Todo Estado poderoso depende de especialistas para demostrar que lo que hace el poderoso es noble y justo, y si los débiles sufren es por culpa suya.
En Occidente, esos especialistas son llamados "intelectuales" y, con excepciones marginales, cumplen su tarea con habilidad y convencidos de su probidad, por más absurdos que sean sus reclamos, en esta práctica que se remonta a los orígenes de la historia escrita.
Con tan sólo eso como antecedente, enfoquemos el llamado momento unipolar. Simbolizado por la caída del Muro de Berlín hace 20 años, el colapso de la Unión Soviética putativamente dejó un mundo unipolar, con Estados Unidos como única superpotencia mundial y no solamente como la potencia principal, como era antes.
A los pocos meses, la administración de George H. W. Bush definió la nueva ruta de Washington: todo permanecerá igual en su mayor parte, pero con nuevos pretextos.
Aún necesitamos un enorme sistema de armamentos, pero por una razón nueva: la "sofisticación tecnológica" de las potencias del Tercer Mundo. Debemos mantener la "base industrial de defensa" un eufemismo para designar una industria de alta tecnología financiada por el Estado.
Debemos mantener fuerzas de intervención dirigidas al Medio Oriente, rico en energéticos donde las amenazas significativas a nuestros intereses "no podían ser dejadas ante las puertas del Kremlin" pese a décadas de engaño.
Todo eso pasó calladamente, apenas comentado. Para aquellos que esperan comprender al mundo, no obstante, es sumamente instructivo.
La administración de George W. Bush llegó a los extremos del militarismo agresivo y el desprecio arrogante. Fue severamente condenado por esas prácticas, incluso por la corriente principal.
El segundo período de Bush fue más moderado. Algunos de los personajes más extremos fueron expulsados: Donald Rumsfeld, Paul Wolfowitz, Douglas Feith y otros. El vicepresidente Richard Cheney no pudo ser removido porque él ERA la administración.
Al llegar Barack Obama a la Presidencia, la ex secretaria de Estado, Condoleezza Rice, predijo que seguiría las políticas del segundo período de Bush, y eso es más o menos lo que sucedió, aparte de un estilo retórico que parece haber fascinado a todo el mundo.
Una diferencia básica entre Bush y Obama fue expresada muy bien en otra era por un alto asesor de la administración Kennedy en el peor momento de la crisis de los misiles en Cuba.
Los planificadores de Kennedy estaban tomando decisiones que amenazaban a Gran Bretaña con la destrucción total, pero no estaban informando a los británicos acerca de ellos.
En ese punto, el asesor definió la "relación especial" con Gran Bretaña: "Nuestro teniente, la palabra de moda es `socio’".
Bush y sus colaboradores se dirigieron al mundo como "nuestros tenientes". Así, al anunciar la invasión de Irak, informaron a las Naciones Unidas que podía acatar las órdenes de Estados Unidos o ser "irrelevante". Una arrogancia tan descarada naturalmente generó hostilidad.
Obama adopta un curso diferente. Saluda cortésmente a los líderes y pueblos del mundo como "socios", y sólo en privado sigue tratándolos como "tenientes".
Los líderes extranjeros prefieren definitivamente esa postura, y el público también es fascinado a veces por él. Pero lo sabio es observar los hechos, no la retórica ni la apariencia agradable.
El actual sistema mundial sigue siendo unipolar en una dimensión: la arena de la fuerza.
Estados Unidos gasta casi tanto como el resto del mundo combinado en su sector militar y está mucho más avanzado en la tecnología de la destrucción.
Estados Unidos es también el único que tiene cientos de bases militares globales y que ocupa dos países en las cruciales regiones productoras de energía.
La Otan es parte del aparato de la Guerra Fría que Obama puede emplazar.
Cuando ocurrió el momento unipolar, la suerte de la Otan centró la atención. La justificación tradicional para la Otan era la defensa contra la agresión soviética. Con la desaparición de la Urss, el pretexto se evaporó. Pero la Otan ha sido moldeada ahora como fuerza de intervención global encabezada por EEUU, con interés principal en el control de los energéticos.
La Otan de la posguerra fría ha presionado inexorablemente hacia el este y el sur. Al parecer, Obama planea llevar adelante esa expansión.
En julio, la víspera del primer viaje de Obama a Rusia, Michael McFaul, su asistente especial para seguridad nacional y asuntos rusos y eurasiáticos, informó a la prensa: "No vamos a tranquilizar o dar o comerciar nada con los rusos en lo referente a la expansión de la Otan o la defensa de misiles".
McFaul se estaba refiriendo a los programas estadounidenses de defensa de misiles en Europa oriental y a la membresía en la Otan de Ucrania y Georgia, países vecinos de Rusia, pasos considerados por analistas occidentales como amenazas serias a la seguridad rusa que muy probablemente agudizarían las tensiones internacionales.
Hace unas cuantas semanas, la administración Obama anunció un reajuste de los sistemas antimisiles de Estados Unidos en Europa oriental. Eso generó abundantes comentarios y debate que, como en el pasado, hábilmente evadió el tema central.
Esos sistemas son anunciados como defensa contra un ataque iraní. Pero ese no puede ser el motivo. La probabilidad de que Irán lance un ataque con misiles, nuclear o no, es aproximadamente igual a que un asteroide se estrelle contra la Tierra a menos, por supuesto, que los clérigos gobernantes tengan un deseo fanático de morir y quieran ver a Irán incinerado instantáneamente.
El propósito de los sistemas estadounidenses de intercepción, si alguna vez funcionan, es impedir cualquier represalia a un ataque de EEUU o Israel contra Irán o sea, eliminar cualquier fuerza disuasiva iraní. En ese contexto, los sistemas antimisiles son un arma de primer ataque, y eso lo saben ambos bandos; pero eso, al parecer, es un hecho que mejor se deja en la sombras.
El plan de Obama puede representar menos provocación para Rusia pero, aparte de la retórica, es irrelevante para defender Europa salvo como reacción a un primer ataque de EEUU o Israel contra Irán.
El enfrentamiento actual con Irán hace recordar los horrores de la Guerra Fría y sus hipocresías.
Los reclamos en torno a Irán pasan por alto la afirmación de la administración Obama de que el acuerdo nuclear indo-estadounidense está al margen de la recientemente aprobada resolución de la ONU sobre el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), que India acogió con el anuncio de que ahora puede fabricar armas nucleares con la misma potencia destructiva que las existentes en los arsenales de las grandes potencias nucleares, con rendimientos de hasta 200 kilotones.
Y, pese a las objeciones de EEUU y Europa, la Agencia Internacional de Energía Atómica exhortó a Israel a unirse al TNP y abrir sus instalaciones a la inspección. Israel anunció que no cooperaría.
Aunque el mundo es unipolar militarmente, desde los años setenta se ha hecho económicamente "tripolar", con centros comparables en América del Norte, Europa y el noreste asiático. La economía global se está tornando más diversa, particularmente con el crecimiento de las economías asiáticas.
Un mundo convertido realmente en multipolar, política y económicamente, pese a la resistencia de la única superpotencia, marca un cambio progresista en la historia.