Inicio con un gran dolor en el alma, la desaparición física del excelente compatriota William Lara. Pecaré, como hacemos ante lo que nos parecen injusticias, pensando que le tocó la mala suerte a uno de los pocos “duros” gobernadores de la revolución y, como su costumbre, viajando en su constancia hacia la acción revolucionaria. ¡Paz a su alma y condolencias a familiares y amigos!
¡Qué tal, camaradas! Continúo desde esta tribuna revolucionaria de la crítica objetiva, tratando de contribuir con el éxito de nuestro proceso revolucionario que apenas medio se abre paso entre el estercolero del capitalismo hacia un futuro socialismo democrático.
Digo futuro no por lo lejano, porque siempre estamos en el futuro –hoy fue futuro de ayer y de muchos años atrás, asuntos de la temporalidad– sino porque, a mi manera de ver, además de los esfuerzos por adelantar las empresas de producción socialista, entre otros avances innovadores, lo más revolucionario, repito que para mí, es empoderar al pueblo y sabemos que las alcaldías y gobernaciones todavía no lo han asimilado.
Y hay que hacer leyes al respecto porque pareciese que sigue siendo sabroso para “los revolucionarios en el poder” que los vean como lo máximo –y porque además son las autoridades del PSUV– y les encanta que la gente de pueblo “los busque y aclame” para solicitarle dádivas. Ah, y para disfrutar de los privilegios del poder, inclusive, y según, para algunos negocitos propios de esa posición y de la jaladera.
¡Qué le vamos a hacer! Pero tenemos a Chávez, lanza en ristre, generando ideas, arriando ministros, alborotando comunidades sembrándoles esperanzas ciertas, y todo lo demás.
¡Viva Chávez, carajo!
Luego de mi acostumbrada introducción, voy al grano.
Con viejos y fundidos pero astutos dirigentes y con los jóvenes que se les anexaron pronto a quemarse, y sus partidos decrépitos, la degradada oposición recurrió, como único recurso, al poder de las comunicaciones masivas.
Y les ha ido bien porque, ante la falla de una efectiva y efectista política comunicacional del gobierno –y del PSUV–, nos están ganando la guerra de cuarta generación que manejan con propiedad. Salvo algunas respuestas nuestras, escuálidas en el sentido correcto del término.
Y ahora viene lo del ¡ojo! del título del artículo. Como ninguno de nosotros puede estar chupándose el dedo de lo que hace el Imperio-opositor en su malvada pero clara intención de destruir nuestro proceso revolucionario, sabiendo que lo culminante es matar a Chávez, cada vez que hay una elección recurre a cualquier cochinada –muy válida para ellos que así siempre se comportan–, aunque tenga que ver con muerte de ciudadanos.
No debemos olvidar y explicar, porque a muchos les parecerá un cuento, que tenemos las barriadas inyectadas de paramilitares, importados y propios, que para descalificar al gobierno, han sido entrenados para asesinar jóvenes en las barriadas con las excusas de lucha entre bandas de narcotraficantes pendejos, ya que los grandes están detrás de lo grande del negocio.
Lamentables situaciones que en casos aislados se extienden a otros sectores de la población y que se potencian al máximo, junto el asombro y la angustia colectivas, con los terrores mediáticos.
También que, aún con los grandes esfuerzos gubernamentales, continúa una tendencia a la escasez de ciertos rubros de bienes de consumo masivo y la especulación que desenfrenada galopa. Hasta en los restaurantes de lujo, frecuentados mayormente por los escuálidos, los precios de bebidas y comidas se han elevado especulativamente lo que les permite hablar del mal gobierno. ¡Qué bolas!
Ah, y los propietarios, en su mayoría escuálidos por su condición de capitalistas salvajes, jodiendo a sus acólitos comensales y enriqueciéndose ha costillas de ellos, como siempre lo han hecho. Ja, ja.
Eso por una parte, así como sabemos que siempre ha habido sabotajes de todo tipo, estamos demostrando que hoy, en la recta eleccionaria del 26S, dichas acciones perversas, que por la sensibilidad colectiva tuvo han sido llevadas al renglón eléctrico, pero superado en la llamada Emergencia Eléctrica por la respuesta nacional, cada día más contundente.
Por otra parte, esto muchos dirán que es de ciencia ficción, y les pido que lo analicen. Cada mañana ocurren accidentes con gandolas en las principales vías de acceso a Caracas. Busquen en las noticias de varias semanas, como de la manera más insólita hay uno o dos, o varios, accidentes donde se involucra un camión.
Y choques de autobuses y automóviles que generan grandes colas y con ello mayor angustia e incomodidades –que se traduce en arrechera subliminal contra el gobierno–. Hasta carros accidentados en las principales arterias viales para generar largas e interminables colas con los consabidos problemas de alteración de horarios de trabajo, de negocios, etc. Y grandes molestias.
Y échenle coco sin tener que esperar años a que aparezcan documentos desclasificados de la CIA que invierte millones de dólares en su terrorismo de estado. Más de un camionero clava su camión contra un poste, en algún caso ayudado por un mecánico cómplice que por si hay una investigación afloja cualquier vaina, peor si es un adeco o copeyano uña en el rabo –de los pocos que quedan–, como la mayoría senil que sueña con su CAP, con su Luis Herrera, con su Lusinchi, etc.
Mi humilde recomendación es la siguiente:
1.- Que las autoridades lleven al máximo la investigación, que además de INTT debe ser de la CICPC y de la policía política, deslindando los accidentes fortuitos de los premeditados.
2.- Que se penalice con fuerza, si es necesario sacar un decreto, tanto para los premeditados como por los causados por descuidos. *Causan tanto daño y problemas que no pueden quedar como simples accidentes*
3.- Esto que voy a proponer lo he hecho infinidades de veces, y por años, en diferentes medios de comunicación, me refiero a que el procedimiento de levantar un accidente, en especial choques en las autopistas, acarrea una gran perdida de tiempo para todos mientras unas unidades, patrulla y grúas, tratan de llegar al sitio.
Alguno dirá que pueden llegar en motos por lo menos para levantar el choque, sí, está bien, pero el método es traumatizante para los usuarios de las vías mientras hacen mediciones, entrevistan y ven papeles todavía sin movilizar los vehículos, etc. Muchos hablan de los trajincitos por debajo de cuerda.
La propuesta es que se emplee un helicóptero de gran tamaño (De La Carlota, en Maracay, siempre de la Fuerza Armada) con una cámara incorporada que tome unas aerofotografías, por supuesto, con un sistema que defina, grafique, anchos de las vías y distancias de los vehículos a los brocales e islas, distancias entre vehículos y que compense las fotografías y medidas tomadas en tierra, en los casos que se requiera, de marcas de cauchos por frenazos.
Realizar las entrevistas empleando micrófonos (tal vez con camaritas) en los oficiales quienes se identifican, junto a los conductores, y que apenas se abre la comunicación marca la hora de llegada y todos los demás tiempos. Con recepción inmediata en radios en las centrales, y grabación, y con monitores que desde el helicóptero captan todo el procedimiento, también con indicación de horas, comprobando la de los oficiales.
Y lo mejor, sin necesidad de esperar grúas, ese helicóptero, capaz de transportar hasta tanques de guerra, iza los vehículos hasta los sitios apropiados donde no molesten y evalúen daños y otros datos complementarios.
¡P, S o M! ¡V!
edopasev@hotmail.com