El Comité Promotor de la Constituyente Sindical está organizando un Encuentro de Dirigentes Sindicales para el próximo 10 de noviembre en la Sala 1 del Parque Central de Caracas, cuyo propósito es designar un comité que se encargue de todo lo relativo a la realización de una constituyente que promueva la unidad de la clase obrera y que discuta un documento que llame a todas las trabajadoras y los trabajadores a poner fin por ese medio a la nefasta división que ya perdura más de medio siglo.
La clase obrera confronta tantos problemas de envergadura que sólo puede resolverlos mediante la unidad. Al mismo tiempo, la historia confiere una extraordinaria oportunidad para llevar a cabo la más grande tarea que clase alguna haya llevado a cabo. La crisis estructural del capital no tiene otra salida que el socialismo y éste no puede realizarse si la clase obrera no logra unirse a nivel internacional. Es la clase que sufre el mayor daño de esa crisis y está obligada, en consecuencia, a encabezar a todos los sectores que no constituyen la minoría privilegiada causante de los desafueros que la burguesía ha originado.
A diario podemos observar como en los Estados Unidos y los países europeos se priva, en primer lugar a la clase obrera, de derechos conquistados a lo largo del tiempo por medio de luchas que han costado enormes sacrificios. La historia de la clase obrera es una historia llena de martirios, desde las jornadas de Chicago que dieron origen al Día Internacional del Trabajo.
La división de la clase obrera en Venezuela ha tenido consecuencias tan nefastas que se ha llegado al extremo del gansterismo sindical, casi 300 sindicalistas han sido asesinados. El sicariato, la delincuencia común se ha enseñoreado en la clase social llamada por la historia a realizar la más grande transformación que se ha planteado la humanidad: el socialismo.
En Venezuela tenemos la experiencia de grandes tareas llevadas a cabo bajo el signo de la unidad. La primera confrontación directa del pueblo venezolano con el imperialismo contemporáneo fue la huelga de los obreros petroleros en 1936-37, así como en 1950 se llevó a cabo otra huelga petrolera bajo la dictadura militar. Esta última jornada unitaria constituyó el mejor antecedente para la derrota electoral que bajo el signo de la unidad se inflingió a la dictadura y para la huelga general insurreccional que puso en fuga al dictador el 23 de enero de 1958.
Esta ha sido la razón para que el imperialismo y sus agentes criollos hayan propugnado la división de la clase obrera. En un proceso revolucionario como el que está viviendo Venezuela no hay razón de ningún género para que se mantenga la atomización que el imperialismo y sus agentes han propugnado en nuestro país. Sin la menor duda, aquellos que se dicen revolucionarios y siguen propugnando la división son quintacolumnistas al servicio de la política del imperialismo.
La lucha de clases es implacable y en los países sometidos a la coyunda imperialista esa lucha tiene un carácter internacional. El internacionalismo proletario cobra entonces especialísima urgencia. Puede afirmarse que ningún problema nacional e internacional de la clase obrera puede resolverse mientras permanezca la división. La unidad ha sido a través de toda la historia el instrumento fundamental para la emancipación de los pueblos. Cuando el objetivo estratégico de la Revolución Bolivariana es el socialismo, jamás podremos tener éxito si permanece dividida la clase que es la adversaria estructural del capital y la que en el proceso de producción ocupa la posición decisiva del aparato económico.
El Encuentro de Trabajadoras y Trabajadores del 10 de noviembre es un acto de primera importancia en el camino de la Constituyente Sindical, única forma de llevar a cabo la unidad de la clase obrera venezolana para enfrentar el gansterismo sindical, los problemas de todo género que padece la clase, para darle contenido social a la Integración de América Latina y El Caribe y para contribuir de manera significativa a la unidad de la clase obrera a escala internacional en el momento en que la crisis estructural del capital amenaza la existencia de la humanidad y del planeta mismo.
Nunca antes se había planteado a la clase obrera tareas de mayor trascendencia histórica. Seriamos los peores instrumentos de la Revolución Bolivariana si no somos capaces de adelantar esta tarea elemental y al mismo tiempo la más grandiosa.
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