Por un lado la enorme, alegre, pacifica y difícilmente superable marcha de los revolucionarios con motivo del día del trabajador, es un adelanto, sobre el cual no cabe el menor género de dudas, de lo que va a suceder el 07 de octubre.
Por otro lado la pírrica caminata de quienes sólo podrían esperar un imponderable, que tendría que pasar por eventos como los de Irak y Libia, para hacerse del poder, fue una demostración de cómo el pueblo que seguía a los mitómanos de la derecha ha venido abandonándolos paulatinamente, ante la contundencia de los hechos de una gestión sin parangón en la historia republicana de este país.
El enorme río humano, lo que viene es a corroborar lo que las encuestas serias vienen mostrando, la pobreza principista, de fondo y forma del candidato mediocre, cuyas características de tal, se hacen más evidentes, cada vez que abre la boca y la vergonzante actuación y rabo de paja que acompañan a los líderes que fungen como cabezas visibles del oposocionismo.
Todos ellos saben que la suerte está echada, si no fuese así ya habrían manifestado desde hace rato, su disposición de reconocer los resultados que se derivarán del acto electoral del 07 de octubre, pero no lo hacen, porque a pesar de saber que van a ser derrotados, la orden que del Norte les imparten es cantar fraude y crear zozobra con violencia.
Por eso la frustración y el odio que no pueden ocultar en todos los ámbitos donde se mueven; basta oírlos por ejemplo afirmar sin ningún empacho que la LOTT fue aprobada por el Presidente desde Cuba o por twitter, a sabiendas de que no es cierto, pero conscientes de que unos cuantos, o los que aun quedan engañados, le van a dar credibilidad a tamaña mentira.
Por cierto que la aprobación de la mejor Ley del trabajo que en todo el globo pueda existir fue, como lo dije en un articulo anterior un puntillazo letal que en mucho influyó a la escuálida asistencia a la caminata que lideres como los de la tristemente célebre CTV, presidieron, y que sólo sirvió para confirmar la robustez de la Revolución que con la acción soberana de la promulgación de la Ley demostró, sin opinión en contrario, la estabilidad social que aquí vivimos porque no existe una oposición con argumentos, ni con músculo, ni con gente, ni con candidato y proyecto, como para poder revertir una decisión aplaudida casi unánimemente por el pueblo venezolano.
Pero es que también la fastuosa movilización revolucionaria debe haber servido como un mensaje a quienes desde el imperio, aspiran a llevar al país a situaciones superadas desde hace ya trece años, y más ahora que antes, en que se lo hemos demostrado con hechos como los sucedidos al derrotarlos en el golpe y en el paro y más ahora en que tenemos un pueblo organizado y con un doctorado en resistencia y en defensa de sus principios y su conquistas.
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