Un foco de luz que ilumina en brillo único a una estrella de show o concierto musical, es el mismo que irónicamente destella en los ojos de algunas personas que quedan cegadas y simplemente aplauden por lo que escuchan más que por lo que ven. Como todo venezolano de tradición, soy amigo de los amigos sin la importancia de su tendencia económica, física, religiosa y menos política, pero me llama la atención los mensajes triunfalistas y viscerales que recibo de conocidos respecto al triunfo “interno” de Capriles Radonsky. Siento una conducta de revanchismo y, al mismo tiempo, un advenimiento futuro de la mayor frustración y decepción política para muchos que creen tener ese cambio ya en proceso, los mismos que sienten un “status quo” presente en la política venezolana olvidando el juego pasado del “ping pong” que nos entregaron durante 40 años, el cual pretenden renovar con la construcción del “neo-chiripero” bajo el liderazgo de un “neo nazi”.
Durante mi juventud en los años ochenta y noventa fui testigo independiente en mesas electorales y con asco, presencié la repartidera de votos y modificación de actas entre partidos como AD y Copei, razón que sumaba en aquellos tiempos mayor cantidad de curules para diputados y senadores “democráticos” con el hurto del voto “comunista” o partidos de diferentes corrientes, y esto, no me lo contaron, lo viví en carne propia sin la mayor posibilidad de defender mi presencia en esos espacios pues las autoridades militares callaban el bochorno que vi en varias elecciones desde las presidenciales hasta las de alcaldes. Es importante entonces hacer una revisión de lectura en nuestra historia contemporánea y reflexión para darse cuenta que es trascendente e ignominioso lo recién sucedido en las elecciones internas de la oposición política en Venezuela. Un proceso inédito por un lado (la burla a los nuevos sistemas tecnológicos y leyes electorales lo demuestran) y similar al “acta mata voto” de la era democrática.
El resultado es un panorama político venezolano que se vislumbra en un candidato apático a competir contra un “monstruo” político y carismático como Chávez, es decir, un peso pesado contra un peso pluma. Una nueva victoria de Chávez se ve clara en los próximos meses (basta con ver la cantidad de sus seguidores en twitter siendo la misma cantidad que celebran por los “votos” de Radonsky), imaginemos el universo de una votación presidencial. Escribo sin ánimos de frustrar a mis amigos que confían en sus líderes opositores, en algunos casos estafados entre ellos mismos, respeto sus tendencias políticas pero exijo el mismo respeto por mi pensamiento político y confianza en un modelo de país distinto al que viví por muchos años y lo hago también por la necesidad de alertar el posible juego desestabilizador que ya se ejecuta en el lenguaje mediático (el Presidente Capriles, la transición, revisión de los poderes públicos, etc), sumado a la activación de los títeres alienados salidos del cascarón infantil quienes son los que dan la cara para montar la tramoya y escena mediática.
Sufrí el “caracazo del 89” y presencié ejecuciones en las calles, viví el 4-F y el 27-N del 92 y como muchos, vi en Chávez un cambio de país, salí a las calles los días 11 al 14 de abril 2002 y estuve en los propios escenarios desde el centro de Caracas, Fuerte Tiuna y Miraflores y en algunas oportunidades fui ofendido y despreciado con odios viscerales en el este de Caracas por llevar puesta conmigo una camisa de la UBV cuando se fundaba en el 2003. Aún así, respeto a mis amigos que confían en la otra acera, pero si me dan asco los medios en su forma de manipular y la pérdida ética y objetiva de informar...Ojalá llegué el mes de octubre de forma natural y sin empaño conspirativo para esas esperadas elecciones, así aprovecho de celebrar mi cumpleaños invitando a todos mis amigos y que no se conviertan solamente en “majunches enfocados”.
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