En mi caso, desde mi militancia en la dirección de V República en Lara hace unos cuantos años, nunca le vi credenciales revolucionarias a quien hoy ustedes asumen como militante. Conociendo de tu firmeza ideológica en los tiempos difíciles, en la clandestinidad y en la prisión, no me queda mas que un profundo pesar al ver como te has podido involucrar en la defensa de un tránsfuga, tirando por la borda años de luchas y de entrega por transformar la sociedad capitalista. Te hablo en términos personales, porque a pesar de diferencias y desencuentros en el pasado, nunca puse en duda tu entereza. Pero al fin y al cabo aquí lo importante es la batalla ideológica donde te invito a participar.
En toda su gestión, al interior de V República o en los cargos públicos, Falcón no propuso nunca, ni escribió o ejecutó ninguna política que pusiera en discusión las prácticas burocráticas, jamás se comprometió ni por asomo en el combate al dominio cultural burgués, mucho menos hizo esfuerzo por cambiar las relaciones de producción capitalista (propiedad privada sobre los medios de producción, vigencia del mercado, división social de trabajo) como si me consta que tu lo hiciste cuando militamos durante años en el PRV-FALN. Por esto te emplazo públicamente para que me señales UNA SOLO ACCION QUE POSEA UN SELLO ANTI-CAPITALISTA, desarrollada tanto en la alcaldía de Irribarren como en la gobernación de Lara. Al contrario, el comportamiento de Falcón estuvo siempre inclinado a alianzas con grupos terratenientes, empresarios de las construcción, monopolios agroalimenticios como Polar, siempre estando en los linderos, inscrito en lo que en la jerga jurídica se denomina “ESTADO DE SOSPECHA”, haciendo posible vaticinar su deserción, aunque se trató de encubrir bajos las consignas eficientistas y productivas. Por esto no me explico en base a que el PPT le otorgó credenciales revolucionarias.
Es cierto que en el proceso bolivariano han existido comportamientos parecidos y siguen estando presentes en el seno de la revolución, algunos bajo la tutela de enfoques tecnocráticos, pero esto no excusa el oportunismo y la ambigüedad ideológica, sino que demanda su combate a fondo.
En tal sentido, paso a puntualizar lo que considero uno de los nudos crítico del cambio revolucionario: LA VIGENCIA DE LA LEY DEL VALOR-TRABAJO EN LA TRANSICION SOCIALISTA.
Hace algunos años hice un pequeño ensayo que llevó por título una especie de interrogante:
¿ PUEDE CONSTRUIRSE EL SOCIALISMO PERPETUANDO LA ENAJENACION DEL TRABAJO ?
Con el título de dicho ensayo ubico uno de los desafíos de la revolución socialista, confrontando las determinantes del régimen de producción actual: LA VALORIZACION DEL CAPITAL como producción y apropiación del trabajo excedente, plustrabajo, plusvalía. Por lo que habría que preguntarse si el socialismo productivo del PPT o la revolución eficiente de Falcón, pone en discusión esta valorización, planteando superar la enajenación del trabajo.
La anterior precisión teórico-ideológica es clave en una revolución verdaderamente anti-capitalista, porque ubica la génesis de la riqueza, su acumulación y disfrute privado.
Es en este punto donde los apologistas del capital han escurrido el bulto y los reformistas de todos los signos se hacen los locos, porque cuando uno se pregunta:
¿Cuál es el origen de la riqueza en el régimen de producción capitalista ?
Inmediatamente nos encontramos con diversas respuestas que corresponden a variados paradigmas e intereses en juego.
En tal sentido, podemos ejemplificar estas respuestas describiendo los argumentos más usados por justificar lo injustificable.
Los apologistas y agentes ideológicos del capital, legitimando la apropiación privada del trabajo social, le dan a la ganancia este origen:
1.- Se trata del esfuerzo de los emprendedores, los cuales ahorrando y trabajando duro logran acumular riqueza.
2.- También se argumenta que la ganancia es un premio a la habilidad comercial, al cálculo y la astucia gerencial del capitalista.
3.-Por otro lado, para la tecnocracia la ganancia surge de una combinación técnica de factores productivos, utilizados eficaz y eficientemente: maquinaria, equipos y recursos humanos.
Quisiera preguntarle a Rafael: ¿Suscribes estos argumentos de los apologistas burgueses?
¿O asumes la perspectiva de la crítica de la economía política marxista, donde se señala que el origen de la ganancia tiene su origen en la plusvalía o trabajo no pagado, es decir, la acumulación del capital se fundamenta en la explotación del trabajo?
¿En cuáles de estas respuestas se inscribe Henri Falcon?
Como me ubico en la teoría crítica de factura marxista, en lo que sigue, voy a exponer en extenso mis argumentos, como una contribución a este debate.
Colocar la génesis de la ganancia en la explotación del trabajo, requiere romper con el sentido común, lo que en el terreno epistemológico hace obligante trascender la apariencia y no dejarse atrapar con el cuento de que se trata de una especie de remuneración al riesgo y al esfuerzo creador del capitalista, tal como se sugiere en el enfoque reseñado.
Las implicaciones de esta ruptura cognitiva, en otros trabajos ("Proceso inmediato de producción y autonomía obrera") lo hemos caracterizado de la siguiente manera:
a.- Para Marx todo del proceso que examinamos anteriormente está cruzado por un velo apariencial, siendo en tal sentido una realidad que no es evidente a simple vista, no es transparente a la percepción sensorial. Así encontramos el enmascaramiento de un conjunto de relaciones: entre la extorsión del trabajo y el salario, entre la plusvalía y la ganancia, entre la ganancia y el interés. Tales encubrimientos nublan el tejido social e histórico de las relaciones de producción capitalista.
b.- Este proceso de "mistificación" del capital tiene que ver con la supeditación del análisis a la esfera de la circulación, de la distribución y el intercambio. En esta superficie de la realidad económica no se puede encontrar más que "apariencias", conduciendo a los capitalistas y sus agentes ideológicos al más burdo empirismo:
"…esta confusión de los teóricos revela mejor que nada como el capitalista práctico prisionero de la lucha de la competencia e imposibilitado para ahondar en modo alguno debajo de la superficie de sus fenómenos, tiene que sentirse incapaz para captar a través de las apariencias la verdadera esencia interior y la estructura interna de este proceso".
Cuando en Venezuela hay sectores que hablan del socialismo petrolero, por el peso del rentismo, que se quiere oponer al “productivismo”, se está colocando el acento en la esfera de la circulación y el intercambio.
Ahora bien, en este caso no tan sólo se trata de un obstáculo que confrontan los burgueses en el proceso de conocimiento, sino que tal error, omisión o escamoteo epistemológico, es funcional al interés de justificar la dominación, de legitimar el lucro y la ganancia fundada en la explotación del trabajo. De tal forma que el hecho de que no se trascienda la apariencia, el nivel del dato empírico, la sacralización de la apariencia inmediata, no es un problema de "neutralidad axiológica", de objetividad científica. Los intereses de clase ocultan todo nexo o articulación del proceso de producción, y en tal sentido existe un esfuerzo por:
- "que a nivel de la fábrica, el proceso de trabajo sea concebido como un proceso "natural" o como un hecho tecnológico, sin considerar su articulación con el "proceso de valorización".
- que el salario siga mistificando la relación entre el trabajo necesario y el trabajo excedente.
- que la mercancía haga aparecer invertida la relación social, desapareciendo la distinción entre trabajo abstracto y trabajo concreto, entre valor de uso y valor de cambio.
- que el dinero y el interés aparezcan autonomizados, como dinero que crea dinero, y no como metamorfosis del trabajo cristalizado, riqueza abstracta que es generada por el trabajo".
Tal esfuerzo de encubrimiento y de apología por parte de los agentes ideológicos burgueses es lo que justifica que nos veamos inexcusablemente comprometidos a investigar y debatir con seriedad, develando tales relaciones aparenciales, pues de lo contrario estaríamos bajo la supeditación de tales mistificaciones y por ende ayudando en la preservación del dominio del capital, facilitándole su legitimación ético-política.”
Esta problematización epistemológica me ha conducido a realizar un sistemático esfuerzo de problematización de los diversos enfoques sobre el cambio en el modelo productivo que hoy está en proceso de elaboración en el seno del gobierno bolivariano.
Específicamente he colocado el acento en debatir el nexo que tiene el proceso de trabajo con el proceso de valorización, puntualmente el aspecto interno de la relación salarial, relativo a la cuota de explotación o trabajo excedente, igualmente la subsunción real del trabajo como enajenación.
Por ello he insistido en develar el velo apariencial que encubre la dominación capitalista y al mismo tiempo realizar la crítica de la tecnocracia que asume la fuerza de trabajo como “recurso humano” que se incorpora como un factor más de los costos de producción. Por eso a la hora de la “reducción de costo” existe un justificativo para penalizar a los trabajadores.
En esa dirección, hemos reivindicado el trabajo no como un factor indistinto de producción, sino ubicando a la fuerza de trabajo o trabajo vivo como la fuente real de la creación de nuevo valor y de igual manera planteando su liberación, lo que hace inexcusable superar el proceso enajenante que se da en el proceso inmediato de producción capitalista, por la contradicción en el proceso de trabajo y su extorsión:
1.- El proceso de trabajo es la base de la valorización, caracterizado por Marx como subsunción real del trabajo por el capital.
2.- En este proceso de valorización, las maquinarias y equipos (capital constante) no crean nuevo valor, sino que transfieren el valor cristalizado, denominado también “trabajo muerto”, trabajo acumulado, trabajo pretérito, trabajo objetivado.
3.- Lo que crea valor es sólo el “trabajo vivo” o fuerza de trabajo, ya que la máquina agrega el trabajo que ya posee.
4.- El proceso de trabajo en función de la valorización es un trabajo enajenado o alienado, donde el trabajador se enfrenta a la máquina, los productos y sus propios compañeros como algo “extraño” .
Aquí de nuevo cabe una nueva pregunta a Rafael Uzcategui: ¿Crees en estas premisas esenciales de la teoría del valor-trabajo o suscribes la lógica capitalista de la “productividad” ?
El doble vinculo entre subsunción real del trabajo en el capital y la enajenación, fue reseñado por Marx en diversas obras, desde los Manuscritos Económico-filosóficos de 1844 hasta El Capital .
Al enfatizar el tópico de la sumisión del trabajo a la búsqueda de la ganancia, queremos poner en evidencia el entramado de relaciones en el proceso de trabajo, sobre todo el de factura taylorista que predomina en nuestro contexto .
Estos énfasis están justificados, porque cualquier intento de humanizar el trabajo y superar el proceso de valorización capitalista centrada en la extorsión del trabajo va a chocar inevitablemente con la llamada “organización científica del trabajo” heredada del taylorismo, el fordismo y el neo-fordismo bajo el signo de la PRODUCTIVIDAD, por lo que hay que establecer las premisas de lo que va a ser el proceso de “reingeniería” que impulsa la propuesta socialista para no reproducir la lógica enajenante que hemos heredado en el proceso de trabajo. He aquí algunas de dichas premisas:
- El trabajador al supeditarse a los equipos y maquinarias, asume un conjunto de tareas parceladas y empobrecedoras, las cuales debe repetir indefinidamente, como parte de sus funciones y adscripción de cargo, regida por prácticas operativas, legitimadas en normativas y en la propia contratación colectiva y en el tabulador.
- La subsunción del trabajo en el capital, está respaldada por una determinada manera de entender y aplicar la ciencia y la tecnología, donde los paradigmas dominantes en el terreno del conocimiento o los saberes técnicos excluyen como no científico las habilidades y pericias del trabajador.
- De esta manera se puede hablar de una subsunción del saber, ya que la experiencia del obrero y su “saber hacer” se hace rutinario y poco creativo, profundizando la diferencia entre la actividad manual e intelectual.
- En el taylorismo, al disociar el saber de los trabajadores, aparece como obligado que este sea asumido por la gerencia, separando la dirección de la ejecución.
- Este es un rasgo fundante de la enajenación del trabajo en todo el tejido productivo, donde el obrero ejecuta un trabajo parcelario y embrutecedor, con una enorme carga física y psíquica, en ambientes de alto riesgo y severidad, mientras una parte de la gerencia y de la administración monopoliza la tareas de dirección en un ambiente diferenciado.
- El espacio donde se formula y se administra el proceso de trabajo es algo ajeno y distante del obrero, justificado por supuesto en normas técnicas que nadie discute.
- Por ello, en la lucha contra la enajenación del trabajo es necesario no sólo cambiar de enfoques y paradigmas técnicos, sino igualmente asumir la reestructuración organizativa de nuestras empresas, dándole otro sentido a las diversas ingenierías, a la planificación y la administración. De allí nuestras propuestas de PLANIFICACION DEMOCRATICA, PRESUPUESTO PARTICIPATIVO, CONTROL OBRERO, HUMANIZACION DEL TRABAJO.
Entonces no se trata del “socialismo productivo” sino de la EMANCIPACION DEL TRABAJO.
En conclusión, Rafael, quisiera saber si has renunciado a esta utopía concreta.
Carlos Lanz Rodriguez
20 de Marzo de 2010