Que fácil es hablar de disciplina en estos días, que fácil luce exigir su cumplimiento, pero sucede que en muchos casos, en realidad en la mayoría de los casos, quienes hablan a nombre de la disciplina “revolucionaria” parecieran no tener ni idea de lo que dicen.
Toda organización política, militar, empresarial, deportiva y un largo etcétera requiere de niveles mínimos de disciplina que permitan el desarrollo, ejecución y cumplimiento de sus planes; ¿quién puede imaginarse un ejército sin disciplina?, ¿quién puede concebir una gran empresa (pública o privada) cumpliendo metas y planes operativos y productivos sin disciplina?, ¿quién se atreve a alegar que un club de deporte profesional no requiere disciplina y respeto a las tácticas indicadas para el desarrollo del juego?, ¿quién se atrevería entonces a negar la necesidad de la disciplina revolucionaria para quienes voluntariamente han decidido militar en cualquier organización que luche contra flagelos de la humanidad como el imperialsimo, el sionismo y en definitiva contra el capitalismo?.
Pero sucede que por su propio contexto, objetivos, métodos y esencia la disciplina revolucionaria, al contrario de casi todos las demás “disciplinas”, surge del debate y la construcción colectiva y es por eso mismo que se denomina “disciplina consciente” en contraposición a la disciplina tipo “orden y mando” que no admite ninguna critica.
Los marxista-leninista conocemos, entendemos, valoramos y practicamos el valor de la disciplina para poder dar, en las mejores condiciones, la batalla contra un enemigo muy poderoso: el capitalismo, sabemos de la necesaria sujeción de las minorías a las mayorías, y del respeto a una decisión cuando esta esta se ha tomado en firme y debe asumirse como propia más allá de las posiciones y apreciaciones personales, pero también sabemos, que es la parte que casi nunca hablan los propagandistas de la derecha y los oportunistas del proceso revolucionario, que antes de tomar una decisión en cualquier organización revolucionaria, e incluso después, debe existir todo un espacio de debate de las diferencias que permita abordar el problema desde una óptica integral y no unilateral para tomar en fin la decisión más acertada en servicio de los planes colectivos.
Fuera de esa dinámica de discusión, de debate y construcción colectiva o al menos de explicación minímina del porqué de algunas decisiones, la exigencia descontextualizada de sometimiento a cualquier decisión, mucho más si esta no se corresponde con los planes y objetivos trazados, no es más que un chantaje que nada tiene que ver con disciplina revolucionaria.
En Bolívar hemos sido testigos que quienes no han acompañado muchas decisiones y planes del gobierno nacional por no corresponderse con sus intereses grupales, al punto de que el pueblo sabe que quienes cuentan con eso que llaman “recursos y logísticas” no le hicieron campaña al presidente Chávez, ahora salen en una cruzada casi fundamentalista a exigirle al pueblo la disciplina que ellos necesitan.
No a la persecución
El PCV, debido al intento y amenazas de “involucramiento” en actividades ilícitas, está solicitando formalmente que se investigue la actuación de sus militantes que laboran en las empresas básicas, entre ellos me cuento, no es embuste que mientras en estas empresas existen personeros de la oposición saboteando por estar en altos cargos, hay un sector de la “revolución” queriendo entrarle de frente a la persecución contra los revolucionarios que han denunciado sus planes de paros cuando no tenían el control de las empresas a través de las presidencias como hoy, entre otras denuncias.
Los únicos señalamientos a los que podemos ser sometidos quienes militamos en el Partido Comunista y otras organizaciones de izquierda es apoyar al Plan Guayana Socialista por ser contentivo de líneas de avanzada para nuestras empresas básicas entre ellas el planteamiento de un nuevo modelo de gestión bajo Control Obrero.
Militante del PCV
@edgarmelendez79