O sea; jala y deja vivir. La diferencia entre Pérez Becerra y Julián Conrado es que al primero lo secuestraron en Venezuela para entregarlo al fascismo colombiano, y el segundo continúa secuestrado por nuestro militarismo patrio, pero en cuanto a la violación de todos los derechos universales y ciudadanos de Pérez y Julián no existe diferencia alguna, tampoco en lo referente a la claudicación burocrática frente a posturas coherentes entre lo pensado, lo dicho, y lo hecho.
¿Desde cuándo los pálpitos insípidos de cualquiera prueban la relación de alguien con la CIA?, al final la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), la suspendió el mismísimo Chávez, ¿será que él también es sujeto de tus sospechas?, o será que la realidad es más fuerte que el miedo a la muerte y el temor a Dios. Conrado y Pérez Becerra son perseguidos del odio oligárquico-burgués colombiano, la misma ultraderecha que alberga cálida en su lar narcomercantil a Pedro El Breve, requiere a Conrado y a Pérez porque son hijos del pueblo colombiano y hermanos de la revolución popular venezolana que gestamos, como mínimo, desde la fundación del PCV y su plataforma marxista y proletaria, no importa si hoy por hoy corcovean ambigüedades parlamentarias tras el liberalismo social de contingencia humanitaria.
Quien tiene suficientes méritos propios no amerita estar bien con Dios y con el Diablo, es tarde para piar, pajarito. Ya balaste aunque Chávez ni te tuiteó. Ya le hiciste el juego a Santos y a Hillary, que es a fin de cuentas, quien requiere resultados de la lucha contra la insurgencia revolucionaria colombiana, más cuando anda fronteriza con la revolución popular venezolana, no la de Palacio, la callejera, esa que viene cobrando víctimas según la Ley de Soto Rojas, desde el 58, -hay que agregarle las del 11 de abril, los hijos de Iván Pérez, Danilo Anderson, los obreros de la Mitsubishi, los campesinos y los sindicalistas bolivarianos, los estudiantes universitarios, y los miles de jóvenes muertos en la última década por mano de sicarios colombianos exportados por Uribe, Santos y, ahí sí, la CIA, para reforzar la guerra de Cuarta Generación.
De todo esto, algo tiene que quedar bien claro: Pedro Carmona Estanga es hijo dilecto de Uribe, Santos y la CIA, desde Colombia irradia su impunidad fascista, el silogismo es de una elementalidad supina: quien pacta con Santos, pacta con la CIA contra los pueblos.
Saludos solidarios a Pérez Becerra y asilo urgente en Venezuela para Julián Conrado.
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