¿Cuál socialismo es ese que calla ante la injusticia y el crimen?

¿Qué significa el silencio del PSUV y el gobierno ante al asesinato de los dirigentes obreros de Aragua?

A estas alturas, resulta vergonzoso el silencio del gobierno frente al asesinato de Richard Gallardo, presidente de la UNT-Aragua, y los dirigentes obreros Luis Hernández y Carlos Requena. Este triple asesinato político, el 27 de noviembre en la noche, es uno de los ataques más brutales que ha sufrido el movimiento obrero venezolano.

El del gobierno es un silencio calculado ante un crimen político de gran magnitud, un crimen que nos ha estremecido a todos los que hemos conocido las luchas ejemplares de estos dirigentes al lado de los trabajadores de Aragua. Su ejemplo revolucionario estuvo en la derrota del paro patronal y el sabotaje petrolero, y resuena con el nombre de Sanitarios Maracay, empresa bajo autogestión obrera, y tantas otras luchas a lo largo de décadas de activismo clasista.

El día en que fueron asesinados, estos trabajadores habían enfrentado a la represión de la policía estadal en la empresa transnacional "Alpina". Aquella estrecha alianza con la burguesía nacional, que el gobierno ha proclamado a los cuatro vientos, cobra víctimas todos los días, y en "Alpina" fueron cuatro trabajadores los que cayeron heridos por la acción policial. Gallardo, Hernández y Requena acompañaron a los trabajadores de la transnacional en la retoma de la empresa, y no se retiraron hasta que los patronos firmaron su compromiso de cumplir con sus obligaciones legales y contractuales. Pocas horas después, los sindicalistas fueron asesinados cobardemente por un mercenario.

Se trata de un golpe brutal a la cabeza del movimiento obrero, a lo más combativo y consecuente de él.

Cuando la derrota del paro patronal y el sabotaje petrolero abrió la posibilidad cierta de enterrar a la burocracia de la CTV, Gallardo fue uno de los más destacados organizadores del sindicalismo clasista y revolucionario, en la tremenda experiencia de la creación de la Unión Nacional de Trabajadores. Aunque hubo dirigentes que entregaron su autonomía organizativa y política a cambio de cargos en el gobierno y prebendas, hasta llegar a convertirse en los principales enemigos de la nueva central obrera, Gallardo se mantuvo fiel a sus principios y al programa de su corriente. De esta manera, se distinguió por ser el único representante de una federación regional elegido por las bases del movimiento en un proceso democrático. Fue así como se convirtió en presidente de la UNT-Aragua.

La UNT no puede dejar pasar, con meros saludos a la bandera, el asesinato de sus dirigentes, incluyendo el presidente de una de sus federaciones. Si el gobierno mantiene un silencio tan parecido a la complicidad frente a este crimen, un paro obrero nacional hablará contra el sicariato, contra la impunidad, contra la alianza entre el gobierno y la burguesía nacional y transnacional. Este paro debe exigir una investigación a fondo del crimen, con participación de las organizaciones obreras.

En momentos en que el PSUV se mostraba como un poderoso aparato poli-clasista que, por expresa disposición de su dirigencia, era enemigo de la existencia de organizaciones políticas y sindicales autónomas; Gallardo, Hernández, y Requena participaron en la construcción de la Unidad Socialista de Izquierda, un partido obrero, defensor acérrimo de la independencia política de la clase trabajadora.

Gallardo fue candidato a diputado al Consejo Legislativo del estado Aragua, y Luis Hernández candidato a la alcaldía del municipio Zamora, en el mismo estado. Hernández obtuvo una importante votación, y pensaba impugnar los resultados de las elecciones.

El PSUV se proclama socialista, pero no dice nada acerca del asesinato de tres dirigentes revolucionarios. ¿Cuál socialismo es ese que calla ante la injusticia y el crimen? Quienes callan llevan el socialismo en los zapatos, como dice la consigna de la Juventud del PSUV. Allí lo llevan para pisarlo a cada paso.

Este silencio oficial es el mismo que siguió a la represión de la Guardia Nacional en abril de 2007 contra los trabajadores de Sanitarios Maracay, quienes exigían la nacionalización de esta empresa abandonada por sus propietarios capitalistas. Richard Gallardo y Luis Hernández se habían pronunciado ese 27 de noviembre por la nacionalización de "Alpina", ante la amenaza de la transnacional de abandonar el país si los trabajadores no renunciaban a la organización sindical.

Este silencio es el mismo que guardó el gobierno frente al sicariato utilizado en Fundimeca y en la Planta de Tratamiento de Desechos Sólidos de Mérida para atentar en contra de dirigentes obreras dignas y consecuentes; el mismo que ha guardado frente a decenas de asesinatos de dirigentes campesinos, frente al asesinato de yukpas y wayúu que luchan por la tierra.

El gobierno calla ante el asesinato de los dirigentes obreros, pero se desvive por dialogar con los patronos.
"No podemos dejarnos arrastrar por las corrientes extremistas. Nosotros no somos extremistas ni podemos serlo. ¡No! Tenemos que buscar alianzas con las clases medias, incluso con la burguesía nacional".
(http://www.aporrea.org/ideologia/n107017.html)

"A esta burguesía nacional siempre estaremos lanzándole puentes para hacer una gran alianza nacionalista y patriótica".
(http://www.aporrea.org/actualidad/n112028.html)

"Los ricos en Venezuela deben darle gracias a la Revolución Bolivariana, que llegó de manera democrática al poder, porque si no, se hubiesen suscitado muchas rebeliones en el país en los últimos años, lo cual hubiese generado una gran inestabilidad." (http://www.aporrea.org/actualidad/n111274.html)
La alianza estratégica con la burguesía y el "reimpulso productivo" van de la mano de la impunidad. Por esa alianza se le concedió amnistía a los golpistas del 2002 y el 2003, animando nuevos crímenes contra los trabajadores y el pueblo. La "revolución pacífica" es paz para los burgueses y violencia para los trabajadores.
No se puede estar al mismo tiempo con los asesinos y con los asesinados, con los burgueses y con los trabajadores; no se puede estar a favor de la revolución y contra la rebeldía. No tomar posición, también es una forma de tomar posición.

Nosotros no estamos agradecidos. No queremos la estabilidad de los explotadores, sino la justicia para los explotados.

El autor es militante de la Unidad Socialista de Izquierda (USI)


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Simón Rodríguez Porras

Músico y militante del Partido Socialismo y Libertad.

 @guitarraylapiz

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