Nuestro flamante cardenal salió de un silencio tormentoso y sin dilación alguna se vino por la tangente y trepó con toda su calma al podio de las ideas y de una vez –sin persignarse- nos aconseja en su comunicado que, debemos votar este 26 de septiembre -para fortuna nuestra esa conseja nos cae como una niebla del cielo clamorosamente.

Y que nos dice, además, este buen provocador que se disfraza de cardenal de la iglesia católica, enemigo declarado del presidente Chávez y de su Gobierno y, de todo el que no comulgue con sus ideas capitalistas endemoniadas que desagallan a los pobres y ahora nos viene con que “se trata de fortalecer la democracia y garantizar el futuro del país” y, -¿en qué sentido cardenal Urosa? ¿Quiere más fortaleza y más democracia?, pero que no sea la puntofijista pensamos como clamor nacionalista.

Y como buen observador, olfateó que las elecciones en este país son libres y “el voto es secreto” y “solo Dios sabe por quien votaremos” –mentira. Todo el mundo sabe por quien va usted a votar. No se la dé cardenal Urosa de serio que su seriedad le queda grande como manto.

Ha de creerse que el cardenal Urosa hizo un llamamiento a que las futuras elecciones parlamentarias “se realicen sin violencia alguna y con sujeción a las normas constitucionales y legales que regulan los procesos electorales” en el país. ¡Vaya cinismo camuflado del cardenal y arzobispo de Caracas! La violencia viene de la oposición y siempre los procesos de escogencia nacional democrático en Venezuela se han basado en la Constitución y en las leyes respectivas de las cuales –él- aunque diga lo contrario no está conforme, porque votó en contra de la Constitución y ahora nos quiere engañar, lanzándonos bolas frías.

A ese señor cardenal no se le puede aceptar nada de lo que diga –aunque lo haga en sana paz- y, recuerden el alboroto que quiso formar para no ir a la Asamblea Nacional y después se presentó a ella con toda su desfachatez a mentir y luego salió declarando a los medio todo lo contrario y eso es más que suficiente para retratarlo en cuerpo y alma como un mismo demonio de la clase apátrida venezolana que, hoy están con dios y mañana y pasado mañana con el demonio para ganarse el cielo de sus intereses suplicados.

Y como buen guardián de la oposición y de la burguesía venezolana, este ilustre cardenal, guía de los confines ocultos: como buen soñador nos lleva en su corazón peregrino y a sabiendas de que sus palabras fueron bien razonadas, nos deleita cuando afanosamente nos dice que “el voto libre y en conciencia es un derecho y al mismo tiempo una obligación cívica y también cristiana”, es decir, que dios está de lleno en campaña, afanosamente buscando el voto para que los escuálidos lleguen al parlamento de la mano con su iglesia y, lo de la obligación está demás, porque nadie está obligado a votar por ellos que es lo que quiere el cardenal.

Finalizamos la arenga del cardenal Urosa con su hermosa oración: “Los venezolanos estamos ante una encrucijada (ellos) histórica en la que debemos actuar con decisión por la paz, en el marco de valores humanos fundamentales: el pluralismo democrático, y los derechos humanos, sociales, económicas y políticos que nos garantiza la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela”. Epa cardenal por más que te tongonees siempre se te ve el bojote –diría cualquier ciudadano común que lo conozca. Bellas palabras que encierran un enjambre de impertinencias destiladas fuera de lugar, porque eso es lo que encierra la Venezuela de hoy día bajo el gobierno socialista del presidente Chávez y si quieren más democracia que se comporten ellos como demócratas y la paz reinará tal cual se persigue.

Pregunto al cardenal Urosa: ¿usted cree que de llegar María Corina Machado a la Asamblea, represente algo de lo que ha dicho anteriormente, si ella no es voz del pueblo? Ella -la burguesita- irá a pintarse los labios y desactivar la igualdad en las leyes y en bañarse de ilusiones que le entretegan el afán de aspirar.

Ilustre cardenal: mi paz le doy para que viva en paz y déjese de seguirle buscando las cinco patas al gato que no las va a conseguir.


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