resaltarlo, nunca antes las naciones suramericanas, en su conjunto, habían asumido una posición firme y categórica frente al injerencismo estadounidense. Los tiempos cambian. He allí la expresión del avance suramericano.