Un viejo adagio electoral
que sacude con furor las urnas electorales cada vez que sus resultados
son de difícil interpretación, reza que los votos se cuentan, no se
pesan. Entonces los resultados habidos a través del evento electoral
del domingo merecen una interpretación en base al número de votos
de las partes disputantes y no en base al resultado absoluto. Si se
discute por ejemplo la ligera ventaja que Goyo Graterol obtuvo sobre
Melvin López en el circuito 3 del estado Falcón sin tomar en cuenta
la histórica ventaja cuantitativa que Goyo ha tenido en los últimos
comicios en la ciudad de Coro no se esta siendo objetivo. Y si no se
toma en cuenta que el triunfo del Alcalde de Miranda en su momento,
se obtuvo a través de una avalancha donde un importante sector opositor
tomó parte, menos objetiva aún será la observación. O sea que un
significativo caudal de la avalancha volvió a su cauce. No pudo, y
es una inobjetable realidad, contener en su fuero el PSUV, ese importante
recurso de votos para la victoria electoral en el circuito 3.
Por eso
las barbas en remojo que en los próximos días habrá de poner el PSUV
para el sincero análisis de sus cuentas, no deben desde ya empañarse
con artificiosos análisis alejados de una realidad que sacude la epidermis
de la revolución. Hasta se ha dicho que el PSUV, en Falcón salió
ganancioso. Y en revolución, no hay ganancia si no se avanza. Porque
como salir ganancioso cuando en Punto Fijo y Los Taques, motor electoral
fundamental que ha catapultado los triunfos rojos de todos los eventos,
se haya puesto al filo de la derrota y con una salvación casi milagrosa
se disloca una histórica ventaja que casi duplicaba al sector
opositor.
Es verdad, que se ganó ese circuito, pero ese
no es el justo interpretativo de esa ocurrencia. Porque si se ve por
allí, otra vez se empiezan a construir nuevas derrotas. El conteo de
los votos lo que dice casi a gritos, es que si no se renuevan muy pronto
las autoridades del PSUV, seguirá aumentando su adversidad numérica.
El número dice que si no hay nuevos liderazgos que asuman con creatividad
socialista sus ingentes tareas, crecerá en descontento.
Las cuentas
dicen que tienen que mejorar la eficiencia de las gestiones públicas
y la eficacia en los servicios elementales de la vida diaria.
Nada se hace con poner resultados en una balanza a través de vacios
análisis que ya la gente no traga. Hay una realidad, si, que hay que
sopesarla. Por que eso si, la realidad electoral si se pesa. Y
si esa realidad se pretende pesar sin medir con objetividad los números
que le dieron lugar, otro fracaso se aproxima.