El primero de mayo se festeja el Día Internacional del Trabajo en todo el mundo, en honor a los obreros de Chicago que en 1886 fueron asesinados luchando por sus demandas: jornada laboral de 8 horas, derecho a huelga, libertad de expresión y asociación y el derecho a condiciones de trabajo y salariales justas.
La jornada de ocho horas de trabajo es una conquista conseguida con la sangre derramada, por eso es que la clase obrera y los trabajadores del mundo levantan en alto la bandera que les legaron los héroes de Chicago. De estos centenares de héroes, tres pagaron con prisión: Samuel Fielden, Oscar Neebe, Michael Schwab y los que fueron sentenciados a muerte en la horca: Georg Engel, Adolf Fischer, Albert Parsons, August Vicent Theodore Spies y Louis Lingg. Recuerdo el nombre de estos héroes de las jornadas de Chicago, porque seguro que muchos sindicalistas ni saben las causas de la conmemoración de tan importante fecha, para la mayoría esta es una jornada para realizar comidas campestres y libar bebidas espirituosas.
Paradójicamente, en Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y Andorra no se celebra el 1 de mayo como Día del Trabajador. En los Estados Unidos, el presidente Grover Cleveland auspició otra fecha por miedo a que el 1 de mayo reforzara en su país al movimiento socialista: allí es el primer lunes de septiembre y se le llama Labor Day (Día del Trabajo, no del trabajador).
En otra época Guayana fue escenario de grandes luchas reivindicativas y los trabajadores de SIDOR en la década de los ochenta se convirtieron en una referencia de lucha y en la vanguardia de la clase obrera venezolana. Estas jornadas se libraron por la reducción de la jornada a 40 horas semanales, por la seguridad e higiene industrial en el Trabajo, por la estabilidad laboral y por los derechos democráticos en el movimiento obrero. El movimiento de trabajadores de Guayana y de Venezuela fue traicionado por Andrés Velásquez quien facilito que el gobierno de Caldera entregara la empresa SIDOR a las trasnacionales.
Actualmente el movimiento de trabajadores de Venezuela perdió su combatividad y dejo de ser clasista, sus luchas son casi todas por reivindicaciones económicas, olvidándose de la solidaridad, la unidad y la organización que debe existir entre los trabajadores, las bases del movimiento obrero y la dirigencia sindical del proceso se han convertido en aclamacionistas, no hay debates, ni discusiones de cuál debe ser el norte del movimiento, quien en estos momentos luce débil por carecer de una central de trabajadores revolucionaria y socialista que defienda los intereses de los trabajadores y con una dirigencia obrera que sea honesta, solidaria, combativa y clasista y se olvide de los intereses personales y prebendas que quieren lograr la mayoría cuando llegan a los cargos de dirección sindical y gerencial, tan de moda actualmente. Los trabajadores no pueden permitir que el partido sustituya al sindicato y que se delimiten las funciones de Control Obrero y Sindicato, pero un solo objetivo el bienestar de los trabajadores, la empresa y el país.
