Son las 4 de la tarde del martes 5 de marzo, y de pronto, casi de manera inesperada, se desprende un señor palo de agua, “una mandilata de aguacero” diría un llanero. Tres días de intenso calor, como si las energías reverberaran y los presagios mostraran su rostro opaco, lúgubre. Calor intenso, lluvia intensa, desbordada, de apenas casi media hora. 4 y 25 exhala el hombre más amado y adorado de Venezuela y América Latina, Hugo Rafael Chávez Frías.
El último suspiro con toda seguridad fue para nuestro pueblo. Con su mirada mansa de hombre generoso y bravío alzó los brazos abrazándonos a todos con su fuego eterno. No pudo contener una lágrima de impotencia, él sabía cuánto lo necesitamos, y sabía que subiría pronto a otros espacios del cosmos infinito convertido en estrella luminosa que guiará los pasos de su pueblo en el rumbo de la Patria, de la Revolución hacia el socialismo.
Le recomendó a Nicolás que cumpliera el mandato del 8 diciembre; él lo sucedería en la candidatura a la presidencia llegado el caso si no pudiera seguir al frente de la conducción del país, y la dirección colectiva del partido, del gobierno se uniera férreamente, se cohesionara, tuviera toda la fortaleza y la fuerza política e ideológica para que el proceso no se descarriara, no se desviara; que las ambiciones y el personalismo, el grupismo y el divisionismo no aparecieran cuando se sabe que las torvas y canallas fuerzas enemigas, del imperio yanqui, sus lacayos criollos de la oligarquía, de la derecha fascista y reaccionaria, esa venal, maligna y siniestra alianza del fascismo criminal va a tratar de pescar el río revuelto por el desconcierto de la muerte del líder bolivariano; ya fueron puestos hoy al desnudo los movimientos golpistas de funcionarios militares norteamericanos contactando a militares de alto rango sonsacándolos para un plan golpista contra la revolución. Esa debe ser sólo la punta de una sedición en pleno desarrollo. Llama la atención el cierre de los comercios, panaderías, abastos en la tarde de este 5 de marzo. Unamos eso con la descomunal guerra de rumores todos estos días, los llamados de los sifrinos a saqueo de comercios, la agitación de los cuatro gatos jabuceros, carne de cañón para la agitación.
La muerte de un hombre de estatura tan descomunal como la de Chávez, como dijera el también inmortal Alí Primera, no puede llamarse muerte. Él deja un legado tan gigantesco de obras, de pensamiento, de teoría política, del más alto y profundo humanismo, de haber visibilizado a los innombrados de siempre, a los humillados y ofendidos, a los marginados, a los creadores de la riqueza, explotados por los capitalistas: el pueblo, los obreros, los campesinos, los indígenas, trabajadores todos que conforman hoy el poder popular de la revolución, el legado más grande de Hugo.
A Chávez me unen, en lo personal, muchos vínculos de amistad, desde aquellos días épicos previos al 4 de febrero cuando, desde el Boque Popular de Izquierda BPU, alianza de organizaciones de izquierda donde participaba el MPDIN, organización de la que era uno de sus dirigentes, acordamos apoyar el alzamiento y modestamente pusimos nuestros modestos aportes en aquel movimiento.
Después que salió en libertad, él y sus camaradas de armas también presos, por la presión nuestra como movimiento popular, comenzó su meteórica actividad política, nos unió el pensamiento bolivariano y él, yo, Otto Vandervelde, Lino Martínez, José Rafael Núñez Tenorio, Marelis Pérez, Grisell Marroquí, Pedro Ortega Díaz, Juan Vivés Suriá, Trino Alcides Días, Luis Cipriano Rodríguez, Nelson Merentes… fundamos la Asociación Civil Congreso Anfictiónico por la Unidad de América Latina y el Caribe. No fue fácil aquella lucha, detrás del grupo de vanguardia estaban los sicarios de la siniestra Disip que nos pisaba los pasos, nos acechaba y trataba vanamente de detener el torrente bolivariano que estaba a punto de desatarse.
En 1997, cuando Chávez cambió la línea política del MVR y decidió la organización dejar la línea abstencionista asumida desde la salida de la cárcel para irse por la participación electoral, se acercó al BPU y tuvimos varias reuniones; recuerdo un muy difícil, turbulenta se podría decir. Estaban Chávez, el camarada y amigo Nicolás Maduro, Luis Miquilena, Otto Vandervelde, Marelis Pèrez, Lino Martínez, Jesús María Pacheco, Armando Díaz. A mí me correspondió coordinar la reunión y dar el derecho de palabra. Chávez tomó la palabra y explicaba la decisión del MVR de participar en el proceso electoral de 1998. Concluida su intervención habló Jesús María Pacheco e hizo una intervención provocadora cuestionando la decisión “apresurada” de Hugo Chávez. Evidentemente aquella fue una maniobra donde las manos de BR estaban detrás de Pacheco. Chávez rechazó aquella imprudente intervención, sobre todo cuando se trataba de acercarse en una posible alianza electoral. La tensión subió de tono y la imprudencia de Pacheco lesionó el intento unitario y amenazó con un enfrentamiento entre los dos hombres. Aquel fue un muy lamentable error que tuvo negativas consecuencias para la unidad de la izquierda.
Como militante revolucionario participé en el proceso político electoral de 1998 y a instancias suyas le hice un seguimiento periodístico a muchas de sus actuaciones y a los tremendos hechos políticos de aquel año donde se derrumbaron los partidos de la derecha y Chávez ganó las elecciones de calle pese a todos los obstáculos y conspiraciones de la derecha. Pude, finalmente, agrupar los textos y hacer un libro que me ayudó a editar mi querido y apreciado camarada Pedro Duno, ya fallecido lamentablemente. Lo titulé: “Hugo Chávez Frías, del 4 de Febrero a la V República”. Cuando salió el libro –mil ejemplares apenas– no se lo pude hacer llegar porque vivía viajando por todo el país, pero el jueves 4 de diciembre del ‘98 en un acto en el Ateneo de Caracas, donde por cierto se bautizaba un libro de la contrarrevolucionaria Ángela Zago, titulado: “La rebelión de los ángeles”. Hugo estaba firmando los libros. De una larga fila iban los compradores a entregárselo para que le pusiera su firma. Yo estaba en la fila, cuando me tocó le entregué fue el mío. Se paró como un resorte muy emocionado y me dio un abrazo, recuerdo que me dijo: “¡Humberto, lo lograste! Qué gran cosa hermano, así se hace. Ahora vamos a ganar y a hacer la revolución, cuento contigo”. De aquel acontecimiento del que han transcurrido 14 años, quedó el testimonio de una foto que tomó un camarada de la década del ‘60, Gilmer Bracamonte, alias Perseo.
A Chávez le gustaba mucho la revista Caracola que yo dirijo desde hace algunos años, a veces me la mandaba a pedir, en algunas alocuciones se refirió a esa revista alternativa con gran afecto. Recuerdo que hubo una que tenía un poema que le hice al general Elio García Barrios y me dijo: “Qué bello poema, me llegó al alma”. En otra ocasión publiqué un trabajo evocando al general Elio García Barrios, una mujer del pueblo me llevó una foto en colores de los dos militares en la cárcel de Yare. Cuando la vio me mandó a decir: “Humberto, yo no conocía esa foto, de dónde la sacaste”. Ese es un secreto periodístico le dije con picardía.
Una anécdota con Chávez de la UBV. Hugo iba a despedir un grupo de estudiantes que se iban para Cuba a estudiar medicina en la ELAM. Venía caminando por el largo pasillo que va del lobby al Cadivi donde está el Salón Simón Bolívar. Todos los trabajadores y estudiantes se aglomeraban. Yo estaba en el área donde está ubicado el ahora CDI. Las doctoras, las enfermeras, las secretarias, los trabajadores, todos querían ver a Chávez, me empujaban y sacaban del sitio. Viene caminando Chávez y de lejos me ve, se dirigió a mí derechito y me dijo: ¡camarada Humberto!, ¿cómo estás?”, y me dio un abrazo. Todos los que vieron la escena se quedaron en una sola pieza del asombro.
En año 2007 escribí y publiqué mi estudio biográfico sobre la vida del comandante Fidel. Un voluminoso libro de caso 700 páginas que titulé: “Fidel Castro: huracán revolucionario de América”. Se lo mandé a Miraflores con un amigo común, le hice una bonita y afectuosa dedicatoria; pero también le mandé un ejemplar dedicado a Fidel para que se lo hiciera llegar ya que iba para Cuba. Me mandó a decir: “No te preocupes que se lo voy a entregar personalmente a Fidel. Muy buen trabajo de investigación histórica, por cierto, lo estoy leyendo”.
Estos son algunos recuerdos, hay más, pero es suficiente, por ahora, los escribo para que el dolor que siento por su partida no me abata más, es demasiado grande la pérdida, pero también es demasiado el afecto, el amor que sentíamos por este hombre tan singular. ¡Tantas enseñanzas, tantos aprendizajes! en tan poco tiempo que se fue el mejor de los maestros.
¡Salud Comandante! ¡Honor y Gloria a tu memoria! ¡Viviremos y Venceremos! Tu obra revolucionaria será inmortal, tus banderas de redención no serán arriadas. ¡Tú no has muerto, vives en la gigantesca obra de la revolución bolivariana y socialista!
(En la casa de los sueños azules, 6.30 pm.) (humbertocaracola@gmail.com) (Con Chávez, Maduro y la Revolución, todo)