Aun cuando no se han llevado a cabo las elecciones presidenciales, quienes estamos seguros del triunfo de nuestro candidato Hugo Chávez Frías-que es la mayoría de los venezolanos – tenemos la obligación ya de ir pensando, sin descuidar lo que queda de campaña, en el trabajo post electoral. Ello dentro del sobrentendido de que la victoria obtenida el 07 de octubre, lejos de embriagarnos de triunfalismo, debe estimularnos al estudio de lo que hasta ahora hemos hecho y como lo hemos venido haciendo.
Este análisis a lo interno de la organización, nos tendrá que aportar muchas luces sobre todo en lo que debemos corregir para continuar con nuevos pasos en esta inmensa, pero reconfortante misión de transformar esta sociedad: Solo en la medida en que, con espíritu autocrítico y comprometidos con la necesidad de ser cada día mejor en la función que cumplimos dentro de este proceso, nos avoquemos a analizar los avances, y autoanalizarnos nosotros mismos, solo así podremos corregir y enderezar el trabajo tanto en lo político, en lo ideológico y en lo organizativo. Todo esto sobre algo que damos por descontado y que es que todos estemos conscientes de que existen muchas o algunas cosas que corregir.
Este proceso de cambio que estamos impulsando tiene la obligatoria necesidad de mostrarse y ser realmente diferente, se viene avanzando en este sentido pero debemos esforzarnos cada día más, para que nuestro pueblo palpe y sienta que hay una gran diferencia entre los dos modelos de vida que defienden quienes representan al capitalismo y quienes impulsamos el socialismo. Que bueno fuera que todos estemos claros que esto comienza cuando los socialistas marquemos la diferencia frente a los capitalistas, es decir, en la praxis de quienes militamos en las filas del socialismo y que por naturaleza y principios tenemos seamos diferentes, como dicen los cristianos: en pensamientos, palabras y obras, no en como vestimos, comemos o bebemos, diferentes en las relaciones con nuestros semejantes, en como asumimos nuestros compromisos y lo que esperamos de ellos.
El esfuerzo permanente para que muera lo viejo y nazca lo nuevo está muy ligado a un continuo aprendizaje en cuanto a lo que debe ser el papel del militante a todos sus niveles; el militante dirigente y el militante de base, el militante ministro, alcalde, gobernador, diputado, director, el militante estudiante, campesino, obrero, etc,, es decir, el hombre y la mujer verdaderamente comprometidos con este proyecto.
Este aprendizaje que nos va a permitir enriquecer nuestro espíritu y conciencia revolucionaria, también evitará que nos perdamos en el laberinto burocrático y en las tentaciones que da el poder. Cada día el compromiso con Venezuela es mayor, la lógica del proceso es que en la medida que vamos superando etapas, vamos abriendo espacios que representan nuevos retos. Por lo tanto, mucho mayor tiene que ser el esfuerzo para construir un partido política e ideológicamente capacitado en todos los órdenes, para llevar a feliz término esa misión.
Es honesto decir que en los actuales momentos tenemos muchas fallas como partido de la revolución, empezando por la importancia que le damos al trabajo en el seno de la clase obrera, lo que casi siempre está generando confrontaciones dentro de la misma gente revolucionaria. Frecuentes son los conflictos laborales de los obreros con gobernadores, alcaldes, ministros, o desde cualquier otro nivel burocrático, niveles desde donde existe muy poca comprensión de las luchas de los trabajadores. Posiblemente sea este uno de los problemas más apremiantes de la revolución, pues por otro lado al no tener respuesta muchas veces los trabajadores en la creencia de estar en su derecho, desarrollan respuestas que aun siendo ellos revolucionarios, esas acciones los colocan en el campo de la reacción, de sus enemigos de clase y ellos lo saben que es así, solo que acá en el campo revolucionario, con sus patronos revolucionarios, a veces no es posible entenderse: hay que encontrar la forma de acordarnos trabajadores y patronos de este proceso, hasta ahora solo hacemos el juego al enemigo del proceso revolucionario al tiempo que confundimos a los trabajadores, y nuestra función es clarificar y concientizar a la masa obrera.
¿Por qué tiene que ser tan difícil que entendamos el papel que cada quien cumple al frente de sus respectivas responsabilidades?, tanto los dirigentes laborales como los dirigentes empresariales o gerentes, en el caso de las empresas del Estado dentro de este proceso, tenemos los mismos objetivos (o deberíamos tenerlos), las mismas metas, los mismos compromisos. La necesidad de desarrollar las empresas haciéndolas más productivas y autogestionarias, no puede estar divorciada de la necesidad de atender los aspectos del desarrollo social integral de los trabajadores, muy al contrario, forma parte de ese desarrollo, de esa nueva visión de las relaciones laborales. Asimismo, el sector laboral debe estar consciente de la nueva mentalidad con la que debe asumir su rol, en un contexto distinto, donde estar en un mismo barco obliga a la concertación y a la búsqueda en todo momento de la solución a los conflictos. En este importante trabajo no se puede dejar de lado un tercer actor que es el Ministerio del Poder Popular para el Trabajo, en donde no se debe negar, se hacen esfuerzos por parecerse a un Ministerio del Trabajo de un proceso revolucionario, pero que aun existen niveles de mando y dirección allí, que al parecer alguien tendría que instruirlos como actúa un funcionario que tiene en sus manos la decisión y por ende, la posibilidad de evitarle al proceso revolucionario confrontaciones que no solo le sale caro al Estado, sino que atrasan y desdibujan la verdadera misión de la Revolución Bolivariana.
Superar estas y muchas otras lagunas, es parte de la consolidación y profundización de la revolución, es una tarea de todos los días, donde hay que dar lo mejor de cada quien, que lleva su tiempo pero hay que apurar el paso, se nos puede hacer tarde.
Septiembre 2012