Desde los inicios del gobierno de Chávez, la derecha estuvo aterrada con la idea de que la revolución le fuese a quitar sus apartamentos de playa para dárselos a los pobres. Hoy, cuando el Presidente, en el marco de un decreto de emergencia, da la orden de ocupar los hoteles vacíos con la gente que ha quedado en la calle por efecto de las lluvias, un gobernador de derecha, a quien no se le conoce ni la más mínima acción a favor de los más necesitados desde que está al frente de su cargo, reacciona furibundo en defensa de la gente adinerada cuyas posesiones de veraneo considera en riesgo.
El gobernador (paradójicamente, con nombre de circuito cinematográfico) no domina el arte de la comunicación. Desesperado, le pide a la reportera de Globovisión que lo entreviste bajo la lluvia para aparecer ante las cámaras como un abnegado servidor público, pero en un bochornoso descuido olvidan sacar de la toma el espacioso ambiente techado que tenían al fondo y donde hubiesen podido hacer la entrevista sin necesidad de mojarse. En todas las tomas, montadas por igual por el triste funcionario, aparece en la más lamentable soledad, mientras que el Presidente casi no puede caminar por ninguna parte, ya no por la inclemencia del agua, sino por el amor inmenso de su pueblo que lo rodea y se le abalanza.
Un claro efecto de una comunicación en la que Chávez expresa correspondencia entre la propuesta (la acción de Gobierno), la realidad (el escenario o circunstancia a la que se refiere el mensaje) y la expectativa (lo que el ciudadano está dispuesto a escuchar). Es decir, una comunicación basada en los principios del posicionamiento correcto del mensaje.
La derecha falla en su comunicación porque no entiende el fenómeno de la correcta construcción del mensaje basado en la honestidad y los hechos reales, y supone que el liderazgo de Chávez está construido por las cámaras. Por eso su carrera es siempre en la búsqueda del "momento" de gloria en televisión que los convierta en líderes del pueblo. Así nada más.
Al quedarse frente a una tragedia como la que vive hoy Venezuela en el viejo mito de la invasión comunista a las propiedades de playa, la derecha no se percata de que lo que se viene abajo con los ranchos que hoy se caen es la Venezuela del pasado.
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