La reelección del Presidente Hugo Chávez, con un triunfo contundente sobre la oposición proimperialista, se presenta como la entrada en una nueva fase “socialista” de la revolución venezolana, que aún no han sido definida claramente.
Pese a la propaganda tendenciosa y falsa diseminada por los medios privados, especialmente las grandes agencias y cadenas de la prensa imperialista, que han pretendido malponer al gobierno de Chávez como una “dictadura”, su liderazgo ha salido triunfante de varios procesos electorales a distintos niveles. En este sentido, Venezuela es ejemplo democrático frente a muchos gobiernos y regímenes realmente autoritarios que son apoyados por las “democracias” de Estados Unidos y de Europa. En pocos países los ciudadanos pueden solicitar la realización de un Referéndum Consultivo sobre alguna cuetión de interés nacional o un Referendo Revocatorio del mandato presidencial. Chávez ha propiciado y se ha sometido a este tipo de situaciones con éxito incuestionable y con resultados cuya idoneidad ha tenido que ser reconocida por organismos internacionales y gobiernos (incluso a regañadientes).
Lo anterior es parte esencial de las conquistas conseguidas con la revolución bolivariana. Pero veamos, en principio, con algunos ejemplos, qué es lo que los trabajadores, los pobladores de los barrios populares, los campesinos, los indígenas y los sempiternos “excluídos” se han mostrado decididos a defender con sus votos y con su movilización combativa durante todos estos años de revolución político-social y de tensión antiimperialista en venezuela:
Conquistas del pueblo venezolano en la revolución bolivariana
Desde que Chávez accedió al poder político en 1999, los venezolanos nos hemos dotado de una avanzada Constitución. Se ampliaron las libertades democráticas, con mayores oportunidades de participación del pueblo en los asuntos públicoscon. ha habido una reafirmación de los derechos humanos y del carácter social del Estado. Se han puesto en marcha importantes cambios políticos, económicos y sociales. El pueblo venezolano ha obtenido valiosas y apreciadas conquistas. Las principales mejoras se perciben en los resultados de las llamadas Misiones.
Algunos de los más destacados ejemplos son: la eliminación del analfabetismo (Misión Róbinson); la puesta en funcionamiento de un sistema de atención primaria en salud, con apoyo de médicos cubanos, que lleva los servicios al seno de los barrios pobres (Misión Barrio Adentro); suministro económico y masivo de alimentos a los sectores de escasos recursos, con centros de abastecimiento, casas de alimentación y comedores populares (Misión Mercal)... Políticas como estas aún no resuelven definitivamente las miserias de las masas, pero atenúan los padecimientos y representan un ascenso en el nivel de vida. Los índices reconocidos internacionalmente mejoraron todos: la pobreza descendió en un 11,5 % (al 37,1 %), aumentó el índice de desarrollo humano, hubo una reducción en el desempleo (de 12,9 % a 10,4 % según la OIT). Datos como estos revelan, de por sí, un mejor enfoque de las políticas públicas y una progresiva redistribución de la renta nacional. El notable incremento de los ingresos petroleros le ha dado al gobierno gran disponibilidad.
Otros logros importantes se están dando en el campo, con el otorgamiento de títulos de tierras y mayor atención al campesino, como parte de una política de recuperación de tierras acaparadas por latifundistas (Misión Zamora – Ley de Tierras), pero con bastante lentitud, trabas burocráticas y hasta oposición violenta de grandes hacendados y ganaderos.
Los idígenas, aunque sostienen importantes reclamos, han alcanzado reconocimiento constitucional de sus derechos como pueblos, sus territorios y lenguas, con recuperación de su identidad, reagrupamiento, vocería y representación política.
Los trabajadores tienen inamovilidad laboral, renovada semestralmente desde hace varios años. Han conseguido una Ley de Solvencia Laboral que debería ser cumplida por los empresarios para contratar con el Estado. Aunque sus ingresos son insuficientes, han obtenido incrementos sucesivos en el salario mínimo. Están en curso experiencias de cogestión en empresas que estaban cerradas y fueron recuperadas por sus trabajadores, para luego ser estatizadas, con cierto margen de participación de obreros y empleados en su conducción . Hay cierto número de grandes empresas cogestionadas entre las industria básicas de propiedad estatal, con niveles de participación laboral bastante variables y con no poca resistencia burocrática (el gobierno no ha admitido aún la cogestión en la industria petrolera, que es el principal sostén del país).
Uno de los logros más formidables del movimiento obrero ha sido sacudirse a la vieja y corrupta burocracia de la Confedereción de Trabajadores de Venezuela (CTV), aliada estrechamente con la patronal golpista y los agentes del imperialismo, que durante los años de la IV República o Pacto de Punto Fijo (alternabilidad de los partidos burgueses AD y COPEI en el gobierno) frenó y traicionó una y otra vez las luchas. Con la creación de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), actualmente mayoritaria, se produjo un inmenso avance hacia la renovación de los organismos de la clase obrera, en consonancia con el proceso revolucionario en curso. El protagonismo de los trabajadores en la derrota del sabotaje petrolero golpista (2002- 2003) y el control obrero temporal sobre PDVSA fue el gran empujón para la caída de la CTV y la acelerada construcción de la UNT.
En los barrios hay un vivo proceso de construcción social, con surgimiento de organismos para la participación democrática y protagónica en los asuntos locales (más no de alcance nacional, todavía), tales como los Comités de Tierras Urbanas, los Comités de Salud, las Mesas Técnicas de Agua, las Asambleas Populares, etc., que tienden a agruparse en organismos más amplios, con estatus legal y presupuesto propio, como son los Consejos Comunales (siempre en disputa por defender su autonomía frente a la burocracia estatal).
En materia económica, retrocedió la presión neoliberal e injerencia directa de los organismos del capitalismo global (FMI, Banco Mundial), aunque se sigue pagando la fraudulenta deuda externa. Se paralizó la venta de efectivos del país (como las empresas básicas de Guayana y PDVSA), aunque todavía hay gobernadores y alcaldes que intentan privatizar servicios. Venezuela tuvo una política activa de re-fortalecer a la OPEP y recuperar los precios petroleros. Mejoró la recaudación fiscal, con reducción de la evasión privada, aunque se mantuvo (con ligera disminución) el IVA, un impuesto directo al consumo, herencia del neoliberalismo. El PIB, la tasa de crecimiento y la producción nacional se incrementaron enormemente, con tendencia a la baja de la inflación y del desempleo, detención de la elevada fuga de capitales mediante el control de cambios y consiguiente recuperación de las reservas internacionales a niveles sin precedentes. Se están haciendo grandes obras de infraestructura y vialidad, como la red ferrocarrilera que interconectará al país y que disminuirá la vulnerabilidad y excesiva dependencia respecto a las transnacionales del transporte.
Tras la derrota del paro-sabotaje gerencial petrolero, se implantó un mayor control nacional sobre los hidrocarburos. Desde entonces, PDVSA ha destinado recursos en cantidades nunca antes reportadas para la inversión social. Se elevaron los impuestos y las regalías a las transnacionales, pero aún se mantienen empresas mixtas y se otorgan concesiones para la explotación de petróleo y de gas. Hay un balance favorable para la soberanía, pero la nacionalización petrolera todavía no es total y los trabajadores no tienen participación directa en el diseño de los planes de la industria.
Sin pretender, por limitaciones de espacio, un listado completo de las conquistas revolucionarias dignas de mención, debemos destacar algunas en cuanto al desarrollo de la conciencia antiimperialista de las masas, la proyección de la revolución venezolana como referencia para el “Tercer Mundo”, para los pueblos oprimidos y los movimientos progresistas o de izquierda a escala internacional; la noción de independencia, la defensa de la soberanía y de la identidad nacional frente a transculturización implantada por el imperio, la conciencia en pro de la integración latinoamericana y la solidaridad con naciones hermanas o flageladas por el infortunio; la idea de que debemos superar el capitalismo y construir un nuevo modelo de sociedad, más equitativo, que prefigura los rasgos más generales del “socialismo”. El gobierno de Chávez, aunque todavía no ha tocado muchos puntos claves de la dominación imperialista-transnacional al interior de Venezuela, le ha venido descuadrando el juego geopolítico a los halcones de Bush, con sus denuncias recurrentes y altisonantes, con su condena a las intervenciones, invasiones y actos genocidas. Chávez se alineó claramente con los movimientos sociales latinoamericanos contra el ALCA y le opuso el ALBA como fórmula de intercambio no basado en relaciones de dominación. Venezuela le negó a los Estados Unidos la instalación de bases y sobrevuelos militares en su territorio, y es contraria a su existencia en otros países del área. Se opone al Plan Colombia y al involucramiento gringo en asuntos internos de seguridad y el control de drogas. Retiró a la misión militar norteamericana camuflada como “observadora”•(instrumento de tutelaje y espionaje militar) dentro del Fuerte Tiuna, sede del Ministerio de Defensa y principal cuartel del Ejército en Caracas. Se ha venido elaborando una nueva “Doctrina Militar”, propia y no supeditada a los esquemas de Estados Unidos, dando pasos en la preparación del aparato militar y de la población (Reserva) para eventuales escenarios de “guerra asimétrica” frente a posibles intentos de intervención armada del imperialismo (directos o indirectos).
Estos y muchos otros elementos, explican en buena medida, el fervor y el apoyo que le han entregado los sectores populares a la figura de Chávez; hecho que la oposición es incapaz de contrarrestar a pesar de todas las calumnias y de los grandes problemas e insuficiencias del proceso. El peligro de perder tales conquistas, la conducta anti-democrática y anti-popular de la derecha, junto a las nuevas expectativas socialistas, llevaron a que Chávez, con su carisma, arrasara a la candidatura de la oligarquía y el imperio.
El triunfo electoral de Chávez, su significado y las perspectivas de la “nueva fase”
Las elecciones presidenciales del 3 D de 2006 han reconfirmado para todo el país y ante el mundo entero, la voluntad popular de continuar, con Chávez al frente, por la senda de la revolución bolivariana y del sociañlismo. Ha sido claro y contundente el triunfo del voto por su reelección (62,87 %) sobre el maquillado golpista Manuél Rosales (36,88 %). Hubo un incremente muy importante de la participación, con una abstención relativamente baja, de un 25 % del electorado. La victoria de Chávez ha cubierto de rojo (color con que se identifican los bolivarianos y partidarios del proceso) todas las regiones, estados y ciudades del país. Nisiquiera en el Estado Zulia, del que es gobernador Rosales, pudo alcanzar la mayoría el candidato opositor. Los resultados fueron avalados observadores internacionales, incluyendo a gobiernos hostiles como el de Estados Unidos.
Pese a que la oposición (y su supremo conductor del Norte) tenían entre sus planes el posible desconocimiento y desacato de los resultados electorales, con preparativos de acciones desestabilizadoras de todo tipo; la manera como se volcaron las masas en favor de Chávez y del proceso fue tan arrolladora, que aún bajo notables presiones de los sectores más ultras de la oposición, el candidato perdedor optó por aceptar rápidamente la derrota para evitar males mayores, pues la experiencia les ha venido demostrando, que en condiciones de debilidad, la táctica más conveniente es preservar sus fuerzas en lugar de exponerse a la réplica revolucionaria de las masas enardecidas. El “garrote” golpista-intervencionista y la “zanahoria” de la vía electoral, el “diálogo” y el “tercer lado”, son apariencias y tácticas coyunturales de la estrategia contrarrevolucionaria-imperialista, cuyo objetivo es uno solo: acabar o agotar la experiencia revolucionaria para mantener su hegemonía, seguir explotando y oprimiendo a los pueblos.
Ahora bien, la derrota capitalista pro-imperialista en esta coyuntura electoral, no debe llevar a ignorar que fuera del terreno político persiste su inmenso poder y capacidad de maniobra: poder económico, control de sectores estratégicos y del mercado, agazapamiento y reinfiltración en las instituciones, tal como se evidencia, por ejemplo, en la escandalosa impunidad que permiten el Poder Judicial y el Ministerio Público. El sistema capitalista sigue funcionando todavía en Venezuela y sabemos que su tendencia es a aut-reproducirse, a menos que rompamos con la lógica del capital y con la propiedad privada de los medios de producción.
El hecho de que los voceros del imperialismo, que en el 2002 promovieron y se apresuraron a reconocer al golpista Carmona, evaluaran el resultado de las elecciones del 3D como "bueno para Venezuela y para la región", y que el Departamento de Estado instruyése a su embajador Brownfield para solicitar una pronta reunión con el Ministro de Relaciones Exteriores de Chávez, puede ser el indicio de cierto viraje táctico en el tenso estilo de sus relaciones. No es la primera vez que buscan un “acercamiento” con el gobierno y diálogo con la oposición. Su propósito es sanarle los huesos rotos y calmar las estridentes denuncias de Chávez que tanto le irritan.
Las razones de tal cambio no están sólo en Venezuela. Hay que buscarlas, en primera instancia, en el tremendo fracaso de la política guerrerista de Bush en Irak, Afganistán y Oriente Medio, cuyo coletazo político al interior de USA han sido, tras un descenso sotánico de su popularidad, las derrotas electorales sufridas por los republicanos, con pérdida del control del Senado, la Cámara de Representantes y la mayoría de los gobernadores. También ha tenido que moderarse con Corea del Norte y a Irán, y Bush está tan enredado que tuvo que postergar se discurso de fin de año sobre la situación del país. Mientras, en, en el llamado “patio trasero” de América Latina está recibiendo sucesivos puntapiés que no le permiten enseñorearse a su antojo, con la elección de nuevos gobernantes de matices izquierdistas y nacionalistas, que no encajan dentro de los proyectos de dominación continental de Washington. En un rosario de sucesivos reveses para los candidatos del imperio, fue electo el sandinista Ortega en Nicaragua; luego se le alzó con el triunfo de Rafael Correa, después de perder en la primera vuelta frente al magnate pro yankee Novoa; y para remate se reelije Chávez en Venezuela con ventaja formidable, como claro contendor anti-Bush ante la “opinión pública” mundial y ante los pueblos oprimidos que luchan. Un catastrófico balance para las políticas ofensivas de la casa Blanca en el cierre del año -pero no sólo para Bush sino también para los chupa-medias gobiernos imperialistas europeos que le secundan o consienten.
No es extraño, entonces, que estén forzados a ir revisando sus políticas en distintas regiones, incluida la política hacia Venezuela. El canciller Maduro ha respondido que, para ello, lo que se requiere es una “relación de respeto”, que "deben cesar la guerra política contra Venezuela". Aunque advirtió seguir teniendo motivos de desconfianza hacia el Gobierno de EEUU se mostró dispuesto para el “diálogo”. Así ocurrió poco después de las intentonas golpistas made in USA, pero cada vez que el proceso revolucionario buscó ahondar su curso al calor del entusiasta movimiento de masas, el imperialismo volvió a apelar a la agenda de la desestabilización, el sabotaje y la conspiración golpista. Este “diálogo” nunca es gratis, por supuesto, porque para el imperialismo siempre supone el canje de la tregua o los “favores” que ofrece por concesiones dañinas para el ritmo, profundidad y alcance de los procesos revolucionarios que trata de domesticar. La cuestión está en cómo llevar inteligentemente el juego sin defraudar las aspiraciones del pueblo y sin traicionar los principios sobre los que se ha venido fundamentando la propuesta bolivariana.
Volviendo al significado del voto por Chávez, éste es interpretado en Venezuela, no como un mero aval para el continuismo. Con nuestro voto, los trabajadores, los campesinos, las comunidades populares, los pueblos indígenas... también estamos expresando un sentir general respecto a la revolución, y es que ¡queremos profundizarla! Es algo que se expresa de manera abierta en el seno de las organizaciones sociales y del movimiento popular. Este tendrá que ser el propósito de la siguiente fase, donde habrá de definirse, de verdad-verdad, el carácter de este proceso, como “revolución socialista o caricatura de revolución”, como bien lo decía el Ché.
La principal expectativa que surge a partir de la proclamación del rumbo socialista para la revolución venezolana, no se desprende de una simple propuesta, a capricho de Chávez, porque el horizonte socialista viene asomando como un producto de las luchas del pueblo y de la dinámica de la revolución, que incluso empuja con fuerza propia al mismo presidente Chávez. Pero la propuesta deberá cobrar formas concretas y tangibles para el pueblo o tendrá que ser configurada y construida por éste, llevando los cambios mucho más allá de las actuales misiones y políticas sociales, mucho más allá de las actuales formas de gobierno y de sus mecanismos para ejercerlo, todavía impregnados por la vieja IV República y dentro de los linderos del sistema capitalista.
La burguesía y el imperialismo no quieren ceder sus posesiones ni reducir su margen de ganancia ante las presiones redistributivas que ejerce el proceso revolucionario y le tienen terror a la simple imprevisibilidad y a la amenaza de una conversión socialista de esta revolución democrática, ya sea porque la impulse la dirección política gobernante o por el desbordamiento de las masas. Chávez, en sus discursos, ataca constantemente al imperialismo, particularmente al gobierno de Bush, y en general, al capitalismo. Aboga por una economía “social” y propone la construcción del “Socialismo del Siglo XXI”, aunque sin definir claramente su forma económica y política. El imperialismo no tolera que se le modifique el tablero de la dominación mundial con procesos revolucionarios contagiosos, con fórmulas de reequilibramiento “multipolar” en las relaciones internacionales, ni con propuestas de “integración” entre países del “Tercer Mundo” que no se encuadren en sus TLC.
Todavía el capital preserva la propiedad y el funcionamiento económico dentro de los parámetros básicos del “libre mercado” (no ha habido expropiaciones en Venezuela, excepto casos muy contados de empresas cerradas, además de las lentas recuperaciones de “tierras ociosas”). Pero, los grandes dueños de medios de producción y de la tierra no se sienten identificados en absoluto y son refractarios a un gobierno conformado, hasta el momento mayoritariamente, por dirigentes que vienen, en su origen social, de las capas medias y populares de la sociedad, así como de estratos medios de una Fuerza Armada impactada por la situación abierta con el “caracazo” de 1989.
Por todo eso quieren parar el proceso venezolano; lo buscan por distintas vías y combinaciones. El gobierno ha debido enfrentar varias intentonas contrarrevolucionarias, pero sin descartar la opción de una intervención directa o indirecta, el capital también procura aprovechar todos los resquicios y posibilidades de degeneración o perversión del proceso. Mientras amaga con atacar por fuera, mientras auspicia conspiraciones golpistas, también promueve a la oposición en el terreno democrático-electoral (con toda clase de triquiñuelas) y trata de encontrar puntos de apoyo en el aparato gubernamental, alimenta las negociaciones que le puedan permitir alguna ventaja.
Avanzar hacia el socialismo significa que pueblo y gobierno empujen las medidas económicas, sociales y políticas pertinentes, pero también que las hagan sostenibles y las sepan defender frente a embates que no cesarán de producirse. En este sentido es muy inquietante e indignante la impunidad existente frente al golpismo, el paramilitarismo y el sicariato, como amenazas concretas contra la revolución y la integridad de los revolucionarios (la mayoría de los responsables están fugados, no están siendo enjuiciados o han sido absueltos por órganos judiciales). Hay muchos nudos críticos que las masas están tratando de desatar y que deben desatarse para despejar el camino hacia el socialismo. Pondremos sólo algunos ejemplos, entre los muchos que podríamos dar:
Uno de esos nudos tiene que ver con el retraso y saboteo a la revolución agraria, porque aunque con la Ley de Tierras se inició una nueva guerra contra el latifundismo, la recuperación de la tierra es muy lenta y tortuosa, con los campesinos maniatados por trámites engorrosos y con los ganaderos y hacendados asesinando líderes agrarios por medio de sicarios y paramilitares, mientras el gobierno y las instituciones negocian con los terratenientes aplicando el “método Chaz”, dejando en segundo plano el protagonismo de las organizaciones de campesinas.
La cogestión, que fue una oportunidad para avanzar hacia el control obrero y empezar a construir nuevas relaciones de producción, lamentablemente, en la mayoría de los casos, se encuentra estancada y restringida por las trabas del burocratismo gerencial y los límites gubernamentales, pero se sigue disputando el control de las empresas y de la economía, entre los trabajadores, por un lado, y los patronos y/o los funcionarios estatales por el otro.
Mientras tenemos una política exterior de confrontación con el imperialismo y nos convertimos en referencia para la luchas de liberación de los pueblos, en Venezuela, sectores muy importantes y estratégicos (en lo económico y también en lo político), siguen en manos imperialistas; como la CANTV (Verizon) que maneja la mayor parte de las telecomunicaciones y la siderúrgica SIDOR (ambas privatizadas durante el gobierno de Caldera). Las trannacionales siguen participando en las nuevas empresas mixtas de la industria petrolera, han recibido extensas y duraderas concesiones para la explotación del gas y también hay transnacionales que explotan el carbón en territorios ancestrales de nuestros indígenas, en contra de sus derechos y de su voluntad, porque ellos no quieren más minas ni haciendas en sus espacios invadidos por el capital. En la confrontación con el capitalismo neoliberal también está pendiente el tema de la cancelación de la deuda externa, que se sigue pagando, sin auditoría, a pesar de su conocida ilegalidad e ilegitimidad. Tocar estos puntos neurálgicos será una prueba de fuego para la revolución bolivariana y para su credibilidad.
Pero también va a ser clave afrontar el problema del burocratismo y la corrupción, denunciado por el movimiento popular y señalado por el presidente Chávez como una de las lacras a eliminar. La contrarrevolución, como Caballo de Troya, también trabaja silenciosamente en los intestinos del proceso, pervirtiendo, comprando, cooptando, asociando, engañando con proyectos de ley o propuestas políticas y económicas portadoras de contrabandos reaccionarios y neoliberales, labrando espacios de conciliación, de impunidad, complicidad, omisión y negligencia. La burguesía, como clase, no descarta la estrategia de recuperar su control desde adentro, aunque para ello tenga que utilizar también a algunas boinas rojas. El gran catalizador de todo esto es el burocratismo y la corrupción, un enemigo “camaleónico” y por ende sumamente peligroso para la revolución. Esa burocracia asume hasta cierto punto el discurso de “izquierda”, pero se coloca como mediadora entre la burguesía y el proletariado, optando siempre por las medias tintas y frenando las demandas y acciones “radicales” de los trabajadores y el pueblo. Este es el factor que detiene, que obstaculiza, que enreda, que dificulta, que posterga, que congela la revolución y que molesta y desmoraliza a las masa e incluso las reprime, resistiéndose al avance del proceso revolucionario, a la participación democrática y protagónica, al desarrollo genuino del poder popular y a las conquistas de las luchas.
El intelectual y profundo analista venezolano, Luís Brito García, comenta en uno de sus escritos que “más vale ser invadido por una Revolución cumplida que por una reforma postergada” y expresa con toda razón que “el socialismo se demuestra socializando” (Ultimas Noticias, 06-08-2006, pág. 60). El “socialismo” con propiedad privada no sería sino un nombre engañoso, una caricatura de socialismo.
Sin embargo, podemos a postar, con esperanza, al éxito de un proceso de fondo muy importante para la revolución, que es el dinamismo creciente, cada vez más politizado, de las luchas de los distintos sectores sociales del pueblo, que hacen esfuerzos por su autoorganización, por intercambiar solidaridad y unificar como una sola causa sus peleas. Las movilizaciones obreras, campesinas y populares buscan converger desde sus distintitos lugares, caminos y destinos, lo que que debería ir dando pié a la conformación de un bloque social y político de masas y de base, por el socialismo sin patronos, sin terratenientes, sin transnacionales, sin burocracia, sin corrupción, basado en la supremacía de los organismos del pueblo, del poder popular. Si este polo social unitario crece y se fortalece, al calor de su lucha y del desarrollo de sus distintas formas organizativas, podrá y deberá reclamar el espacio que le corresponde en el diseño y aprobación de políticas sectoriales y nacionales y en la adopción de las grandes decisiones.
Desde ya, para que el presidente Chávez pueda entrarle de lleno a la próxima etapa de profundización de la revolución, debería comenzar por convocar al conjunto de las organizaciones sociales autónomas de cada sector para consultar, concebir y decidir con ellas las orientaciones y medidas, pudiendo así materializar, con mecanismos reales, su consigna de que “con Chávez manda el pueblo”, procediendo, al mismo tiempo, a purgar el gobierno de los elementos burocráticos, corruptos o vinculados con intereses de sectores del capital que no ejecutan ni dejan avanzar las medidas progresivas y revolucionarias, necesarias para resolver los problemas vitales.
La propuesta del Partido Único
En el transcurso de la campaña electoral, Chávez anunció su llamado a la coformación de un partido único de la revolución. Una vez confirmada su victoria ha planteado, como condición para abrir esta nueva fase de construcción del “Socialismo del Siglo XXI”, la disolución de los partidos que forman parte del gobierno o que le apoyan, para constituir el Partido Socialista Unificado de Venezuela. Exije que no sea una simple “sopa de letras”. Señala que los que quieran estar en el gobierno para acumular riqueza o poder deberán renunciar a su mandos, al tiempo que fustiga al burocratismo y la corrupción, sin señalar por el momento a nadie específicamente. Chávez está convocando a un proceso acelerado de discusión y estructuración de dicho partido, que se supone debe estar conducido por dirigentes electos por la base y no a “dedo”, como en muchos casos sucede y como en muchas oportunidades él admite, autocríticamente, que los designó. El que quiera formar tienda aparte, así esté con el proceso revolucionario, por lo visto, no podría entrar en su gobierno.
Esta política de Chávez parece responder, por un lado, a la real necesidad de contar con una dirección unificada y coherente, en vista de la multiplicidad de organizaciones, con sus contradicciones y disputas, políticas, particulares y de grupos de poder. También parece obedecer a algo que casi todo el mundo reconoce en Venezuela, y es que la gente vota por Chávez, más no por los partidos que le acompañan, que casi carecen de fuerza al margen de la figura del máximo líder de la revolución. A tal punto a llegado su determinación que ha pedido la disolución de su propio partido, el MVR, receptor mayoritario de los votos, a gran distancia de los otros.
Pero hay otra realidad que ve y siente la gente y que Chávez también está percibiendo. Es el desgaste de estos partidos, a pesar de los votos que recogidos en nombre de él. Esto se notó en la alta abstención que ha habido en las elecciones de alcaldes y de concejales, frente a candidatos que en muchos casos no fueron bien vistos por las comunidades organizadas y movimientos populares, pero que no tuvieron más remedio que aceptar una vez impuestas desde arriba estas opciones. Es muy frecuente escuchar que los ministros, los gobernadores, alcaldes y funcionarios de los ministerios no hacen lo que dice Chávez, que hacen lo contrario o que retrasan, enredan o sabotean las medidas gubernamentales que van en favor del pueblo y que afectan a altos intereses económicos. A menudo la gente comenta que los corruptos están socavando el proceso.
Ante esto, existen grupos y movimientos recelosos de activistas obreros, campesinos y populares, que se muestran renuentes a acatar las líneas y la disciplina de los partidos gubernamentales, que defienden su autonomía y libertad de acción dentro del proceso. Grupos como estos suelen ser vistos como “anárquicos” por el gobierno, pero no pocas veces, su acción contribuyó a movilizar al pueblo en momentos de peligro, en franca actitud de desobediencia a los dirigentes políticos más “sensatos”. Un ejemplo de ello fue la coyuntura del 11 al 13 de abril de 2002, en la cual trataron de coordinar a los luchadores barriales (como en Caracas la Asamblea Popular Revolucionaria), para movilizarse frente al golpe contrarrevolucionario inminente, mientras que la línea oficial era mantenerse en casa o ir a trabajar porque se asumía que el paro patronal estaba derrotado, la Fuerza Armada estaba controlada y no convenían las acciones de calle ni las provocaciones. El resultado fue que el llamado popular para defender al gobierno no contó con el apoyo oportuno de éste y el golpe reaccionario se consumó, Chávez cayó, pero el movimiento popular y el pueblo revolucionario, con su poderosa movilización espontánea replicó inmediatamente y en unidad con sectores leales de la Fuerza Armada, derribó al brevísimo gobierno de facto y restableció a Chávez en el poder. Muchos políticos gubernamentales no han aprendido todavía esta lección histórica.
Por una parte, este movimiento popular que rechaza a la burocracia, tiene motivos para sentirse atraido por la propuesta de partido único, entendiendola como “unidad”, más no como imposición monolítica, si esta sirve para renovar direcciones y establecer la participación democrática y cabal de las bases en la conducción del futuro partido de gobierno. Pero, por otro lado alberga desconfiana, porque se pregunta es si el régimen interno concebido para ese partido único permitirá desenvolverse en un marco de verdadero respeto a la diversidad, al debate democrático o si se verán aplastados por una disciplina avasallante del alto liderazgo. En este sentido, los partidos a disolver en la estructura unificada, no han sido precisamente el modelo admirado y respetado.
El otro dilema es la concepción del socialismo, el programa para llegar a él y los métodos de lucha. Para algunos reformistas, el “socialismo” no parece ser más que un capitalismo “humanizado” o una especie de híbrido que conserva los genes del capital privado (nacional y extranjero), de la propiedad privada sobre los medios de producción. De hecho hay ministros que declaran ofreciendo garantias a la propiedad y hasta hay un movimiento de “Empresarios por el Socialismo”, con su particular manera de entender las Empresas de Producción Social, con capital privado.
En esta discusión hay que participar, indudablemente, procurando las mejores condiciones para el sano debate democrático.
La situación del movimiento sindical y la UNT en la nueva fase socialista
Hablamos en estas páginas de la formidable conquista que es haber creado a la Unión Nacional de Trabajadores y echar a la podrida CTV al basurero de la historia. Desde su constitución en el 2003, mediante un congreso y el acuerdo de varias corrientes, la UNT creció de manera desbordante, dejando a propatronal y golpista CTV como una fuerza casi insignificante, a la que apenas le queda un puñado de federaciones y sindicatos semi vacios, la mayoría de ellos en el funcionariado público donde medró de manera clientelar durante la IV República. Importantes sindicatos que pertenecen todavía formalmente a la CTV están dirigidos hoy por sindicalistas clasistas e identificados con el proceso revolucionario, como es el caso de Fetraelec (sector eléctrico) y ciertos sindicatos petroleros como Fedepetrol, que van en camino de integrarse en la UNT. La formación constante de sindicatos y grandes federaciones por rama o sector continúa de manera acelerada, llevándose por delante a cualquier otra organización sindical de la burocracia cetevista, mediante referendos en las empresas que revelan una abrumadora preferencia de los trabajadores por los sindicatos de la UNT.
Pero la UNT enfrenta todavía retos muy importantes para su existencia y para la definición de su perfil. Hay quienes opinan que aún es portadora de sectores cuya trayectoria política anterior se forjó en las filas de los partidos patronales (Acción Democrática y el Partido Socialcristiano COPEI o la degenerada izquierda reformista que hoy milita en las filas del antichavismo). Muchos dirigentes y trabajadores se quejan de que esos sectores conservan los viejas vicios burocráticos de la CTV, a pesar de colocarse declarativamente al lado de la revolución y del gobierno del presidente Chávez. Por lo tanto, en la nueva fase “socialista”, la UNT requeriría de un proceso de depuración, democratización y reafirmación revolucionaria, con preservación de la unidad sindical de los trabajadores. En el inacabado II Congreso de la UNT, se enfrentaron tendencias que aunque se presentan todas dentro del marco del proceso revolucionario, difieren profundamente en concepciones, métodos y políticas; sobre todo en la manera como entienden la democracia sindical y las relaciones de la UNT con el Estado, su autonomía, respecto a los patronos y al gobierno.
La C-CURA, encabezada por Orlando Chirino, se coloca a favor del proceso revolucionario y por el desarrollo de las luchas en función de su profundización hacia el socialismo, acompañando al gobierno de Chávez en su defensa frente a la derecha y el imperialismo y en la aplicación de sus medidas más progresivas, pero desde una postura de independencia, reservándose el derecho a la crítica y a la movilización combativa por los objetivos de clase y del movimiento sindical. Otras corrientes parecen anticiparse a caracterizar al Estado ya como “socialista” y visualizan a la organización sindical como parte de ese Estado, lo que cambia el concepto de la autonomía sindical. Para la C-CURA esto hace vulnerables a los trabajadores ante las prácticas patronales, no poco frecuentes, de muchas autoridades a las que no les gusta tener dirigentes clasistas y peleadores en los ministerios, en las empresas públicas o en empresas privadas con las que tienen lazos, que ven la protesta como “desestabilización” y “anarquía”, y hasta mantienen relaciones de tipo neoliberal, con contratos individuales y temporales que privan a los trabajadores de muchos de los beneficios y de las libertades sindicales. Los trabajadores valoramos y defiendendemos el proceso revolucionario, porque somos actores y testigos directos de la recuperación del nivel de vida de la clase obrera, de nuestros salarios y sabemos que, de conjunto, nuestras condiciones laborales han mejorado, que nuestros hijos ahora tienen una perspectiva de vida muy superior. La libertad sindical se ha venido recuperando, la impunidad y el abuso patronal nos encuentra con mejores herramientas y condiciones para la lucha, se han conquistado mayores espacios de participación como clase. Pero, a pesar de estas grandes conquistas de que gozan los trabajadores, gracias al proceso revolucionario, la lucha de clases continúa en Venezuela, en la medida en que aún vivimos en un sistema capitalista, con propiedad privada de los medios de producción y/o con relaciones capitalistas de explotación, que incluso imperan dentro del sector público. Sigue habiendo fuerte resistencia patronal y burocrática a los cambios, y no faltan las ofensivas para hacerlos retroceder. Por eso es muy importante definir correctamente el papel de la organización sindical.
El II Congreso, realizado en mayo de 2006, se paralizó porque este sector proponía elecciones sindicales inmediatas para renovar una dirección provisional que ya tenía tres años de haber sido acordada, con el objeto de arribar a la campaña electoral nacional por la reelección de Chávez con una dirección sindical relegitimada y armada de un claro programa, mientras que las demás corrientes insistían en postergarlas para después de las elecciones presidenciales, por razones tácticas. No obstante, todas las corrientes convergieron en la práctica, aunque cada una por su lado, en torno a la campaña para ratificar a Chávez y en contra de los planes contrarrevolucionarios de la derecha. Lograda la victoria bolivariana, ahora parece aproximarse un consenso para que las elecciones sindicales de la UNT se realicen en el primer trimestre del año 2007 y la expectativa es que se regularice el funcionamiento unitario de la central para poder acometer los retos y tareas de la lucha por la construcción del socialismo. Por otra parte, la discusión alrededor del llamado de Chávez para disolver las facciones políticas y conformar el “partido único” va a cruzar también a las direcciones políticas que influyen en la conducción de las distintas corrientes sindicales de la UNT.
Algunos de los problemas principales a que debe responder la dirección sindical y las tareas principales principales para avanzar hacia su solución, los cuales, de alguna manera, se vieron reflejados en los planteamientos y las consignas de la marcha obrera impulsada por C-CURA hace pocos meses con apoyo de otras organizaciones populares. El objeto de esta marcha fue plantear una serie de reclamos y propuestas relacionadas con la situación de los trabajadores en el sector privado y público, así como con la libertad y autonomía del movimiento sindical; entre estos:
La defensa del derecho a las convenciones colectivas, violado por patronos privados nacionales y transnacionales, alcaldes, gobernadores, ministerios e instituciones del Estado.
La defensa de la Solvencia Laboral.
La defensa de la Cogestión Revolucionaria.
El respeto hacia las decisiones favorables a los trabajadores en las Inspectorías y Tribunales del Trabajo, que son desacatadas por patronos privados y sectores de la gerencia pública.
Protesta contra los despidos masivos, empleos precarios y bajos salarios.
Denuncia de proyectos privatizadores de servicios públicos como la salud en las regiones.
Denuncia de la sobre-explotación, flexibilización laboral, imposición de contratos individuales leoninos por encima del derecho a la contratación colectiva, tercerización y otras prácticas neoliberales en el sector privado y estatal.
Contra de los atentados a la libertad sindical y desconocimiento de sindicatos y fueros sindicales, despidos de dirigentes, por empresarios privados y altos funcionarios. *Defensa de la unidad en la UNT, por elecciones para la relegitimación de la dirigencia sindical de la UNT desde la base.
Contra la burocracia y la corrupción.
Desacuerdo con la conformación de empresas mixtas con las trans-nacionales petroleras a espaldas de los trabajadores.
Denuncia de graves conflictos laborales en las empresas de la “apertura” petrolera y las contratistas.
Unánimemente, en la marcha, los trabajadores manifestaron su expresión del apoyo a la reelección del presidente Chávez y por el “socialismo sin patronos, burócratas y corruptos”. La UNT ratificó su firme defensa del proceso revolucionario frente al golpismo y el intervencionismo imperialista.
Recogió también las consignas del movimiento campesino contra el sicariato y el paramilitarismo, por la revolución agraria. Levantó la lucha contra la impunidad golpista y los crímenes de la IV República. Recogió el planteamiento de los medios comunitarios en pro de la socialización del espacio radioeléctrico, por el retiro de las concesiones a los medios privados golpistas y por un sistema público de comunicaciones en manos de las comunidades, los trabajadores y organizaciones sociales. No faltó la solidaridad con los pueblos árabes de Palestina y Líbano. Para procurar salidas a los problemas laborales existentes se propusieron “mesas de diálogo”, sin renunciar a la movilización combativa como palanca para la transformación social.
Estamos en una coyuntura salpicada por una alta conflictividad sindical en las distintas regiones y sectores de la economía, donde los trabajadores están tensionando para que se hagan efectivamente los cambios esperados, a tono con la prédica anticapitalista y el anuncio del rumbo socialista. Ahora que se anuncia una reforma constitucional, los trabajadores de las distintas corrientes de la UNT se proponen profundizar los derechos laborales en la Constitución en lugar de limitarse a discutir la reelección presidencial indefinida, que en todo caso, pasaría un un referéndo consultivo, además de las elecciones democráticas correspondientes. Se aspira a que la propiedad social, con participación de los trabajadores, sea profundizada y que haya una sustancial ampliación de los derechos de los trabajadores respecto a la cogestión. La Ley Orgánica del Trabajo actual todavía responde a una vieja correlación de fuerzas capital-trabajo, por lo que debería ser actualizada, introduciendo elementos de avanzada. Igualmente habrá que vencer la mora en la implantación del nuevo régimen de seguridad social, así como hacer efectiva la recuperación del recálculo de las prestaciones sociales cuyo arrebato fue pactado en la IV República por la CTV.
Para abordar todo esto, la UNT también aspira a consolidar su posición en el plano internacional, el reconocimiento que merece como central mayoritaria de los trabajadores venezolanos y seguir desarrollando las relaciones con los movimiento sindicales combativos y clasistas del mundo contra el capitalismo globalizado.
*Miembro fundador del Sitio Web popular-alternativo Aporrea.org
Integrante de la Coordinación Nacional de la Asociación Nacional de Medios Comunitarios, Libres y Alternativos (ANMCLA)
Integrante de la Coordinación Nacional de la Corriente Clasista, Unitaria, Revolucionaria y Autónoma de la Unión Nacional de Trabajadores (Venezuela)
Miembro del Comité Nacional Impulsor del Partido Revolución y Socialismo (PRS)
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