El problema con el discurso unitario opositor es que parte de negar la existencia de los motivos para confrontar. Según su razonamiento, aquí no hay que pelear con nadie, ni del exterior ni del país. Quien vea enemigos está alucinando, creando fantasmas donde sólo hay armonía. Sólo hay algunos problemas que pueden resolverse negociando, transando, conciliando.
No hay que negar que muchos quisiéramos que el ambiente en el que nos desenvolvemos fuera de paz y armonía. El problema es cuando se pretende hablar de unidad tapándose los ojos y oídos, para no percibir esa realidad que rechazan y niegan. Hay políticos que consideran que no hay imperios que nos molesten, ni clase dominante que nos oprima.
Evidentemente cualquier discurso y, su puesta en ejecución, que haga referencia a las desigualdades y a las injusticias sociales y pretenda superarlas, tropieza necesariamente con los poderosos intereses a los que hace referencia y que pretenden pasar desapercibidos. Al mencionarlos los muestra sin velos, desnudos de ropajes y máscaras, tal cual son, con toda la crudeza del que pincela la escena donde el explotador tortura y somete al explotado. Entonces, no es que el discurso revolucionario provoque la confrontación, lo que ocurre es que revela la realidad que el conservadurismo pretende ocultar. La lucha de clases sociales, el conflicto social permanente no lo inventaron los revolucionarios, es una realidad inobjetable presente a lo largo de toda la historia del hombre.
Por ello la unidad, la armonía de la que habla la oposición, sólo puede basarse en la resignación, la rendición, la sumisión ante los poderosos y el gobierno, en esa ilusión de armonía, tendría como única tarea hacer factible esa dominación absoluta apagando cualquier fuego que pudiera surgir. Debería acallar, con la fuerza de las armas, cualquier explosión de los inconformes. La unidad y la paz estaría fundada en la represión de los revoltosos como ya ha ocurrido en toda la etapa cuartorepublicana, en la que se ahogaron en sangre las luchas populares. ¿Es esa la unidad a la que aspiramos los venezolanos?
El autor es Profesor jubilado Universidad de Carabobo