Un reconocido periodista, experto en materia petrolera, dijo en una entrevista televisada, lo siguiente: “A Marx se le olvido un derecho del ser humano: quien más trabaja debe ganar más”. Pero antes había dicho: “El socialismo o el comuismo no tiene capacidad de rectificar mientras que el capitalismo sí tiene sus mecanismos de defensa”.
¿Serán ciertas las dos afirmaciones que hizo el periodista en un canal de televisión?
Vayamos a las realidades objetivas o verdades verdaderas. Comencemos por el principio. En el mundo actual, explotadores y explotados, opresores y oprimidos, hablan de derechos humanos acusándose los unos a los otros de defenderlos o de serles violados. Vivimos, incluso, una época donde el cinismo se adorna de fraternidad, el sadismo de solidaridad, el victimario se pone la capa de la víctima para justificar su crimen; es decir, reina la mentira en perjuicio de la verdad, la contradicción en daño de la armomía. Por eso vemos casos de un gobernante que se atribuye la potestad de ordenar la invasión a otra nación para adueñarse de la riqueza que no le pertenece y alegar que lo hace en nombre de la defensa y el respeto a los derechos humanos; o, simplemente, con escalofrío e indignación escuchamos a un mercenario que asesina a mansalva a sus víctimas solicitar, cuando se encuentra indefenso o capturado, que le respeten sus derechos humanos. Ese es el mundo que ha creado la globalización capitalista salvaje.
En este mundo no existe persona, independiente de su nivel de conocimientos o posición de clase social, que no hable de sus derechos humanos. Pero la inmensa mayoría de la población del planeta, así lo creo, desconoce que Marx es –hasta el sol de hoy- quien mejor ha escrito sobre derechos humanos y no necesitó para ello emborronar miles de cuartillas sino que lo hizo, de manera magistral y científica, en un texto bastante reducido en número de páginas y que, lamentablemente, muchísimos de sus críticos, no se han ocupado de estudiarlo: “Sobre la cuestión judía”.
Decir que a Marx se le olvidó un derecho del ser humano, para hacernos creer que el socialismo o el comuismo es un régimen antihumano y destinado al fracaso, es una falacia, es una gran mentira. Nadie, en este mundo, como Marx hizo un análisis tan profundo, tan dialéctico y tan científico de los derechos humanos. Si una persona dice que a Marx se le olvidó un derecho del ser humano tenemos que creer que ciertamente algo ha leído de sus obras pero, al mismo tiempo, debemos creer –por lo menos- que algo de esas obras ha dejado de leer por una u otra razón o motivo. “El capital”, por ejemplo y sin que yo lo haya leído en su mayor parte debido a que no poseo el nivel de conocimientos para entenderlo íntegramente, es una inmensa compilación, un gfran análisis, estudio, reflexión científica de los derechos humanos y, especialmente, de los que corresponden al proletariado y que son vulnerados grotescamente por los amos del capital o, mejor dicho, por el capitalismo. Así lo creo, interpretando como derechos humanos, más naturales que políticos, entre otros: los de la vida, la libertad, la solidaridad, el trabajo, la felicidad, la educación, la salud, la recreación, de pensamiento, de expresión, de juicio o, mejor decir: todo lo que haga real la ausencia más absoluta de la esclavitud social. Y esos derechos humanos van mucho más allá de los derechos humanos descubiertos por ideólogos estadounidenses y franceses para joderse en los pueblos explotados y oprimidos. Pues, los que quieran saber de derechos humanos no tienen más que ir a la lectura y estudio de ese maravilloso trabajo científico y dialéctico del camarada Marx mencionado arriba. Para que no se nos olvide: “Sobre la cuestión judía”.
Acá vamos es a referirmos a ese derecho que el reconocido periodista y experto en materia petrolera nos dijo que se le olvidó a Marx: “Quien más trabaja debe ganar más que el que menos trabaja”.
Empecemos por decir que ese es un criterio, por ahora aceptemos que sea un derecho humano en todo el sentido de la palabra, que contiene una mitad de verdad y una mitad de mentira. El salario, por lo menos para un marxista o socialista, no debe limitarse exclusivamente a la cantidad de tiempo de trabajo sino, igualmente, a la calidad de lo producido. El capitalista, por el contrario, tasa el salario, por lo general, sin tomar en consideración el tiempo socialmente invertido por el trabajador para producir mercancías sino, especialmente, por el principio de pagar menos por la mayor cantidad de trabajo productivo. Y mucho menos toma en cuenta, para pagar salarios, la elevación continua, por los mismos capitalistas, de los precios de las mercancías de primera necesidad para la existencia humana; es decir, eso que se llama inflación. Las luchas económicas, la existencia de sindicatos, los contratos colectivos, las huelgas económicas, son pruebas irrefutables de esas realidades. ¿Será verdad eso que estoy diciendo? Bueno, por lo menos, así lo creo. Precisamente, para contrarrestar un poco la mala política salarial que aplican los capitalistas para perjudicar a sus trabajadores, nació la consigna: “Escala móvil de salarios”. Que por cierto, en casi ningún país del mundo se aplica. Claro, la mayor culpa la tiene el proletariado por no restearse a luchar por sus reivindicaciones. Los obreros de una fábrica, por ejemplo, trabajan y se sacrifican mucho más que el patrón de la misma pero, sin embargo, éste se queda con la mayor parte de la ganancia de lo producido porque al trabajador no le remunera su plustrabajo. Entonces, ¿quién viola el derecho del ser humano de que a más trabajo más debe ganar: el obrero o el patrón?
Lamentablemente, muchos políticos y economistas confunden la fase socialista con la que Marx denominó comunista. No pocos de los que fueron gobernantes en los países que se llamaron socialistas, cayeron igualmente en esa trampa de erróneas interpretaciones. Marx no tiene culpa alguna en esos berenjenales. No pocos, por ejemplo, han confundido la fórmula que utilizó Marx para caracterizar el comunismo: de cada uno según su capacidad, a cada uno según sus necesidades como un principio del socialismo. Craso error. Marx tampoco tiene culpa alguna en ello.
Marx tuvo un concepto muy elevado del socialismo y por ello creía que éste era superior al capitalismo desde su comienzo. Claro, Marx creyó que el socialismo triunfaría, primero, en las tres naciones más avanzadas de suy tiempo: Francia, Alemania e Inglaterra. Y en cosas de conceptos sobre trabajo y salario, Marx les sigue llevando una morena a todos los economistas de este mundo reunidos en un mismo saco si se quiere y sin faltarle el respeto ni desconociendo los méritos de nadie. Marx estudió y explicó científicamente todas las formas de trabajo y todas las expresiones del salario. Tratar de encontrar o elaborar conceptos nuevos sobre los mismos, execrando los de Marx, sería como ponerse a encontrar una aguja en un pajal que cubre todo el desierto del Sahara.
Si en algo, con una luz más clara que la que le brinda el sol al día, el marxismo es científico es en eso de caracterizar al socialismo y, especialmente, en relación con el trabajo y el salario. Precisamente, el marxismo, ese que legó a la humanidad el camarada Marx para que sirviera –especialmente- como guía de acción al proletariado revolucionario para transformar la sociedad y conquistar su emancipación social, enseña que para construir el socialismo son indispensables, al decir del camarada Trotsky y tiene razón: “Dos palancas deben servir para reglamentar y adaptar el plan: una palanca política, creada por la participación real de las masas en la dirección, lo que no se concibe sin democracia…; y una palanca financiera resultante de la verificación efectiva de los cálculos a priori, por medio de un equivalente general, lo que es imposible sin un sistema monetario estable”. Mejor dicho y en otros términos, como igualmente lo señala el camarada Trotsky: “… el éxito de una edificación socialista no se concibe sin que el sistema planificado esté integrado por el interés personal inmediato, por el egoísmo del productor y del consumidor, factores que no pueden manifestarse útilmente si no disponen de ese medio habitual, seguro y flexible, el dinero. El aumento del rendimiento del trabajo y la mejora en la calidad de la producción son absolutamente imposibles sin un patrón de medida que penetre libremente en todos los poros de la economía, es decir, una firme unidad monetaria”. Para buen entendedor, pocas palabras: de allí está clarito deducir que a mayor cantidad de trabajo mayor salario y, especialmente, cuando se trata de mejor calidad lo producido. Marx nunca dijo que leyes de la revolución burguesa jamás podrían ser aplicadas por una revolución proletaria. Lo que sí dijo Marx es que en el comunismo –segunda fase- quien pretenda cobrar salario por trabajo realizado, está fuera de foco. El dinero desaparece en el desarrollo del modo de producción comunista como también las clases sociales y el Estado con todos sus aditamentos. Que muchos o pocos no lo crean por ahora, es otra cosa. Lo más seguro es que las generaciones, por lo menos de más de diez años de edad, actuales no lleguemos a vivir esa realidad.
El socialismo no está en capacidad de garantizar que cada uno trabaje según su capacidad y que cada uno reciba según sus necesidades y, mucho menos, lo está el capitalismo que se nutre de robarle el plustrabajo al obrero para quedarse íntegramente con la plusvalía. En el socialismo el trabajo debe ser remunerado con un salario que tiene que ser mucho más justo que en el capitalismo, porque aquel establece condiciones socioeconómicas más favorables para la vida humana que noson posible conquistarlas en el capitalismo más democrático del mundo. En el socialismo, mientras sea necesario el salario por trabajo realizado, éste no pierde su carácter de explotado o de esclavitud. Sépase que el salario, de acuerdo al trabajo y sea o no en el socialismo, lo dijo Trotsky y tiene razón, “… está calculado, en realidad, en interés del trabajo <intelectual>, en detrimento del manual y, sobre todo, del trabajo no cualificado. Es una causa de injusticia, de opresión y de coerción para la mayoría, de privilegios y de <buena vida> para la minoría”. En definitiva: el problema no está en que quienes trabajen más, ganen más. No, el problema esencial de este tiempo es que se ha hecho indispensable la conquista de la emancipación del ser humano para que pueda reinar la libertad por encima de la necesidad.
Y sobre la segunda afirmación hecha por el reconocido periodista y experto en materia petrolera de que “El socialismo o el comuismo no tiene capacidad de rectificar mientras que el capitalismo sí tiene sus mecanismos de defensa”, basta con decir pocas palabras para desmentirlo con argumentos irrefutables. Debemos entender Estados y gobernantes por capitalismo y socialismo para poder hablar de mecanismos de defensa o de rectificación. La Comunidad Primitiva tuvo sus mecanismos de defensa y eso no evitó que le desplazara el Esclavismo. Este también tuvo los suyos pero tampoco evitó que le sustituyera el Feudalismo. Este igual los tuvo pero no pudo evitar que lo desplazara el Capitalismo. Este, ciertamente, tiene los suyos pero no podrá evitar que lo supere el Socialismo. Este, también tiene los suyos aunque no lo crea el reconocido periodista y experto en materia petrolera, pero eso no evitará que la fase comunista lo desplace y al Comunismo, lógicamente, lo sustituirá otro modo de producción aunque tenga sus mecanismos de defensa. Así será siempre hasta que un día el género humano y la Tierra sobre la que vive, desaparezcan para confirmar por última vez en este planeta que todo lo que nace es digno de morir. En fin: el capitalismo podrá rectificar millardos de veces pero lleva en su entraña los gérmenes de su propia destrucción. Y eso no lo pueden evitar las voluntades de los gobernantes del capitalismo, porque ningún modo de producción, como nada de lo existente, posee los mecanismos olos dobes divinos de defensa para ser eternos en la vida. Es todo.
Para finalizar, una pregunta y cada lector que la responda a su manera: ¿Qué potencia imperialista no viola el derecho a la autodeterminación de los pueblos, sin el cual los otros derechos humanos no valen un pito?