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Los pésimos salarios, el elevado costo de la vida, el muy deficiente suministro de electricidad y agua, el inadecuado funcionamiento de universidades, escuelas, liceos y centros de salud de todo tipo, la inseguridad ciudadana, la limitada disponibilidad de gas doméstico y de gasolina, son necesidades urgentes y están dentro de las mayores preocupaciones de los venezolanos.
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Es difícil imaginar que pueda haber personas que sufren todas estas limitaciones todos los días del año y que aún estén votando o pensando votar por el candidato presidencial del gobierno. Sin embargo, el gobierno tiene como votos duros a un porcentaje de los votantes, que son personas ideologizadas que realmente creen que todas las fallas y limitaciones se deben a las sanciones gringas y al sabotaje efectuado por la oposición extremista violenta.
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El extremismo opositor, que estuvo muy cerca del poder en el bienio 2002 - 2003, no ha vuelto a acariciar esta posibilidad ni en sus mejores momentos políticos, como lo fueron la derrota de la reforma constitucional propuesta por Chávez en 2007; el cerrado resultado de las elecciones presidenciales en 2013 y la victoria obtenida en las elecciones de la Asamblea Nacional en 2015.
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Ese extremismo opositor nunca administró sus victorias con criterio estratégico hacia la toma del poder político. Siempre actuó en forma inmediatista, sectaria y voluntarista. Y, a partir del diálogo en Santo Domingo, cuando estuvo a punto de lograr importantes logros, decidió ceder su dirección política al Departamento de Estado, quien terminó siendo el verdadero artífice de las mismas.
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Otro elemento que esa misma oposición no sabe administrar correctamente son las críticas y recomendaciones que se les hace, en relación con sus decisiones y respuestas políticas. La PUD, y sobre todo Vente Venezuela, María Corina y sus fanáticos, gastan toda su energía en silenciar en forma inmediata las voces de alerta que se levantan, en lugar de atenderlas, analizarlas y resolver sus fallas.
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Se puede tener la mayoría de los votantes y sin embargo perder la elección. Esto es algo que el triunfalismo opositor de la Plataforma Unitaria Democrática pareciera no comprender. Esos votantes tienen que ir a votar y poder hacerlo, deben votar efectivamente por el candidato de la PUD y sus votos deben ser defendidos, por los testigos de mesa de esa organización y de los otros 2 partidos que apoyan al mismo candidato.
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Los votantes han debido revisar la información electoral, para saber si votan en el mismo sitio que han votado anteriormente o si deben trasladarse a otro centro de votación. Han debido efectuar el reclamo ante el CNE, si hubieren sido trasladados a centros de votación lejanos, incluso en otras ciudades, donde no pudieren votar. Si fueron cambiados y no hicieron el reclamo oportuno, tendrán serias dificultades para ejercer su derecho al voto.
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Deben recordar que el gobierno generalmente logra controlar a todos los miembros de las mesas, pues, aunque estos se seleccionan aleatoriamente, la información de la designación no llega y cuando lo hace es generalmente desatendida, lo que determina que los miembros de mesa sean reclutados de quienes están primeros en la fila de los votantes, casi siempre militantes del PSUV adiestrados para presentarse entre los primeros el día electoral.
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La información que se tiene es que la oposición de la PUD no ha logrado completar sus testigos de mesa y el déficit de los mismos es mayor de 30 por ciento. Aparentemente, no todos los partidos están trabajando en este importante aspecto. En Caracas es donde más testigos tienen, pero les falta en sitios tan importantes por el número de votantes como Zulia, Miranda y Aragua.
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Hay que insistir que no es sólo en las marchas, concentraciones y manifestaciones, ni con la presencia en las redes, ni los resultados favorables en las encuestas, con los que se ganan las elecciones. El día de las votaciones es crucial y la movilización ese día de votantes, testigos y militantes es importantísima para garantizar y defender el triunfo.